lunes, 28 de julio de 2008
PSICOGRAFÍAS
“No sólo se conjuran los necios”

Las máquinas

Santiago Gil


No sólo se conjuran los necios. También las máquinas tienen montadas sus propias estrategias para sacarnos de quicio. Hace años, nuestros padres compraban una lavadora o una nevera y estaban al lado de la familia toda la vida. Incluso nos íbamos de casa y la máquina seguía funcionando convenientemente sin dejar de enfriar la comida o de lavar la ropa. A lo mejor se volvían más asmáticas y se ponían más ajadas, pero no fallaban ni se apagaban de la noche a la mañana sin venir a cuento.

Ahora no ocurre eso, ahora lo normal es que compres una máquina, no sé, pongamos por caso una tele de plasma o una secadora, y que se te pare de repente justo cuando han pasado un par de semanas del vencimiento de la garantía. Ya todo lo hacen para que consumamos y no nos durmamos en los laureles de lo anticuado o de lo meramente útil. Los aparatos, además de cumplir su función, tienen que tener un diseño y unas formas que se ajusten al mobiliario zen de nuestras casas o a los caprichos de los decoradores. Pero lo de dentro, la maquinaria, se conoce que no va con los nuevos tiempos, porque uno entiende que los nuevos tiempos han de mejorar siempre a los que quedaron atrás. En este caso los programas informáticos que instalan dentro de los aparatos, o la calidad de los cables y de los fusibles, no tienen nada que ver con aquellos artilugios que duraban toda una vida. Y encima ahora tampoco hay recambios. En un par de años desaparecen y cambian todas las piezas, y cuando estás delante del electricista se encoge de hombros y te dice que no tiene nada que hacer, y que él lo que haría es comprar algo nuevo sobre la marcha. “¿Una nueva? ¿Pero si esa tele la compramos hace apenas tres años?” Sí, una nueva con las mismas vergonzantes promesas de calidad contrastada, y así estamos cada cuatro o cinco años, saliendo de un crédito y entrando en otro sobre la marcha, que ya me dirán ustedes cómo diablos no vamos a estar siempre en crisis. Lo que ya no sé es si no serán los propios aparatos los que se irán dando aviso unos a otros sobre las fechas de rompimiento. Me imagino a la secadora de madrugada contándole a la lavadora que a partir del día siguiente si quieren secar la ropa ya la pueden ir tendiendo en una azotea. Y nosotros, mientras, nos pasamos la vida trabajando de sol a sol para pagar aparatos, hipotecas y contribuciones urbanas. Nos venden tecnología punta, pero todo se queda en la fachada y en el folleto de publicidad: a la hora de la verdad no nos ofrecen más que unas pobres máquinas moribundas. Incluso nosotros, que ya es decir, somos más inmortales que la mayoría de ellas.

CICLOTIMIAS

Tenía cinco minutos para decidir qué hacía con su futuro. Debía elegir entre Ciencias o Letras y la secretaria del instituto se estaba impacientando.


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PUBLICADO EN CANARIAS7


Modificado el ( domingo, 27 de julio de 2008 )