viernes, 12 de octubre de 2007
Guía de Gran Canaria a través del semanario La Voz del Norte. 1931-1932

Por Javier Estévez

Por sentido común, siempre me he sentido republicano. He llegado a entender las derivadas, las  integrales, la tabla periódica de los elementos  y hasta ciertos problemas de física cotidiana. Sin embargo, a la monarquía, por mucho que me esfuerce, no la entenderé jamás. Cuando cursé  el bachiller, uno de los pocos episodios de la historia nacional que más llamaron mi atención fue, sin duda, la II República.  No tengo dudas de que el 14 de abril de 1931, el nacimiento de la España republicana, fue un acontecimiento histórico irrepetible. La proclamación de la II República Española encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo, y reunió en un solo esfuerzo a todos los españoles que aspiraban a un porvenir de democracia y de modernidad, de libertad y de justicia, de educación y de progreso, de igualdad y de derechos universales para todos sus conciudadanos.


Pese a la brevedad de su vida, la II República desarrolló en múltiples campos de la vida pública una labor ingente, que asombró al mundo y situó a España en la vanguardia social y cultural. Entre sus inquietudes, bastaría citar la reforma agraria, el sufragio femenino, los avances en materia legislativa de toda índole, la separación efectiva de poderes, las constantes y modernísimas iniciativas destinadas a difundir la cultura hasta en las comarcas más remotas, el decidido impulso de la investigación científica o el florecimiento ejemplar no sólo de la educación, sino también de la asistencia sanitaria pública; aquel bello propósito generó insospechadas realidades, que habrían sido capaces de cambiar la vida de un pueblo condenado a la pobreza, la sumisión y la ignorancia por los mismos poderes -los grandes propietarios, la facción más reaccionaria del Ejército y la jerarquía de la Iglesia Católica- que se apresuraron a mutilarlo de toda esperanza.

Los intelectuales tuvieron un protagonismo especial durante la Segunda República. La  gran mayoría apoyó sin fisuras la política reformista del gobierno de Azaña y colaboró en la acción de extensión cultural del Gobierno republicano. Algunas compañías teatrales, integradas por actores profesionales y estudiantes, visitaron pueblos apartados del país llevando las principales obras del repertorio teatral español. La más conocida de ellas fue La Barraca, un proyecto personal del poeta García Lorca.

Las Misiones Pedagógicas, germen de las actuales Universidades Populares, tuvieron un objetivo similar: la difusión de la cultura entre una población mayoritariamente analfabeta: bibliotecas ambulantes, conferencias, charlas, recitales de poesía, proyecciones de películas, exposiciones con reproducciones de obras del Museo del Prado, y un afortunado etcétera.

La generación del 27 pasó al primer plano durante el periodo republicano. El grupo de poetas fue excepcional. Basta simplemente con mencionar a sus integrantes: Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Miguel Hernández y García Lorca. A veces siento que sus letras alimentan mucho más que el pan.

Siempre me he preguntado si mi pueblo, Guía de Gran Canaria, fue impermeable a esos anhelos de cambio y de prosperidad, a esa deflagración cultural sin precedentes que se extendía por toda la geografía nacional.

Afortunadamente, la publicación del semanario guiense La Voz del Norte, entre enero de 1931 y octubre de 1932 permite acercarse y fotografiar la realidad municipal y comarcal durante el nacimiento y los primeros pasos de este periodo republicano.

Gracias a la labor impagable de Sergio Aguiar Castellano y María del Carmen Mendoza Hernández, hemos podido reunir, seleccionar y exponer muchas páginas de este semanario. De este modo, la exposición “Guía de Gran Canaria  a través del semanario La Voz del Norte: 1931-1932”, que se inaugura el próximo lunes 15 de octubre a las 19:30 en la Casa de la Cultura, trata de ilustrar las inquietudes culturales, políticas, sociales de muchos guienses, encabezados por los próceres Juan García Mateos, Néstor Álamo y Miguel Santiago, que lejos de mostrarse impenetrables a las nuevas expectativas que se abrían en el horizonte político, cultural, social y económico, extendieron e ilustraron sus inquietudes a través de esta publicación.

Temas tan actuales como las necesarias reformas educativa y agraria, el papel de la mujer en política y en la sociedad, la perenne crisis del plátano o los hábitos alimenticios de la población, colmaban, hace setenta y seis años, los editoriales y muchas columnas de esta  publicación. También se hacían hueco entre las portadas y artículos expuestos en páginas interiores, reflexiones sobre políticas forestales, la preocupación por el estado de las arboledas y cavilaciones en torno a la evolución urbanística de la entonces Guía republicana. Todo aderezado con apasionados poemas, sugerentes anuncios publicitarios e interesantes curiosidades de la vida cotidiana municipal, que muestran , a través de las letras, las quimeras y las legítimas aspiraciones de un pueblo que, como otros muchos, una noche se acostó monárquico y despertó, con la alborada, republicano y soñador.


Modificado el ( lunes, 05 de octubre de 2009 )