miércoles, 04 de abril de 2007
La calle

Por Javier Estévez

Hubo un tiempo en el que la vida campaba en las calles, o mejor, las calles canalizaban la vida. Hoy, en cambio, la vida se precipita por ellas. Todo se hacía sobre el adoquín: los juegos, las ventas, las charlas y discusiones, el amor, la muerte. La calle educaba. Le debemos tanto.

Esta instantánea la tomé el domingo por la tarde en la calle donde vivo, la calle de Enmedio, hoy en día conocida como Pérez Galdós. A la altura de la panadería de Antonia, jugaban alegremente a la pelota Ancor y sus amigos. La calle está cerrada por obras, y evoca pues imágenes hoy en día díficilmente imaginables. Hay que ver: se prohiben los coches y vuelve la vida a las calles.
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Estas obras nos permiten redescubrir la verdadera dimensión de las mismas, porque sólo se pueden medir sin coches. ¡Han visto que anchas son!.Para mi, los coches son a las calles como la viruela a la piel.
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Pasear por estas calles ahora cerradas al tráfico es un verdadero juego para nuestros sentidos. El caminar placentero por el centro de las mismas permite descubrir perspectivas originales de las fachadas; nos deja oir sonidos actuales contaminados por el volumen alto de la televisión e imaginar sonidos antiguos, como el andar rítmico y sonoro de las bestias, los ganados trashumantes balando y discurriendo velozmente por ellas, oler el sofrito de las comidas mientras suena el tañido de las campanas anunciando el angelus, husmear y perseguir el rastro del café recién hecho.

Aprovechen que la vida vuelve a la calle, hasta que regresen esos motores que en nombre del progreso y de la comodidad, han expulsado nuestros sueños lejos del adoquín.




Javier Estévez

TEXTO PUBLICADO EN EL BLOG DE JAVIER ESTÉVEZ


4 de abril de 2007



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Modificado el ( miércoles, 31 de diciembre de 2008 )