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viernes, 07 de noviembre de 2008
Un relato del periodista guiense Luís G. Jiménez
“En casa oíamos los disparos del cañonero Arcila”

José Rivero Gómez

“En nuestra casa, en Guía,  se oían  los cañonazos del Arcila. Para que me entiendas, la oficialidad de este barco se había alineado el 17 de julio con los golpistas comandados desde el Gobierno Militar por Franco. Por eso, pocas horas más tarde, este cañonero recorría las aguas de la zona norte de nuestra isla. Y lo hacía para colaborar en la persecución de aquellos grupos de civiles, defensores de la Republica,  liderados  por Fernando Egea y Eduardo Suárez, que luego serían fusilados”.

Con estas evocaciones comenzaba sus recuerdos sobre lo acontecido el  18 de julio y los días siguientes, el hoy jubilado periodista –natural de Guía-  Luís García Jiménez. En sus palabras -fruto de un reciente encuentro con quien esto escribe por la zona comercial de Triana-, observé que no traslucía rencor alguno sobre lo acontecido hace ya tantos años. De tal manera que, con breves pausas en sus narraciones, no utilizaba adjetivos descalificativos hacia quienes tomaron parte a favor del bando golpista. Simplemente se ciñó a contar, con sus vivencias  de aquellos días -y con la veteranía de su oficio de periodista- la verdad de lo ocurrido en Gran Canaria.

“En mi caso en particular,  te digo que nosotros, mi familia, vivía al final de la calle del Agua. Y fue allí donde entraron los falangistas a detener a mi padre, Manuel García Alemán, piloto de barco de profesión y militante activo del partido socialista. Digo del partido socialista de aquellos tiempos, que por supuesto poco tiene que ver con el rumbo del actual. Pero ese es otro tema…”

Tras una nueva breve pausa, motivada en parte por las personas que se le acercaban para saludarlo, volvió Luís a la carga. “Aún recuerdo, como si fuera hoy, la entrada en casa de cerca de veinte personas, como te digo vestidos de falangistas, que portaban fusiles y ametralladoras. No creo necesario hablar sobre el revuelo que se formó en la vivienda familiar. Total que se llevaron a mi padre, al que luego tardaríamos dos años en volverle a ver".

Cuando le preguntamos sobre lo acontecido en esos veinticuatro meses siguientes a la detención de su padre, García Jiménez fue muy explicito en su relato: “Mi madre tuvo que hacer un gran esfuerzo, primero para localizarle y, ya más tarde, para visitarle en los campos de concentración de la época; primero lo encerraron en La Isleta y luego en el de Gando. Ten en cuenta- añadió- que toda  mi familia era natural de Guía y que allí vivíamos cuando estalló la guerra. En nuestro caso la lejanía jugaba en contra nuestra, y de ahí los esfuerzos, con mi padre detenido, que tuvo que hacer mi madre y el resto de sus parientes más próximos, para sobrevivir”.  

Acto seguido requerí a Luís para que contara lo que pasó en los años posteriores a la detención de su padre. Y así se expresó: “Bueno, lo primero  fue el consejo de Guerra al que le sometieron, del que salió con una condena de treinta años. El fiscal, del que quiero olvidarme su nombre y apellidos, ocupó después un importante cargo político en el Ayuntamiento de Las Palmas. Pero dejémoslo de lado. Sí te puedo contar que aún tengo in mente las visitas que le hacíamos a mi padre al campo de concentración de La Isleta. Yo acompañaba a mi madre y a un hermano de ella. Es difícil olvidar, como te supondrás, las emociones que de parte y parte se producían en aquellos encuentros”.

Con una memorización casi perfecta de lo sucedido en su entorno, Luís puso fin a la primera parte de este encuentro, con las siguientes palabras: “Mi padre se pasó cinco años en los campos de concentración y demás está decirte que no lo rehabilitaron en su profesión de piloto de una compañía naviera, en concreto de la Transmediterranea. El sí se rehabilitó por sus propios medios, pero trabajando para otra naviera. Y así fuimos tirando. El resto de mi historia ya la conoces”.

Total que después de esta charla, donde no faltaron -como no podía ser de otra forma- evocaciones a los momentos políticos y económicos actuales,  pusimos fin a nuestro encuentro con la firme promesa de volver a encontrarnos. Por mi parte lo hice envuelto en muchas preguntas  sin contestar acerca de Luís y su familia. Interrogantes que hoy, pocas fechas más tarde, vuelvo a hacerme: ¿Por qué nadie ha rendido un homenaje de rehabilitación  a Manuel García Alemán? ¿No estará Guía en deuda con Luís García Jiménez? ¿Acaso cuesta tanto poner a las personas en sus justos sitios, esos que la otra historia de la Guerra Civil no ha contado? ¿Vale los nombres de unas calles? ¿De unas plazas? ¿Una publicación? ¿Un público homenaje?...      

 
Luís García Jiménez en un fotografía reciente con su familia.


Modificado el ( viernes, 07 de noviembre de 2008 )