viernes, 10 de octubre de 2008 | |
Restauración del retablo de San José Por Francisco Díaz Guerra, restaurador guiense. El día 4 de abril, La capilla de San José de la iglesia de Santa María de Guía fue mandada construir en 1735 por el beneficiado Baltasar José Rodríguez Déniz y Quintana, debido a la devoción hacia el santo titular. Don Baltasar se hizo cargo de la parroquia de Guía el ll de diciembre de 1731 y protagonizó una de las etapas más fructíferas de la iglesia y del culto, dotándola de excelentes mejoras y nuevas aportaciones en ornamentos e imágenes. En el retablo de la capilla colocó, además del santo titular, otras dos imágenes, Santo Domingo de Guzmán y San Francisco, cuyos paraderos se desconocen. En el centro y en el ático del altar dispuso una pequeña imagen de En 1787 el obispo Antonio de Estado general del retablo antes de la restauración El retablo, realizado en madera dorada y policromada, se encontraba en muy mal estado de conservación, debido principalmente a la acción humana. Presentaba pérdidas de soporte localizadas en los áticos de las calles laterales, y había desapareciendo parte de la decoración vegetal que rodeaba los tondos donde se representa a San Juan Evangelista y a Santo Tomás de Aquino; este último había sido dramáticamente arrancado del retablo provocando graves daños en el cuadro inferior en el que está el retrato de Fray Juan Déniz.
· Mínima intervención para conservar la obra tal y como ha llegado hasta nuestros días. · Absoluto respeto a los valores materiales, culturales e históricos del objeto. · Reversibilidad e inalterabilidad de los materiales empleados e inocuidad y baja toxicidad de los mismos. De ser necesario, el material utilizado o añadido a la obra puede ser fácilmente eliminado. · Compatibilidad de los materiales usados; es decir, no causan daño a la pieza original: los caracteres físico-químicos son lo más · Legibilidad o diferenciación de las reintegraciones realizadas para distinguir siempre el original de lo restaurado y no generar lecturas erróneas o falsos históricos. Fases de intervención Las piezas de la decoración superior que se encontraban mal adheridas fueron sometidas a diversos procesos de restauración y recolocación. A la madera se le devolvió su resistencia estructural y estabilidad volumétrica, desaparecida por el ataque de insectos xilófagos. La desinsectación se aplicó por inyección con un producto especial de alta penetración para dotar a la pieza de una reserva tóxica, preservándola de un futuro ataque biológico. La fijación se realizó mediante inyección de cola de origen animal, aplicándole calor con espátula caliente. La limpieza tuvo como finalidad eliminar restos de suciedad, barnices degradados, repintes y otras sustancias extrañas ajenas a la obra original. Antes de eliminar el repinte blanco, que cubría originalmente la policromía, se estudió la fórmula más adecuada para no dañar la pintura y poder recuperar el bello colorido conservado bajo dicho repinte. El proceso de estucado consistió en rellenar las lagunas aplicando para ello una masa estructurada conocida como estuco. Se reintegró cromáticamente con el fin de restablecer la unidad estética de la obra, siendo siempre discernible respecto al original para el ojo de cualquier espectador. En las zonas doradas se empleó un método de imitación del oro mediante a técnica del trattegio, consistente en la superposición de líneas de color. Finalmente se aplicaron varias capas de barniz brillante, que luego se matizó con barniz en spray mate. La aplicación de esta capa de protección final tiene como objetivo resguardar a la obra de agentes externos sin interferir estéticamente en su aspecto original. Artículo extraído del boletín nº6 de la revista de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria. |
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Modificado el ( viernes, 10 de octubre de 2008 ) |