Guía de Gran Canaria

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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA ATALAYA DE GUÍA 2006

Por Nicolás Pérez Moreno

Ilmo. Sr. Alcalde, Compañeros concejales Queridos vecinos y vecinas, muy buenas noches

Deseo, en primer lugar, agradecer sinceramente la invitación realizada por la Comisión de Fiestas para pregonar las Fiestas en Honor a San Pedro de este año.

Una invitación que he aceptado encantado porque, creo, que pese a no haber nacido en esta Atalaya, en estos 7 años como concejal y sobre todo con el proceso de regularización de los solares, he tomado contacto cordial con la afable gente del barrio y ha aumentado una relación que ya tenía con el mismo, desde mi niñez y juventud a través de amigos de estudios y juegos.

Muchísimas Gracias.

Una vez dicho esto, quisiera empezar este Pregón poniendo sobre la mesa una reflexión de nuestra gente mayor, que nos recuerda que, conociendo nuestro pasado podremos comprender mejor el presente que nos toca vivir y atacar con más entereza el tiempo que está por venir.

Criado como la mayoría de ustedes apegado a esta tierra, voy a seguir ese consejo de la gente vieja, y a través de diversa documentación que sobre este barrio existe, realizaré un somero acercamiento al devenir histórico de La Atalaya. Apenas unas notas sobre cuál fue su origen y cómo se formó este importante núcleo poblacional.

Este Pico de La Atalaya que se encuentra destacando sobre el resto de esta costa norte de Gran Canaria, tuvo su origen hace unos dos millones de años cuando la superficie de la isla se abrió y surgió de sus entrañas el cono volcánico de mayores dimensiones que conoce la isla de Gran Canaria. La lava que salió del volcán le ganó terreno al mar consiguiendo el paisaje que conocemos hoy desde prácticamente Sardina a Llano Parra. De manera indirecta también sabemos que el volcán ha sido decisivo en la aparición de la fértil vega que lo rodea.

Los aborígenes que se asentaron en este territorio conocían perfectamente el medio en que vivían, con lo cual vemos como los principales asentamientos se dieron en el suroeste de la montaña, en Gáldar, sin embargo, en la parte que pertenece de la montaña a nuestro municipio, La Atalaya, también nuestros antiguos dejaron huella.

Esta montaña es un enclave aborigen de primer orden aún no estudiado. En su parte superior encontramos huellas de un lugar de culto religioso. En sus faldas algunas cuevas podrían tener improntas de uso por parte de aquel mundo aborigen, máxime cuando en las mismas faldas es posible encontrar algún enterramiento y numerosos restos de indudable factura prehispánica.

Una vez conquistada la isla, las pocas referencias que hay sobre el pico tienen que ver con su utilización como Atalaya, es decir como el lugar de avistamiento, uso que le da el nombre a nuestro asentamiento.

Ya en el año 1587, le pagaba el vecindario, al vecino de Guía, Melchor Alonso la cantidad de seis ducados mensuales para que sirviera de guarda y atalaya, estando aposentado en su sitio, teniendo tea y leña en el lugar para responder a los avisos y señales que les hicieran desde las Isletas.

Todavía en 1720 el oficio de atalayero se mantenía, así figura un hombre, Juan Pérez, en nuestro archivo parroquial. La trascendencia de este oficio era tal por los continuos ataques piratas a que era sometida la isla.

Hasta el siglo XIX, apenas si hay constancia de vecindario en esta Atalaya, sí de la explotación de las fincas circundantes como llanos de Parra o Tarazona, pero va a ser a partir de la mitad de ese siglo XIX, cuando de verdad vemos como las gentes se van asentar en nuestro barrio. Será la cochinilla y la riqueza que acompañó el cultivo de las tuneras la que realizará la primera llamada de gente a vivir al pico. Aparecen datos de numerosas plantaciones así de cómo se explotaba este producto que tanta riqueza dejó en Guía. También nos encontramos como aquí, en el barrio, existían hornos que la transformaban.

Con el decaer de la cochinilla llegaron plataneras y tomates. Va a ser en este momento y a lo largo de todo el siglo XX cuando a las laderas del pico llegarán numerosos brazos de la medianía de Guía, pero también de otros municipios para sorribar primero y luego cultivar la tierra. En aquellas laderas se irán asentando hombres y mujeres gracias a que los sucesivos alcaldes permitieron que en la montaña encontraran la posibilidad de un hogar.

Fueron muchos años de esfuerzos, de trabajar de sol a sol, de levantar casas en los horarios en que los cuerpos debían descansar. Precisamente de esa capacidad de trabajo y sacrificio, hoy tenemos el magnífico barrio que conocemos.

Hitos importantes en el proceso de urbanización del barrio fueron sin duda la llegada de la luz, estando don Francisco Ayala de Alcalde o del Agua al Pilar que según nuestros mayores fue en 1925. Precisamente existe un documento en el archivo municipal que nos habla de la petición que en 1923 hacen diversos vecinos y vecinas de La Atalaya al ayuntamiento para que ponga agua corriente.

Precisamente voy a tomar como punto de inflexión en este recorrido ese documento en el que aparecen los nombres de distintos vecinos del barrio. Hasta aquí les he hablado de la memoria escrita, pero lo que no podemos dejar de lado son a las personas que han protagonizado esta historia.

Así quedó en la memoria de nuestra gente mayor numerosos elementos que dieron pie a la conformación y carácter alegre de la gente de La Atalaya, así debemos recordar los bailes y asaltos de la Sociedad famosos en todo el norte, la creación del equipo de fútbol y del equipo de lucha canaria. Las historias bajo las farolas de carburo que encendía Rafael, o de las viejas tiendas de Ciriaca Suárez o Alvarito.

