viernes, 20 de agosto de 2010
IMPORTANTE CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DE GUÍA

Erasmo Quintana


La historia de los pueblos la va haciendo sus hijos con el afán de cada día, sus sueños y la redención sacrificada de cada uno. Así como de Guía de Gran Canaria se conoce todo aquello fundamental que lo dibuja con contornos señeros de asentamiento principal y punta de lanza del progreso de la Comarca: económico, cultural, artesano y medianías de buenos pastos, además de cuna de prohombres que destacaron en distintas disciplinas del saber, no conocíamos sin embargo aquel aspecto que tanto ha tenido que ver en ese progreso que hizo a este viejo solar tan importante, que devino de la enseñanza desde los modestos cimientos de la misma, en una época que por lo general tan poca importancia se le prestaba.

Pues bien, para llenar esa oscura laguna –que no es exclusiva de nuestro municipio, todo hay que decirlo- ahí está ya el buen trabajo de concienzuda recopilación que nos brinda el estimado amigo mío, Sergio Aguiar Castellano, con su “Datos para un estudio sobre la Enseñanza en Guía de Gran Canaria”, el cual nos presenta con profusión de fotos-documento, fruto de su rigurosa preparación universitaria y de su aventajada condición de archivero municipal.

La recreación que hace de aquellas escuelas infantiles, por lo general en casas privadas, nos lleva al recuerdo de nuestra niñez, porque ese niño que hemos sido, nunca se va de nosotros. Él es quien guía muchas de nuestras acciones actuales y nos sume en la melancolía cuando recordamos aquellos lejanos días en que nuestros padres nos llevaron a la escuelita de don Pedro, de Carmelita, de Pepito…, sentados en unas sillas pegadas al suelo, cantando números y oraciones sin sentido para nuestras tiernas entendederas o sacando de una pequeña maleta una tabla de madera con su asa, a la que estaba pegada una página con las primeras letras del abecedario y una pequeñita pizarra de tiza en la que garabateábamos torpemente nuestras incipientes fantasías infantiles.

Nos queda de esa época el bonito recuerdo de unas personas (el maestro y la maestra) bondadosas, de afable trato y exquisitamente cariñosas con los niños, cosa esta que acaso suplía con creces la posible carencia de conocimientos técnicos educacionales del tipo que hoy entendemos la primera enseñanza, sin olvidarnos de las hondas impresiones que reciben los niños a esa edad, y cuyos efectos influirán en ellos durante toda la vida.
Nada más decir de ese estupendo trabajo de mi amigo Sergio, del rigor histórico que nos trae y la ensoñación a la que nos conduce, relatando desde el primer centro de enseñanza que hubo en Guía hasta casi nuestros días. Por último, afirmar desde aquí que el mismo servirá a partir de ahora de obligada consulta a los futuros estudiosos en esta materia, inédita en su envergadura hasta la aparición de la generosa aportación que nos hace.

Erasmo Quintana
   
Agosto de 2010.

Modificado el ( viernes, 20 de agosto de 2010 )