Guía de Gran Canaria

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El primer encuentro entre don Bruno y el Alcalde Juan García Mateos

Por Bruno Quintana Quintana*

          Mis primeras actuaciones parroquiales y pastorales coinciden, como queda dicho, con el primer domingo de Cuaresma, por lo tanto, tenía que estar muy alerta porque era una mala costumbre, en algunos pueblos, de continuar celebrando bailes carnavalescos, profanando este santo tiempo de penitencia y reconciliación con Nuestro Padre, y pudiera ser que en mi nueva parroquia también los celebrasen en este Santo Tiempo. Y dicho y hecho. En un amplio salón que llamaban "Teatro Viejo", ubicado en la calle "Canónigo Gordillo" nº 20, el cual fue, en tiempos lejanos, templo o capilla del convento llamado el Hospicio y en la actualidad propiedad del Ayuntamiento de Guía, se estaban, con autorización de éste, celebrando bailes de "taifa" los sábados y domingos durante el año y por lo tanto, en la Santa Cuaresma.

        Enterado de ello y habiéndolo constatado, me veía obligado, cumpliendo con mi deber, a ponerlo en conocimiento del Sr. Obispo participándole que en un local que fue en un tiempo, templo de un convento de monjas, se estaban celebrando bailes en esta Cuaresma. El Sr. Obispo recibió el oficio que le envié con este motivo, dándole, por lo tanto, cuenta de lo que estaba ocurriendo en la Parroquia con las  diversiones,  nada coherentes con el Santo Tiempo de penitencia  en  que ya estábamos inmersos; y, después de enterarse de su contenido, adjuntándolo  con  un  oficio  suyo,  lo  envió  al Sr. Gobernador Civil de Las Palmas, participándole la anómala práctica de diversiones en la Parroquia de Santa María de Guía, autorizadas por el Ayuntamiento, durante la santa Cuaresma, que en nada favorecen a las buenas costumbres de un pueblo eminentemente católico, suplicándole hiciese valer su superior autoridad para que esas diversiones, con aires paganos, no hiriesen los hondos sentimientos cristianos a los fieles de aquella Parroquia durante dicho santo tiempo, por lo menos.

        La resultante de este oficio fue fulminante, según pude enterarme más tarde, puesto que el Sr. Alcalde de Guía recibió una comunicación del Sr. Gobernador prohibiéndole autorizar bailes durante la Cuaresma, y menos en un local que, por sus características arquitectónicas, fue templo en el que se celebraba el culto divino, en tiempos pasados.

        Yo creí sinceramente, cumplir con mi deber participando al Sr. Obispo esta ofensas a la moral cristiana y esta profanación al templo penitencial de la Santa Iglesia, y, puedo decir, que me olvidé, en absoluto, de esta comunicación, por lo que no me había enterado de la resultante de la misma, hasta que, un cierto día, sanamente, sin prevención ni malicia alguna, me dirigí al ayuntamiento de esta ciudad de Guía para saludar y ofrecer mis modestos servicios personales y parroquiales al señor Alcalde, a la razón, D. Juan García Mateo, y al Secretario del mismo que era D. Prudencio Estévez Galván, con motivo de haberme hecho cargo, como Cura, de la Parroquia de Santa María de Guía y de San Pedro Apóstol de la Atalaya y de San Francisco de Asís de Tres Palmas. Fui recibido muy cortés y atentamente por los mismos, y después de cambiar impresiones sobre varios temas, el Secretario, con una sutileza gatuna, insinuó un plan de relaciones entre la Iglesia y las Autoridades locales para la mejor convivencia entre ambos, procurando proceder, teniendo "un ten con ten", en "ciertos y concretos asuntos" para la mejor comprensión y cordiales relaciones entre las dos entidades y el pueblo, en general. Rápidamente, gracias a Dios, me di cuenta que pretendía "echarme" un lazo, "una red" para "atraparme" y poder, así, "manipular" mi acción pastoral en la Parroquia, frenando mi posible labor de intransigencia con la inmoralidad, en toda su variada y diabólica gama, que pudiera resultar de las diversiones que, por su índole mundana, conculcasen los mandamientos de la Ley de Dios y los de la Santa Iglesia.

        Ante tal "plan" caí en la cuenta, al instante, que era un "plan" trazado, concebido, como consecuencia de mi oficio  al Sr. Obispo sobre los bailes de "taifas" que se estaban celebrando en el pueblo los sábados y domingos de Cuaresma, y, seguramente   de   alguna   disposición  u  orden,  recibida  del Sr. Gobernador Civil sobre los mismos. Entonces reaccioné enérgicamente y, con toda cortesía, les dije:

- "señores,  yo  he  venido  como  Cura  de  esta Parroquia de Santa María  de  Guía,  nombrado  y  enviado  por  mi  superior, el Sr. Obispo, no "pedido ni traído" por nadie, para atender, religiosa y pastoralmente, a sus fieles hijos y velar por la moralidad cristiana, de sus costumbres y diversiones. Y si yo por corregir las inmoralidades, y llamar la atención sobre las diversiones pecaminosa, etc., tuviese que salir de esta parroquia, sería para mi una victoria, y, con santo orgullo, por los pueblos a los que fuese destinado, iría tremolando la bandera de mi triunfo en la que se leyera: por corregir las inmoralidades y por procurar que las diversiones no fuesen escandalosas, salí, o me echaron de Guía.

         Ellos al ver mi actitud de firma decisión en cumplir con mi deber como Cura de esta Parroquia, sin dejarme "sobornar" por "diplomáticas palabras", ni intimidar por nada, ni por nadie, callaron respetuosamente, y después de algunos comentarios sobre diversos asuntos, sin la menor trascendencia, con toda amabilidad y cortesía, y mutuamente deseándonos las mejores venturas, nos despedimos; y nuestras relaciones, en adelante, fueron siempre muy cordiales, sin que me molestasen en lo más mínimo. Bien es verdad que la situación política y social, en aquellos tiempos, en España, favorecía grandemente, las buenas relaciones entre la Iglesia y las autoridades civiles; pero, por lo tanto esta actitud mía, en mis primeros momentos en Guía, resultó para mi labor parroquial y social, de un efecto decisivo y eficaz durante los treinta y nueve años en que la regenté con plena libertad en mi acción pastoral en todos los niveles y también porque no me dejé "subyugar" por un sutil "reto caciquil", de ambos sexos, que todavía pervivían en la culta e hidalga Ciudad de Guía de Gran Canaria...

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*NOTA.- Texto extraído de las MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA, párroco que fue de Guía entre 1942 y 1982.

 

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