FIESTA DE LAS MARÍAS

SANTA MARÍA DE GUÍA

1811, origen de la Fiesta de Las Marías de Guía

La fecha de inicio de esta fiesta votiva  siempre por tradición oral se ha situado en torno a 1811- 1812, cuando Gran Canaria sufrió una terrible plaga de langosta, a la vez que una epidemia de fiebre amarilla, siendo la entonces Villa de Guía una de las más afectadas de la isla.

Documentalmente el origen de la fiesta ha sido una incógnita ya que en el archivo parroquial y en el municipal, no se ha encontrado  dato alguno que pueda aportar información al respecto.

Quien nos arroja una luz sobre su origen es el médico D. Domingo Déniz Grek(1808-1877), su inquietudes e interés por la Historia, hace que desde que regresa  a  Canarias al concluir sus estudios en la Universidad de Montpellier(Francia), tal y como nos ha indicado, D. José Miguel Alzola, comience a recopilar datos sobre la Historia de las Islas Canarias, que concluirá en el año 1854 cuando termina su obra “ Resumen Histórico-Descriptivo de las Islas Canarias”, manuscrito que se encuentra en el Museo Canario y que pertenece al Fondo Documental José Miguel Alzola González.

El capitulo VI de esta obra lleva por titulo “Calamidades Públicas”, dedicando un apartado a las LANGOSTAS, en el que después de hacer una introducción del origen y consecuencias de las plagas, cita las más grandes y destructoras desde el año 1586.

Al llegar a las del siglo XIX dice:

“En 1811- arribó a todas las Islas una inmensa plaga de langosta. Volaba sobre ellas en espesos nublados que interceptaban los rayos del sol. Su voracidad fue espantosa y exterminó los campos.

En esta ocasión, los vecinos de la Villa de Guía en la Gran Canaria, ofrecieron a su patrona N.S. de Guía celebrarla anualmente, por la total extinción de  esta plaga asoladora. Desde entonces viene la fiesta de los Ramos, que tiene lugar en uno de los domingos del mes de setiembre, en el que las gentes bajan del campo llenas de alborozo armadas de ramas de árboles, y reuniéndose a la entrada del pueblo salen luego para la plaza, y entran con bullicioso júbilo en la Iglesia Parroquial, ostentando su alegre y lozana ofrenda, cuyo acto acaba de solemnizarse con una función religiosa”.

Sergio Aguiar Castellano

Lcdo. en Filología Hispánica (Universidad de La Laguna)

Especialista Universitario en Archivística (UNED)

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