La bodega de todos. Juan Dávila García
martes, 15 de mayo de 2007
LA BODEGA DE TODOS

Por Juan Dávila García

Es un extraordinario estimulo para los guíenses recordar, tan insigne lugar, pero al amparo de tan irreparable perdida, han sido muchas las plumas que sin tener la más remota idea de lo que significa para nosotros –los guíenses-, la bodega de Santiaguito se han lanzado al tatami de la escritura sin saber nada de tan ilustre lugar, haciendo cada uno su comentario sin realzar el valor histórico, cultural y social que la misma le dio a Guía durante muchos años y que jamás será olvidado. Yo como asiduo visitante de tan querido establecimiento, como he manifestado en mi reseña histórica de la bodega publicados en el blog de Alejandro Moreno y en infonortedigital, desde mi más tierna infancia y como conocedor de cuanto allí se coció, no puedo menos que irritarme cuando veo alguna publicación en la página web de Antonio Aguiar de personajillos de tres al cuarto, que no siendo ni tan siquiera naturales de Guía, hacen manifestaciones pateando el diccionario de la lengua para así acreditarse como intelectuales cosas que no son, a los cuales jamás vi en “la bodega de todos”, la ignorancia –como dijo el filosofo- es muy atrevida.

La bodega en sus 71 años de existencia, ha tenido la gallardía de mantener un status de grandilocuentes connotaciones, los ilustres visitantes que allí departieron sobre los más variopintos temas, así lo acreditan. Nombrar la bodega de nuestro pueblo significaba reconocer el buen quehacer de sus propietarios primero Santiago Gil Cabrera y posteriormente su hijo Santiago Gil Romero, los cuales relucieron por ser amigos de todos los que allí nos acercábamos, sin que existiera la más mínima distinción por un cliente determinado. Recuerdo las grandes partidas de subastado donde participaban los mejores y más acreditados jugadores de Guía, o las de domino tan recientes en el tiempo y alguna que otra de ajedrez. Éramos muchos los que ociosamente pasábamos en la bodega la mayor parte de nuestro tiempo, allí no solamente nos distraíamos jugando a algo sino que además Santiaguito y más tarde Chago nos ofrecía el manjar exquisito del queso de Guía en sus diferentes formas, acompañados de un pisco de ron, un vaso de vino o de cualquier otra bebida que degustábamos con enorme placer, el ambiente de la bodega hacía que así fuera. La bodega era sinónimo de patriotismo y los guíenses nos reuníamos allí para debatir los problemas que aquejaban a nuestra municipalidad y de tan carismático lugar salieron acuerdos muy beneficiosos para nuestro pueblo. La bodega era algo entrañable, resumía nobleza e hidalguía y esto se reflejaba en el ambiente que en la misma reinaba.

Recuperar la bodega con todo lo que ella significa para nuestro pueblo, estimo es una labor prioritaria para todos los que nos sentimos guíenses de corazón y amamos a nuestro pueblo, este icono de ilustrada representatividad no se puede perder eternamente, la historia de Guía no puede olvidar lo que ha sido la bodega en su contexto social, testigo fiel de muchos aconteceres que por lo importante de los mismos, no podemos obviar, seamos consecuentes y luchemos para que algo tan hermoso vuelva abrir sus puertas y no regateemos esfuerzos hasta así conseguirlo.

Juan Dávila García

NOTA: TEXTO PUBLICADO EN INFONORTEDIGITAL.COM



Modificado el ( lunes, 05 de enero de 2009 )