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Abierto por obras (a propósito de la anunciada reforma del Altar Mayor). Por Erasmo Quintana Ruiz PDF Imprimir E-Mail
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lunes, 20 de noviembre de 2006

Por Erasmo Quintana Ruiz

Mi ciudad tampoco se ve libre de este fundamentalismo de la reforma. Un grupo de cuatro amigos pertenecientes a una asociación, sin llevar al conocimiento de sus conciudadanos el proyecto, que posibilite el razonable y consiguiente debate público, pretenden unilateralmente transformar el altar mayor en su totalidad, quitando el mármol de su piso para poner, a mayor altura, la piedra de Arucas o similar. Lo justifican porque, al parecer, la Liturgia aconseja que el oficiante esté por encima de los feligreses. Si dentro de otros cincuenta años cambian –porque los nuevos tiempos lo aconsejan-, y hay que poner al celebrante a la altura de los participantes de la misa, ¿se tendrá que romper nuevamente, para estar a tono con dicha Liturgia?

TEXTO ÍNTEGRO

 

Acaba de celebrarse en Guía dos jornadas de formación para técnicos (agentes culturales) muy recientemente; una intitulada “La diversificación en la oferta y gestión de la cultura local” y la otra “Violencia cultural y Cultura participativa”. Ambas contaron con un cualificado elenco de Catedráticos, Profesores universitarios, Técnicos del Cabildo y Licenciados, así como el Consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Isaac Godoy Ramos y el Director General de Cooperación y Patrimonio Cultural, Moisés Plasencia Martín, confiriendo gran altura a los temas desarrollados. Las Jornadas fueron auspiciadas por Pronorte y el Ayuntamiento de Guía, valiéndose de los programas Interreg-III B y Recla, con fondos Feder.

 

 

 

Todo sobrevoló a gran altura, insistimos, pero en esta ocasión preferimos comentar únicamente lo que tiene que ver con el presente título, feliz ocurrencia del Doctor Arquitecto y Jefe del Servicio de Patrimonio Histórico-Arquitectónico de la Diputación Foral de Álava, Juan Ignacio Lasagabaster Gómez. Su ponencia giró en torno a la restauración de la catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz, o lo que es lo mismo, la recuperación integral de su monumento. Tuvimos la oportunidad de seguir en amena disertación los avatares de tan importante trabajo de restauración de un monumento de iglesia fortaleza del S.XII inserta en su casco medieval. Con las ideas claras, inspiradas en el máximo respeto a un templo de estilo gótico, se procedió por el equipo técnico a poner en práctica una metodología de trabajo para su recuperación integral afrontando numerosas actuaciones parciales de consolidación y reparación frente a actuaciones acometidas a lo largo de cientos de años en una casi dramática lucha contra la gravedad (la gran estructura del edificio, torcida ya, se caía, con la aparición de fisuras y grietas y desprendimiento de cascotes de alguna de sus bóvedas), devolviendo su hermosa imagen gótica junto a los arcos codales del S.XIV. Lasagabaster hizo un Plan Director regulador de las intervenciones, y ante la gran expectación que despertó en los vecinos dichos trabajos, pensó en una apertura controlada a la Catedral mediante visitas guiadas en grupos de quince personas, las cuales, mediante pago de una módica cantidad, asisten a los trabajos y pueden contemplar una exposición con los contenidos de las investigaciones realizadas. De ahí la feliz idea que tuvo: en vez de poner a la entrada “cerrado por obras” puso “abierto por obras”. Teniendo en cuenta que los trabajos comenzaron alrededor de 1992, cientos de miles de personas venidas de todos los lugares de la geografía hispana han contribuido en no poca medida a contrapesar los gastos nada despreciables para las arcas de aquella bella ciudad cargada de historia que es Vitoria-Gasteiz, capital de la legendaria Álava.

