mircoles, 16 de julio de 2008 | |
PSICOGRAFÍAS
“Cuando entra en juego el azar se acaba el formulismo” La raíz Santiago Gil En la vida nos condenan muchas veces al mal de Diógenes. A lo largo de los años nos han obligado a acumular conocimientos, recuerdos y objetos que no nos han servido absolutamente para nada. Ni hemos encontrado emoción, ni nos han compensado los esfuerzos de concentración o aprendizaje. Es normal que habiendo gastado tantas neuronas innecesariamente acabemos luego desorientados y sin saber por dónde diablos se encuentra la puerta de salida. No sé si el cerebro será o no será rencoroso, pero que pasa factura y cobra lo que le haces es algo que creo que nadie puede negar. De lo que lo vayamos alimentando dependen nuestros equilibrios y lo mucho o poco que sepamos sobrellevar eso que los tremendistas denominan los embates de la vida. Pero vamos a hablar claro de una vez. A quién le pedimos cuentas por las neuronas desperdiciadas en adquirir conocimientos que luego no nos han servido para nada. Las raíces cuadradas, por ejemplo. Quitando a los matemáticos y a los ingenieros, alguien me puede decir para qué le ha servido una raíz cuadrada en su vida cotidiana. Si al menos sirviera para soportar un desamor o para estirar la nómina y llegar a fin de mes, a lo mejor perdonábamos a los que se empeñaron durante semanas en martirizarnos con aquellos bailes de números que ahora resuelve en un plis plas la calculadora de cualquier teléfono móvil. Unos dirán que lo hacían para desarrollar nuestro intelecto, pero qué intelecto. Ese es el problema: en lugar de llevarnos a jugar un partido de fútbol en la playa de Las Canteras, nos torturaban con fórmulas matemáticas; y ahora, al paso de los años, los cerebritos que están al frente de todos los cotarros no saben ponerle imaginación o espiritualidad a la vida. Y tampoco se atreven a contarnos que no les valen para nada las fórmulas, entre otras cosas porque ellos saben que cuando entra en juego el azar se acaba el formulismo y empieza la aventura, con toda la bendita anarquía que eso conlleva. Pero sigamos poniendo las cartas boca arriba. Cuántos de ustedes recuerdan cómo se resolvía una raíz cuadrada. No, no vale volver al cuaderno escolar, ni meterte en Internet, ni tampoco preguntarle rápido al chiquillo que está en la habitación peleándose con las mismas fórmulas que también nos robaban a nosotros tantos y tantos días de la bendita infancia. Reconoce que no te acuerdas, y que además no te han servido para nada en todos estos años. Ni la raíz cuadrada ni la trigonometría. La vida es otra cosa que no tiene nada que ver con las matemáticas. Pero cuando lo empiezas a ver claro ya no te quedan neuronas para resolver el entuerto. CICLOTIMIAS Le llamó Herodes Judas Caín a su primer hijo para amargarle la vida. Se llamaba Otelo y estaba seguro que el niño no era de él. PUBLICADO EN CANARIAS7 |
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Modificado el ( lunes, 21 de julio de 2008 ) |