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mircoles, 04 de julio de 2007
¿NOS MERECEMOS LA VIDA?

Por Javier Estévez.

A Gloria Betancort.

Sé que el título de esta disertación puede parecer un poco tremebundo, hasta funesto. Lo sé. Sin embargo, lo único que he hecho es darle forma interrogativa a una contundente reflexión realizada hace unas semanas por el escritor lusitano José Saramago. Evaluó, el nobel luso en una interesantísima entrevista, el origen y las consecuencias de las acciones y actitudes del ser humano actual. Y esa apreciación finalizó con esta contundente y textual afirmación: “No nos merecemos la vida”.

Mientras le doy vueltas y vueltas al tema, no deja de resonar de manera permanente en mi cabeza esa sentencia del filósofo inglés Thomas Hobbes, Homo homini lupus, “el hombre es un lobo para el hombre”, parafraseando a la que en su día, hace más de dos mil doscientos años, creara el dramaturgo latino Plauto: Lupus est homo homini non homo. Creo que me voy atrever a modificarla en los albores del siglo XXI. Homo homini tiranosaurius, es decir, el hombre es un tiranosaurio para el hombre.

La creencia en que la globalización y la liberalización del mercado eran las claves para la reducción de la pobreza, de las injusticias, de las desigualdades, ha resultado ser la mayor falacia en la historia de la humanidad; y para muestra, un botón: ahora mismo, mientras tan sólo un 2% de la población mundial disfruta de más del 80% de las riquezas que este planeta genera, existen 1.000 millones de personas que viven con sólo 1 euro al día y la mitad de la población mundial, esto es, 3.000 millones de personas, de seres humanos, sobreviven con tan sólo 2 euros diarios. ¿Somos o no somos unos tiranos?

Pero no voy a hacer de pepito grillo ni voy a ponerme a enumerar todos y cada uno de los problemas generados por nuestro modelo de desarrollo: me consta que todos los sabemos. Es el efecto positivo de tirar más de tres horas diarias de nuestro tiempo frente a la tele o navegando por ese turbio océano llamado internet. Amén de la nada desdeñable virtud de esta sociedad sensacionalista que hace de las desgracias y catástrofes (eso si, siempre ajenas) las delicias de la atolondrada audiencia; en definitiva, que estamos bien enterados de cuales son los problemas que generamos, a pesar de que seamos expertos en sorderas selectivas e interesadas y miremos siempre hacia otro lado como si el problema no fuera nunca con nosotros.

En cierto modo, hay momentos en los que coincido con Saramago: no nos merecemos la vida.

En este triste panorama, en esta oscuridad inmensa, surgen, afortunadamente, como pequeñas constelaciones personas que no conocen el descanso y hacen de lo que algunos consideran utopías, su realidad. Viven trabajando en pos de la igualdad entre congéneres, por la definitiva abolición de la pobreza, por la paz. Ayudar a los demás, a quien realmente te necesita, ¿no es hermoso escuchar tanta humanidad en tan pocas palabras?

Entre la pesimista pero fundada afirmación de Saramago, y la lucha por estos sueños de igualdad que aún residen en el espíritu de muchas personas, me decanto por estos últimos. No me cabe ninguna duda de que las utopías de hoy serán las realidades del mañana, y si no, cuéntenle a un sufrido proletario de las numerosas industrias decimonónicas que pululaban por Europa, que llegaría el día en que cualquier trabajador de su país tendría regulada la jornada laboral por un convenio colectivo, que tendría derecho en caso de despido a un subsidio por desempleo, y que podría disfrutar de unas vacaciones pagadas, amén de la sanidad y educación gratuitas. En efecto, una realidad actual que fue un horizonte en el pasado. De sueños inalcanzables a derechos incuestionables.

El genial Bertolt Bretch afirmó una vez algo así como que en la vida hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

NOTA: Texto publicado en el Blog de Javier Estévez.
Modificado el ( mircoles, 14 de noviembre de 2007 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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O P I N I Ó N
BASES VERSUS CÚPULA

Erasmo Quintana

El latinajo de que nos servimos dicen que viene a significar “contra” o “frente a”; también se suele emplear en algunos países hispanoamericanos para marcar la oposición entre los bandos contendientes en torneos deportivos, por ejemplo, entre nosotros: Real Madrid versus Barcelona. Los entendidos, sin embargo, dicen que se trata de un uso incorrecto tomado a través del inglés, pues el latín versus no significa “contra” sino “hacia”. Permítasenos, a pesar de todo, la primera acepción para titular el presente comentario.

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