Apelativos guienses (I)
lunes, 09 de abril de 2007
Cuando no teníamos apellidos

Hubo una época en Guía donde muchos de sus vecinos eran identificados más por sus apelativos que por su verdadero nombre y apellidos. Por Juan Dávila.

La acepción que cada uno tenía guardaba relación con algo o con alguien de su familia que por los motivos que fueran pervivían así en la mente de sus conciudadanos los cuales utilizaban el correspondiente apelativo sin ningún sentido peyorativo todo lo contrario lo hacían con cariño y a veces hasta con respecto. Eran muchos los que habían y por eso quiero dedicarles este trabajo con todo el afecto que me merecen –sus descendientes-, que los habrán, aunque muchos se han perdido con el paso del tiempo pues el devenir generacional y la casi no utilización de tales apelativos hace que nadie los recuerde. Todos tenían un punto de partida y solían guardar relación con los nombres de sus antepasados en la mayoría de los casos incluso se derivaban de las zonas donde habitaban, otros eran meros nombretes sin relación familiar y que obviamente se le imponían a una persona determinada por su identificación con algo o con alguien con el que más o menos tuviera un cierto parecido. Pero lo más simpático del tema era que tales apelativos se hacían hereditarios y sempiternos. Así y como ejemplo cuyo contenido ampliare, estaban los de “erasmitas” apellidados del Pino que vivían en las inmediaciones de la ermita de San Sebastián, de los que recuerdo a Pedro, Ignacio, Tomas, Antonio, Pepe y a varias hembras, cuyo apodo les venía de su madre que se llamaba Erasma Roque. Lo mismo pasaba con los “marinas” cuyo apelativo llevaban el marido y los hijos de Marina González Álamo, hermana de mi abuela Petra, estos eran, Manuel Rodríguez, Manuel, Antonio, María de Guía y Marcos Rodríguez González. Los “vítorinos” cuyo renombre cayo en Manuel González Álamo hermano de mi abuela también, -y padre de Manolo, Darias, María Teresa, Pepe, Laudelina y Pedro González Sosa cronista oficial de Santa María de Guía- especialmente como pseudonimo en sus tiempos de luchador, y que tenía su origen en el nombre de su madre Vitorina Álamo. Los “blancos” de San Roque, abuelos y tíos de Sayo hoy artista polifacético, de los que recuerdo a Juan, Adolfo, Camilo, Pino y otros.

