sábado, 08 de septiembre de 2007
SOBRE LA TELEVISIÓN BASURA

Erasmo Quintana

Tal vez se trate de alguna deformación mía, pero siempre he sido sensible al gran problema en el que ha venido a parar el fenómeno televisión. Todo empezó con el advenimiento de los canales privados, pues cuando teníamos la TV única y en blanco y negro, cortaban la emisión a la hora de ir a la cama, estaba censurada y era la voz autorizada del Régimen, no asistíamos a los nauseabundos programas donde el mérito es para el que más grita y quien más insulta y difama al contrario. Tristísimos realitis y programas de sexo duro, que no digo que estén mal para personas maduras, pero me parece el mayor de los disparates ponerlos en franjas horarias en las que los enanos de la casa están frente al televisor.

Allá por el año 1998 hubo un movimiento a todos los niveles de concienciación al que nos unimos desde nuestra pertenencia a la Asociación Andersen, y a la que se sumaron el Grupo Espiral, la Federación de APAs Pérez Galdós y la Asociación de Consumidores de Canarias, todos formando una Plataforma por la calidad y el buen gusto frente a la tele basura. Coincidíamos todos en que algo había que hacer ante un fenómeno que nos desbordaba a padres y educadores. Los que somos de esa generación en que solo tuvimos el cine los domingos, en aquellas célebres matinée y, circunstancialmente algún que otro estreno de películas de Rin Tin Tin el perro lobo, o Fu Man Chu ataca, los jueves, no nos vimos afectados por esto de ahora en que el cine y lo que no es cine se nos mete en nuestras casas sin pedir permiso, y no hay alma que controle el incesante bombardeo al que someten a nuestros hijos pequeños, auténticas víctimas de una programación anárquica, zafia y sin criterios de a qué público se está dirigiendo en cada momento. Hay comisiones gubernamentales del ramo y asociaciones de padres y consumidores creados para poner coto a estos desmanes y, francamente, no vemos resultados fehacientes ya que puede más el dinero.

Y es una pena, puesto que todo el mundo conoce y sabe la poderosa fuerza de influencia que la televisión ejerce para alienar las mentes, nos preguntamos ¿porqué no se usa este poderoso medio para formarlas de manera adecuada, en vez de para destruirlas? ¿Tan difícil es establecer, con la complicidad de los educadores responsables, franjas horarias en las que se emitan temas culturales y formativos –al estilo de Cesta y Puntos, por ejemplo- para un público que sabemos devorador de imágenes: el infantil y juvenil?

Nos quejamos, con razón, de que hoy no se enseña en las escuelas buenos modales, urbanidad, para entendernos. Que la educación consiste solo en introducir conceptos, que le valdrán posiblemente al educando para una disciplina futura en el campo de las ciencias o de las letras, pero que no le servirán seguramente para ser hombres y mujeres educados, respetuosos y atentos con los mayores o disminuidos, inclinándolos al saludo y a ceder la preferencia cuando sea necesario; humanos y amantes de la Naturaleza, seres íntegros y llenos de valores, en fin. A este respecto, aclarar que no conocemos la nueva y discutida asignatura Educación para la Ciudadanía. Es posible que la misma recoja lo fundamental que echamos de menos en el presente comentario, y un gravísimo error sería si no se contemplara.


Erasmo Quintana Ruiz 
Septiembre-2007





Modificado el ( domingo, 04 de noviembre de 2007 )