 

Con ser tan importante todo lo que escuchamos al excelente restaurador vasco, quiero hacer hincapié en la, a mi juicio, mejor enseñanza que se desprende de toda su disertación: el amor y el venerable respeto al vestigio histórico, interviniendo no para modificar o añadir elementos que no son suyos, con estrafalarios aditamentos que no son ni de su uso ni de su época, sino para volverlo a su estado original que el paso funesto del tiempo se ha ido encargando en deteriorar. Inevitablemente me viene a las mientes nuestro desafortunado Castillo de La Luz, que siendo acometido de una transformación, en vez de restauración, lo vemos a punto de ser inaugurado con un horroroso adminículo a la manera de inútil sombrero metálico que se enseñorea en las almenas de la fortaleza.
Ya la visión de su conjunto no será la misma que han disfrutado miles de generaciones porteñas e isleteras, que lo consideran tan suyo, laspalmeños en general y en definitiva los grancanarios. Después de oir la restauración de la Catedral de Santa María de Vitoria me pregunto qué técnico, penetrado de la gaya ciencia, se le ocurrió semejante atentado a un edificio militar de más de medio milenio. Lo he visitado en varias ocasiones por motivo de exposiciones, actos culturales o para escuchar ilustres pregoneros, y temo en verdad volver para no presenciar con sobresalto los destrozos que habrán sido necesarios al objeto del endiablado ascensor, sin contar la nada despreciable contaminación visual y de conjunto de la que debe estar afectado. Esperamos, con los dedos cruzados a la manera de un buen nigromante, que no le pongan otro artilugio de nuestra época al Castillo de Mata.

 

 

 

Mi ciudad tampoco se ve libre de este fundamentalismo de la reforma. Un grupo de cuatro amigos pertenecientes a una asociación, sin llevar al conocimiento de sus conciudadanos el proyecto, que posibilite el razonable y consiguiente debate público, pretenden unilateralmente transformar el altar mayor en su totalidad, quitando el mármol de su piso para poner, a mayor altura, la piedra de Arucas o similar. Lo justifican porque, al parecer, la Liturgia aconseja que el oficiante esté por encima de los feligreses. Si dentro de otros cincuenta años cambian –porque los nuevos tiempos lo aconsejan-, y hay que poner al celebrante a la altura de los participantes de la misa, ¿se tendrá que romper nuevamente, para estar a tono con dicha Liturgia?

 

Nos parece el mandamiento litúrgico de lo más conveniente, racional y respetable y que, en efecto, se tenga siempre en cuenta en la construcción de nuevas iglesias, pero las que ya tienen siglos construidas, como es el caso de la Iglesia de Santa María de Guía, declarada Monumento Histórico de Interés Nacional y catalogada con la máxima protección; de frontis neoclásico, flanqueado por dos elegantes torres y rematado su centro en cornisa ondulada; con un bello interior perfectamente proporcionado y dispuesto en tres calles que forman dos hileras de columnas, configurando un todo con su techumbre de madera noble en elegante y perfecta armonía arquitectónica, salvo que se esté deteriorando en alguna parte su actual belleza, no la debemos tocar.

Guía, 2 de noviembre de 2006.

 

Erasmo Quintana Ruiz

 

Concejal de Cultura y Patrimonio Histórico de Guía

Modificado el ( domingo, 25 de marzo de 2007 )
 

ESPECIAL 1811-2011

En 1811 regía el pueblo, en calidad de Alcalde Real, don José Almeida Domínguez, y destacaban como figuras preeminentes nacidas en Guía tres nombres propios que han pasado a la historia de Canarias: el escultor José Lujan Pérez, el canónigo y diputado Pedro José Gordillo, y el militar y poeta Rafael Bento y Travieso.

Por otro lado, de todas las epidemias que azotaron las islas Canarias en el siglo XIX, Guía sufrió especialmente ese mismo año una de las que causaron mayores estragos, la fiebre amarilla.

Y por si fuera poco, en pleno padecimiento de los efectos de la epidemia apareció una nueva plaga, la de langosta, que arrasó materialmente todo lo que estaba plantado y que hizo protagonizar a los vecinos de las medianías guienses aquella famosa promesa de que si les libraba el Cielo de la plaga, cada año sacarían a la Virgen de Guía en procesión. Cumplióse el ruego, llovió tanto en la comarca que las aguas acabaron con la cigarra y desde entonces en Guía se celebra cada septiembre la votiva y popular Fiesta de "Las Marías"

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O P I N I Ó N
ESPEJISMO CON LA ROJA

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La práctica del fútbol profesional, bien entendida, es más que un deporte. Para empezar es un estado de ánimo, es psicología, es disposición, es confianza colectiva. La selección nacional española, la “Roja”, alcanzó los triunfos que la hicieron campeona de Europa primero y campeona del Mundo después porque en sus mochilas los jugadores llevaban algunas de las condiciones apuntadas, a las que sumó seriedad, rigor, modestia y trabajo, mucho trabajo. Y fe siempre en la victoria.
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