LAS MEMORIAS DE DON BRUNO QUINTANA QUINTANA

PÁRROCO DE GUÍA (1943-1982)

 

DOSCIENTOS KILOS DE PLATA PARA EL TRONO DE LA VIRGEN

BRUNO QUINTANA QUINTANA

(Por la transcripción: B. DE V.)

Hacía mucho tiempo que los hijos de esta ciudad de Guía alimentaban en su ánimo el anhelo de adquirir un artístico trono de plata para su Patrona, la Santísima Virgen de Guía. Yo, en mi nada, me hice eco de ese anhelo. Y aprovechando la coyuntura que me ofrecía un viaje a Roma con motivo del Año Santo de 1950, durante los siete días que permanecimos en Barcelona -de regreso de la Ciudad Eterna- me entrevisté en el mes de noviembre del citado año con el célebre artista y orfebre Ramón Sunyer Clara, para orientarme sobre la posible adquisición de un trono de plata para nuestra amada Patrona.

El citado artista me atendió muy amable y, después de cambiar impresiones y de mostrarme las maravillosas obras de arte que en sus talleres se realizan y se exponen, acordamos que yo, después de consultar y cambiar opiniones con mis parroquianos más interesados y destacados por sus conocimientos artísticos, le enviase la medida de la imagen de la Virgen, del trono actual, de la puerta de salida del templo y que le indicásemos en qué estilo queríamos que fuese realizado. Así se hizo a mi regreso a Guía y, con fecha 25 de enero de 1951, le enviamos los datos. En el mes de julio del citado año recibimos el anteproyecto y, después de estudiarlo detenidamente y recoger la opinión de los más entendidos, se lo remitimos con nuestras observaciones, rogándole que una vez hechas las rectificaciones que le indicábamos, lo remitiese junto con un cálculo aproximado del presupuesto del mismo. Oportunamente recibimos el presupuesto y el proyecto del trono. Resultó tan elevado su coste que desistimos de encargar dicho trono y esperar tiempos mejores.

Así se lo hicimos saber al orfebre catalán en atenta comunicación.

Más tarde, allá por el mes de septiembre de 1952, en un viaje que efectuaba a Barcelona el general don José Samsó Henríquez, aceptando su ofrecimiento, le rogué visitase al orfebre señor Sunyer Clara e inquiriese de él una última palabra sobre el presupuesto y realización del trono. Así lo hizo don José, con todo interés y bondad, y en consecuencia determinamos prescindir definitivamente de encargarlo al señor Sunyer, porque no estaba al alcance de la parroquia adquirir el trono de plata a tan elevado precio, ni con donativos ni suscripciones. Entre tanto decidimos viajar a La Laguna de Tenerife donde, desde muy antiguo, han existido hábiles orfebres de depurado arte, habiendo realizado a través de los tiempos valiosas obras de orfebrería en plata que han enriquecido el tesoro artístico de las parroquias y de particulares. En efecto, el 4 de julio de 1953 embarqué para Tenerife acompañando al estimado amigo don Fortunato Estévez Galván, vecino de ésta, gran entusiasta y admirador de las obras de arte y, por lo mismo, con ferviente deseo de buscar los medios para adquirir un artístico trono de plata para su amada Patrona, Santa María de Guía. Al llegar a aquella isla nos dirigimos a La Laguna y allí nos orientaron hacia la calle Viana, número 21, donde tenía su taller de orfebrería don César F. Molina.

Allí lo encontramos y con él entablamos un cambio de impresiones, exponiéndole nuestras pretensiones. Todo ello le interesó mucho y quedamos en que enviaríamos las medidas pertinentes para realizar el anteproyecto. Así se hizo. Y después del intercambio de correspondencia sobre el asunto del trono, nos hicieron saber que dicho orfebre no estaba legalmente matriculado, trabajando, por lo tanto, clandestinamente. Por esta razón, no podíamos pedir al Sindicato Nacional del Metal el lote necesario de plata para tal obra, puesto que teníamos que indicar el taller y orfebre que se encargaba de realizar el trono y necesariamente tenía que estar matriculado. Por todo ello, con gran pesar nuestro, que deseábamos se realizase en La Laguna por lo cerca, tuvimos que desistir del citado orfebre porque tampoco podíamos conseguir, por donación de los fieles, la cantidad mínima de noventa y cinco kilos de plata para dicha obra, como lo había propuesto el orfebre al no poder adquirirla del Sindicato Nacional.

Descartados, pues, los orfebres de Barcelona y La Laguna, aprovechamos la coyuntura de un viaje a Madrid de don José Samsó Henríquez para que inquiriese si en la capital de la Nación había algún taller de orfebrería con quien pudiéramos dialogar sobre nuestro proyecto de trono de plata. Y, efectivamente, fue recomendado a los Talleres de Arte, ubicados en la calle Agustín Bethencourt número 15. Nuevo anteproyecto y, concluido el mismo, fue examinado en Guía, agradándonos a todos, que lo aceptamos. También su presupuesto, ya que Samsó Henríquez, en un rasgo de generosidad y de amor y gratitud a la Virgen de Guía, bajo cuya protección maternal vió, por primera vez, la luz del día, decidió sufragar todos los gastos que obra de tanta envergadura había de ocasionar o, lo que es lo mismo, decidió donar el trono a la Parroquia.

Así se pudo adquirir el tan anhelado trono de plata para la Virgen de Guía, pues de lo contrario, por mera suscripción entre los vecinos y devotos, tarde o nunca se hubiese reunido la cantidad de más del millón de pesetas que habría de costar. Por suscripción, durante un año, sólo se habían recaudado 25.000 pesetas, que luego fueron destinadas para adquirir los laterales del trono y la tela de tisú de oro para los faldones de los mismos.

Todo, pues, aprobado y concertado, se dio principio a la construcción del trono en los Talleres de Arte de Madrid en los primeros días de noviembre de 1954. Para adquirir la plata necesaria, hube de dirigir una instancia al delegado de Industria de Las Palmas, para que informase al Sindicato Nacional del Metal sobre la veracidad de esta obra y autorizase la petición de 97 kilos de plata de ley. Más tarde se llegó a la conclusión de que se necesitaban 200 kilos del citado metal, petición que fue autorizada. Se imprimió tal celeridad a la realización del trono, que en ocho meses estuvo terminado y se cumplían los plazos para poder estrenarlo el 15 de agosto de 1955. Así pues, el 14 de junio del citado año, salió de Madrid hacia Barcelona el trono de plata, debidamente embalado, para ser embarcado, a bordo del "Ciudad de Cádiz", con destino a Las Palmas de Gran Canaria.

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