lunes, 18 de enero de 2010
Los poetas ante el Atlántico

Por Juan Cruz

Anoche estuve en un recital de poesía en la Casa de Canarias de Madrid; estaba el recinto llenísimo de gente; los dos poetas, Santiago Gil, canario, y Santiago López Navia, madrileño. Uno periodista (y novelista), y el otro profesor. Tengo la impresión de que el madrileño es mayor y el canario más joven. El ciclo en el que intervenían se llama Atlántica Poética, y esta era la tercera lectura del ciclo. Comenzó el recital con poemas ajenos; Gil seleccionó a un poeta peninsular, José Manuel Caballero Bonald, y López Navia seleccionó a un poeta canario, Andrés Sánchez Robayna, el predilecto de cada uno entre los poetas de las orillas respectivas, la peninsular y la canaria. Y luego ellos leyeron de sus respectivos libros, que son abundantes. Son dos poética diferentes: Gil es un poeta de lo cotidiano, de la denuncia de las sombras que deja en el alma la actualidad, y López Navia mezcla esa percepción con una ambición de conocimiento espiritual que tiñe su poesía de una ambición religiosa que en Gil es mucho más civil, más desgarrada. Los dos leyeron algunos poemas (uno sobre las pateras, en el caso de Gil; otro en torno a una experiencia sobre la pobreza en Delhi) que se juntaron por esa aspiración civil que tiene la poesía contemporáneo, de intervenir en la desdicha con el testimonio que nos permiten las palabras y que proceden directamente de la rabia del alma, que es, por ejemplo, lo que hizo escribir a César Vallejo, por citar un poeta que evoqué escuchándoles. Tuve que irme antes del final, pero me fui con esa sensación con la que siempre me voy de la poesía: es el sonido de las palabras que uno jamás deja de escuchar, y que están dormidas hasta que alguien te las dice; ahí te están esperando las palabras, debes estar atento. La vida nos hace sordos, pero dentro de nosotros los poemas están esperando. Eso sentí caminando por la calle Jovellanos, junto a la oscuridad invernal del Parlamento, hacia las luces atosigantes de la Gran Vía, que celebraban que ya no hace frío en las calles. De lo que suceda en el alma, del calor o del frío que haya en el alma, que cada uno hable.

16 de enero de 2010.

FUENTE: BLOG DE JUAN CRUZ


Modificado el ( jueves, 28 de enero de 2010 )