sbado, 02 de abril de 2011 | |
El CINE DE ENRIQUITO Braulio García Bautista Gracias al amplio reportaje que nos muestra la página web de Guía, me he enterado de la inauguración del nuevo Teatro Hespérides y, casi de forma inmediata, me asaltaron una serie de imágenes difusas- teñidas con ese color sepia característico de los viejos recuerdos- que, allá por la prehistoria, contemplé o viví en el cine de los Saavedras, el único lugar donde uno podía abstraerse de la monótona realidad del pueblo. En la oscuridad de aquella sala, arrebolados los cachetes por la emoción, tuve mis primeros escarceos amorosos, y eso es algo que difícilmente se olvida. Allí, también, en la tenue atmosfera donde danzaban miríadas de motitas de polvo sorprendidas por el haz de luz parpadeante que brotaba del cuarto donde operaba Enriquito el Churro – quien, además de “echar” las películas, era un hábil coiffeur pour dames -, allí, les decía, me codeé con el “duro” de Eddie Constantíne (“El Agente K debe Morir”), aquel actor francés, de origen americano y cara atormentada por la viruela, al que luego solía imitar ante el espejo del baño de mi casa. Allí, henchido el corazón con charras emociones, canté con Jorge Negrete o Pedro Infante sus vibrantes rancheras, guapangos o corridos. Allí, ¿cómo olvidarlo?, cabalgué con Hopalong Cassidy, en los primeros westerns que recuerdo, y también grité angustiado cuando “el muchacho”, que huía de los indios siuxs montado en aquel hermoso caballo blanco, era jaleado por todo el cine que galopaba con él en las sufridas butacas, mientras le pedíamos, desaforadamente, que fustigase más al caballo para que escapara de una vez de aquellas hordas de pieles rojas que iban tras su rubia cabellera… LEER TEXTO COMPLETO |
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Modificado el ( lunes, 04 de abril de 2011 ) |