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GUÍA DE GRAN CANARIA

 

PASOS ATRÁSPasos atrás

ANDRÉS RUIZ DELGADO

En su momento, con la debida oportunidad, hacíamos hincapié en el grave riesgo que se incurría cuando el Ayuntamiento de Arucas, a punto de iniciarse las obras de la Variante de Bañaderos por la costa, en agosto de 1999, dio el cambiazo y se inclinó súbitamente por un nuevo trazado afectante a zonas plataneras: su previsible demora, con nuevos estudios, nuevos proyectos, nuevos presupuestos, nuevas licitaciones, costosas y controvertidas expropiaciones, más los condicionantes medioambientales.

¿Qué ha pasado» Lo que predecíamos, teniendo en cuenta el lento y complejo mecanismo de la burocracia: que el desarrollo de este trozo vital de la Autovía del Norte, entre Bañaderos y El Pagador, puede diferirse no menos de cinco años, en virtud de que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias dispuso la suspensión cautelar de la nueva vía por la zona platanera, ahora a expensas del dictamen del Tribunal Supremo.

No es que nos inclinemos por uno u otro trazado. Lo que planteamos es la inoportunidad del giro. Aquí, en Gran Canaria, nos caracterizamos por interponer cortapisas de todas las especies a cualquier proyecto de envergadura. Frenamos como sea. Hay ejemplos notorios –casi escandalosos–, como lo ocurrido con la Variante de Tafira, cuyo diseño inicial se aprobó en 1994 y ralentizada largos años, tras rocambolescos episodios, a causa de diferentes reclamaciones –o variaciones– demandadas desde instituciones y grupos.

La misma Autovía del Norte, en su primer tramo desde Las Palmas, se vio dilatada varios lustros por la indecisión del Cabildo Insular de Gran Canaria de aquella época, que no estaba dispuesto a aceptar su prefinanciación (mil millones de pesetas), según la fórmula ofrecida por el Ministerio de Obras Públicas que entonces presidía Silva Muñoz. Y lo que son las cosas: idéntica oferta el Cabildo Insular de Tenerife, para la realización de autopistas en aquella isla, fue aceptada de inmediato por la corporación encabezada por Galván Bello.

Consecuencia de todo esto: que Tenerife ha logrado una red de carreteras más amplia y capacitada, muy por delante de Gran Canaria, cuyos efectos negativos para nuestra isla todavía se padecen.

Lo asombroso de este último capítulo –el de la Variante de Bañaderos– El Pagador– es que el Ayuntamiento aruquense, que paralizó de hecho el trazado por la costa, se inclinara después por “una solución provisional” para los enervantes atascos que se producen –insistimos, fácilmente previsibles–, con la implantación de nuevos carriles eventuales en la actual carretera, entre Bañaderos y El Pagador, que es la “solución” consensuada con la Consejería de Obras Públicas y aprobada por el Gobierno Autónomo. Total: 600 millones de nada. O sea, más gastos millonarios –que pagan los contribuyentes– en parches de provisionalidades, sólo porque a última hora se les ocurriera cambiar lo que estaba proyectado, presupuestado y a punto de iniciarse, sin que en tiempo y forma, en el preceptivo periodo de la fase informativa, practicasen las oportunas alegaciones.

En este penoso entramado, tiene entera razón la Consejería de Obras Públicas cuando aduce –y coincidimos– que las demoras en las vías norteñas irrealizadas obedecen a modificaciones solicitadas por los alcaldes sobre proyectos que ya estaban a punto de contratación. Que nadie se escaquee, por tanto, ante las responsabilidades consiguientes y, en consecuencia, cada palo aguante su vela a la hora de asumir su porción de culpa.

Otra cosa es a dónde puedan ir las “perras” determinadas para las ejecuciones diferidas (en total, según cifras, 27.000 millones, financiados por el convenio del Plan de Carreteras Canarias–Estado de 1997). Sobre lo cual media la palabra del consejero Castro Cordobez.

Encomiable –es justo consignarlo– el dinamismo de que hacen gala varios ayuntamientos norteños, entre ellos el de Arucas, por la mejora de las condiciones de vida y desarrollo de sus municipios. Lo que criticamos, en este caso, es la extemporaneidad del procedimiento empleado, que conduce a inevitables dilaciones. Este frenazo de años se une, así, a otros experimentados en nuestra Isla, síndrome preocupante por su incidencia repetitiva.

Estamos en un país –éste, el de las ínsulas– donde la mayoría de las cosas las dejamos sujetas a improvisaciones, cambios o vaivenes, conforme el viento que sople. Sería bueno para todos que se meditasen concienzudamente las decisiones, sin tantos avatares que, a la larga y hasta de inmediato, conducen a perjuicios incalculables, como éste a que ahora se ve abocada una comarca tan pujante como la del Norte, asfixiada en sus comunicaciones por los frenos y veleidades –si no iclinaciones determinadas– de unos y otros, sin atemperarse a eso que se llama interés general, algo que parece decadente utopía, y cuyo menoscabo, en definitiva, pagan miles y miles de ciudadanos de ese Norte que sigue clamando por una mejora que requiere con toda urgencia y justicia.

Está así, en veremos dilatorio, el tramo Bañaderos–Pagador. Queda luego –¿para cuándo»– el que partiendo de El Pagador enlazará con la Autovía Guía–Gáldar–Agaete. Son como vasos incomunicados –“cuellos de botella”, ha dicho el alcalde galdense, Demetrio Suárez–, con lo que la efectividad del conjunto de la red queda partida, troceada, sin conseguirse, por ello, el efecto deseado de una vía completa, de curso rápido, ágil y fluido, que posibilite el progreso de una zona, la norteña –cien mil habitantes, un potencial agrícola y unas perspectivas turísticas, industriales y comerciales no debidamente explotados– llamada, con esos ingredientes, a vigorizar todavía más el papel de Gran Canaria. Que no limita sólo al Sur.

PUBLICADO EN

LA PROVINCIA del 23.05.2001

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