LAS MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA

PÁRROCO DE GUÍA (1943-1982)

 

El Cristo de la centenaria Cruz del "Calvario"

En la pág. 158 de las memorias de don Bruno Quintana Quintana, dedica especial atención a la historia profesional del escultor Cayetano Guerra Aguiar, donde destaca todos los pasos desde que empezó los estudios en el Colegio de las Dominicas hasta que, terminado el Bachillerato, pasó por universidades de Madrid, Barcelona y Zaragoza, donde estudió Ciencias Exactas, y, nuevamente en Gran Canaria, obtuvo la licenciatura en Bellas Artes y empezó a dedicarse a la docencia. Dos obras narra don Bruno en sus impresiones, rodeadas de curiosidad y emotividad...

Una de las primeras obras escultóricas que don Cayetano Guerra Aguiar ejecutó fue un pequeño busto, de singular belleza, de su hijo Cayetano, de 4 años, para ser colocado en la hornacina de la Virgen de Guía, frente a su sagrada imagen y a la derecha de la misma. Y, en efecto, allí está colocado, en la base de la jamba.

La segunda obra que ha realizado, que nosotros sepamos hasta el momento, de mayor envergadura, ha sido un Cristo Crucificado, de regular tamaño –1,50 metros-, de línea clásica y perfecta armonía, que esculpió en el año 1.982 en caoba, que luego no policromó sino que trató con una substancia especial y secreta, inspirada por su depurada técnica, que le imprime una tonalidad uniforme de original belleza mucho a los observadores, sobre todo a los entendidos en arte.

La Cruz en que fijó o "clavó" el Cristo es de tea muy curtida por la acción del sol, humedad, viento, etc. Tiene más de un siglo y estaba colocada en el "Calvario" o poyo existente en Berbería, lugar cercano al Albercón de la Virgen, a la vera de la carretera general primitiva donde antiguamente los vecinos de San Felipe, El Hormiguero, Gallego y otros barrios de Guía colocaban los féretros de los fallecidos en los mismos, mientras la comitiva fúnebre descansaba la larga caminata. De la citada Cruz, por la acción de los elementos, se desprendieron los brazos, y habiéndose percatado de tal deterioro el vecino de Guía y propietario, don Guillermo Domínguez Padrón, retiró el pie vertical y los brazos de la citada cruz, conservándola con gran veneración en la casa solariega que poseía muy cerca, en Barranco Hondo. Con gran diligencia, digna de encomio, adquirió una nueva cruz de tea que colocó en el lugar, donde aún permanece, y luego bendije.

Al enterarse este señor de que don Cayetano Guerra estaba esculpiendo un Cristo Crucificado, le visitó y, entusiasmado por la obra de arte que ejecutaba, generosamente l e ofreció la Cruz que conservaba en su casa, pues comprobó que dado el tamaño de la imagen ésta encajaba perfectamente en ella. Y dadas las huellas que los elementos habían dejado grabadas en la misma, imprimía al conjunto un matiz de antigüedad y de sobriedad. El escultor, muy complacido, aceptó tan valioso don.

Terminado el Cristo y reconstruida la Cruz, sigilosamente fueron llevados por los señores don José Benítez Rodríguez y don Carmelo García García al templo parroquial, para en su momento oportuno y colocados en su sitio, dar la sorpresa al público. La Cruz con el Cristo fue subida a la Sala de Luján, ubicada en el Camarín, y en la testera de la misma lo colocaron, enmarcado por dos piezas de morera, bellamente talladas por el fino ebanista don Juan Serrano Moreno.

El día de julio de 1.982, terminada la misa de las siete y media de la tarde, invité a todos los fieles a que asistiesen a la bendición del Cristo Crucificado, obra maravillosa del escultor don Cayetano Guerra, quien me lo regaló como cura de esta parroquia y que yo, con profunda gratitud, lo dono a la parroquia que he regentado durante 39 años. Bendije el Cristo, siendo los padrinos los tres hijos del escultor: Cayetano, de 12 años; María de Guía, de 8, y Marta de 6. Asistió también la esposa del artista, doña Aurora Artal Fernández, aunque no lo hizo el escultor por cuestión temperamental o modestia...

Antes de bendecir el Cristo, dirigiéndome a los asistentes, leí el siguiente escrito, que quedará como documento fehaciente para la historia parroquial: "Yo Bruno Quintana Quintana, cura de Santa María de Guía, he recibido del eximio escultor don Cayetano Guerra Aguiar, licenciado en Bellas Artes y catedrático de Dibujo en el Instituto de Guía, natural y vecino de esta ciudad, un Cristo Crucificado de 1,50 metros de tamaño, sin policromar, esculpido en caoba, como obsequio a mi persona. Yo, profundamente agradecido, en plena conformidad con el escultor, lo dono a la Parroquia para que sea colocado permanentemente en el Camarín de la Virgen, enmarcado por dos grandes piezas de morera tallada por el fino ebanista, muy apreciado, don Juan Serrano Moreno. Se fijó el simbólico precio de cinco pesetas por esta valiosa entrega, significativas de las cinco principales llagas de Jesucristo, manantiales inagotables de gracia y vida para todos los humanos de buena voluntad".

El escultor, actualmente está terminando una imagen de San Francisco de Asís, casi de un metro, con un maravilloso y clásico tratado de paños. Fue un encargo que le hizo, hace tiempo, el ingeniero de Montes don Manuel Díaz Cruz. También esculpió un bello busto de su padre, don Juan Guerra Galván, que regaló a su madre doña Reyes Aguiar Guerra. Posee una buena colección de figuras pequeñas, de línea clásica, que realizaba como estudios escultóricos; p.e., un discóbolo, una dolorosa, niños, etc.

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