Los “salustianós” o salustias, hijos de Salustiano Álamo que tenía siete hijos, Néstor extraordinario intelectual y compositor de insignes y emblemáticas obras entre ellas Sombras del Nublo, Fabio, Isidoro, Conrado, Augusto, Leoncio y Alberto. Los “buenos” formados por Juan bueno y sus hijos. Los “troyas” con Manuel González el troya y sus hijos, Paco, Cayetano, Juan Manuel, Dalila y Mari Lola. Los “padrones”, una familia muy extensa, de los que se decían ficticiamente que tenían su propio cementerio en la Montaña del Gallego, destacar entre estos a Salvador Padrón Álamo, que fue durante muchos años primer oficial del Registro de la Propiedad de Guía, a Braulio Padrón que trabajo en Gáldar en la farmacia de José María Hernández Otero y otros menos conocidos que residen en la Atalaya y San Juan. Los artiles, descendientes de Manolito y Anita Artiles fotógrafos de Guía. Los “barrabas”, hijos de Blas Mendoza, Blas, José –conocido por Pepito el de maestro Blas-, Antonio taxista, Manolo, Ignacio, Pino y Pilar. Los “tigres” cuyo apelativo correspondía a dos familias que no tenían ningún parentesco, los de Dominguito especialmente su sobrino Perico y los de Gabriel conocidos por los “cuevas”. Los “porin”, formados por maestro Pedro Estévez conocido por Pedro porin zapatero y sus hijos Pedro conocido por Perico el brisa, Paco taxista, Nitin, que trabajo siempre en Gáldar para Federiquito Martín y posteriormente para Pablo Martinón como chofer y jardinero. Los “barranqueras”, formados por Cayetano Mendoza marcador de plátanos y sus hijos, Cayetano, Bartolo, -casado con Nena hija de Francisco Miranda Santiago y Mercedes Ossorio Jiménez de la finca de las Huertas-. Los “burros”, que estaban formados por dos familias las cuales no tenían ningún vinculo familiar, los de Domingo conocido por el burro negro casado con María de Guía Reina González y sus hijos Gaspar, Domingo y Paca, casada esta con Pepito Molina el ciego y los de Gregorio Miranda y sus hijos, Pancho, Gregorio, Emerita, Luz Marina y Mari Miranda Santiago. Quizás de las familias existentes en Guía a las que más apelativos se les conocían eran a los “chirgos”, “cueteros” y “canutos” todos arrogados casi a una misma familia ya que algunos de sus miembros unieron sus destinos al contraer matrimonio entre ellos, los Aguiar y los Vegas, que constituyeron unas familias con una enorme descendencia, las cuales estaban encabezadas las primeras por Manuel, Antonio, Ignacio Aguiar Suárez, etcétera, con un montón de hijos, nietos y sobrinos, destacando entre estos Nicolas Aguiar Jiménez y sus hermanas, Antonio, Juan Fernando y Ursula Aguiar, -esta ultima madre de los Caleros-, Manolo, Ñico, Mario, Roberto, Juan Aguiar Moreno y sus hermanas hijos de Manuel, Eduardo Aguiar y sus hijos destacando entre estos Blas conocido por el macho insigne músico y sus hermanos, Antonio, Zoila, Ignacio Aguiar Vega hijos de Ignacio y otros, los hijos de Antonio el chirgo, Paca, Mercedes, Pino, Antonio y Juan Aguiar Ossorio. Los Vegas con Sebastián Vega conocido por Chanito el canuto, sus hermanos, hijos, nietos y sobrinos entre los que destacaban Paco y Manolo, este ultimo también conocido por Fatiga, Chano el barbero y su hermano Antonio, que eran chirgos y canutos, -este ultimo padre de nuestro director Antonio Aguiar Díaz-, en Las Palmas especialmente ubicados en la calle Tomas Millar recuerdo a Chana y a sus hermanos, en Tenerife a Carmen casada con un tal Castillo de Gáldar. Hasta en la Habana existía un banco, -conocido por la banca Vega- cuyo propietario era un canuto de Guía, mi padre me comentaba que el citado banco brillo esplendorosamente en la época de la danza de los millones siendo presidente de Cuba Gerardo Machado, en la banca Vega todos los isleños hacían sus transferencias y operaciones financieras y que la misma tuvo siempre hasta que llego la moratoria una gran importancia en toda la isla caribeña.

Este trabajo ha sido realizado con todo el respeto que se merecen los personajes citados, nunca desde la perspectiva de un sentimiento peyorativo o despreciativo. Estas familias a las aquí cito son dignas de un gran reconocimiento y mi afecto y cariño hacía ellas no tiene parangón, muchos de ellos fueron grandes amigos de mi familia y los más jóvenes míos. Por todo ello quiero aquí ahora, dejar bien claro mi elogio más sublime a toda esta gente que como ciudadanos de mi pueblo dejaron una impronta de gran relevancia en el desarrollo del mismo. He omitido algunas familias adornadas con unos apelativos muy singulares tales como, los carneros, los pochibios, los pinas, las ortegas, -que me tocan a mí de cerca pues eran hermanas de mi bisabuela-, los herreros pseudónimo con que eran conocidos mis tíos, y otras con las cuales intentare darle forma a una segunda parte de apelativos guíenses.

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Apelativos guienses (II)

Modificado el ( sbado, 12 de enero de 2008 )