Partidas de baraja jugando a los cigarros y "juyendo" de la Guardia Civil. Aquellos bailes y asaltos eran el momento de darle brillo a los zapatos, con cascara de plátano que era lo que había, o de ponerse brillantina, o colonia, la Tabo que era a peseta o media peseta. Los sombreros se los compraban a Jorgito en Guía y los tenían que llevar a Agusto Estampío que también les remendaba los paraguas. Fuertes bailes, con la Philips o la de Megías, con el ron a una perra y cerveza de la Salud y la Tropical... carajacas, salchichón, corazón de vaca compuesto, papas, chochos y manises... todo no va a ser trabajo, ¿verdad?

Además debemos recordar cuando en nuestro barrio no había iglesia, pero ya existía la devoción por San Pedro, que antes de ser escultura fue cuadro y que se cuidaba en el almacén de tomates de aquí detrás, aunque también estuvo en la casa de Carmita Lucio o en la casa de Reyita en el Pilar.

Hombres y mujeres de la Atalaya que con tesón lograron sobrevivir dignamente en el lugar, los primeros que habían elegido y luego en el que habían nacido.

Tal y como yo lo veo, ése constituye uno de los mayores privilegios al que una persona puede aspirar: el poder permitirse vivir o volver a vivir en el lugar que le vio nacer después de toda una vida de trabajo y de lucha. Y aquí, entre nosotros, hay mucha gente que ha podido ver cumplido ese sueño.

Aquellos que han vivido aquí, han podido, con el paso de los años contemplar como crecía y se modernizaba el barrio,

Los vecinos de La Atalaya pueden estar orgullosos y presumir de haber logrado convertir este barrio en un magnífico lugar para vivir. Y esto lo han conseguido, en gran medida, gracias al tesón de sus habitantes que han arrimado el hombro siempre que ha sido necesario para sacar cualquier proyecto o iniciativa adelante.

Sus vecinos han sido, desde hace muchísimos años, todo un ejemplo de unidad en la lucha por lo que han considerado necesario para el barrio y desde aquí les felicito por ello.

Son muchos los personajes importantes que ha dado este barrio. Nombrar a algunos y dejar a otros me parece difícil y poco leal puesto que todos han luchado porque sus familias, sus negocios y su barrio se conviertan en el barrio que es hoy en día.

Personas poseedoras de un enorme espíritu emprendedor, valientes, arriesgadas.

Personas con una peculiar forma de entender la vida, la relación con los otros y la importancia de la comunidad frente a los intereses del individuo.

Son este tipo de hombres y mujeres los que consiguen que los pueblos avancen, se desarrollen y no pierdan el tren del progreso.

Sólo así podemos entender la mesura y el equilibrio con el que ha crecido y se ha expandido. Si bien es cierto que su fisonomía ha cambiado muchísimo en los últimos años, también lo es que, en comparación con otros lugares de la Isla, se ha guardado por parte de los habitantes de aquí, un gran respeto por sus costumbres, conjugando las más de las veces los intereses personales con el bien común.

Por suerte contamos todavía hoy con un lugar estupendo para vivir, tanto los que han nacido aquí como los muchos foráneos que, con muy buen tino, han elegido este barrio como lugar de residencia.

Por ese camino es por donde debemos continuar, apostando por el desarrollo, pero controlado, guardando el máximo respeto por nuestros espacios públicos, por nuestras zonas verdes, porque es la única garantía que tenemos de futuro y el más preciado legado que podemos dejar a las generaciones venideras.

Llegados hasta aquí, quisiera hacer una pequeña referencia personal acerca de mi relación con este barrio y con su gente.

Recuerdo que cuando venía a ver a mis tíos, hice buenos amigos que han llegado hasta hoy en día.

También puedo decir que entre los mejores compañeros de mi época en el Instituto de Guía había varios procedentes de este barrio. Gente noble y sencilla, buenos estudiantes que llegaban a Guía gracias al esfuerzo enorme que hacían sus padres para, como se decía entonces, "darles estudios, porque tienen cabeza".

Muchos de ellos aprovecharon esa oportunidad y continuaron estudiando una carrera, convirtiéndose en magníficos profesionales de los que todos podemos sentirnos orgullosos.

Los que no pudieron o eligieron estudiar, se han convertido en excelentes profesionales en distintas áreas logrando construir el edificio que sus mayores cimentaron.

Entre unas y otras generaciones han permitido que La Atalaya cuente hoy por hoy con la población más dinámica del municipio y que con las actuaciones que se están acometiendo y en el futuro se pondrán en marcha, Guía y la Atalaya se conformen como un solo núcleo que sin duda se convertirá en el eje del futuro del norte de nuestra isla, frente a la dejadez que hemos vivido en los últimos cuarenta años.

Bueno, mi intervención va llegando ya a su fin, no quiero extenderme mucho más.

El barrio de La Atalaya romperá en los próximos días su habitual y placentera tranquilidad para dar paso a la alegre fiesta, con la bulliciosa y colorista presencia de los fuegos artificiales que en la plenitud de la noche recordarán a todos la celebración en honor al Santo Patrón.

Entre acordes de grupos musicales, con el aroma de las roscas, con algún pizquito de ron, comenzará dentro de pocas horas esa auténtica algarabía de música y alegría que es la fiesta de San Pedro, lugar de encuentro de miles de vecinos del barrio y de este y otros municipios

La Atalaya se dispone a partir de esta noche a cambiar la rutina diaria por la efusiva y espontánea alegría de sus gentes, retrato del espíritu solidario y amigable de su vecindario que sin duda ha logrado hacer de este lugar un espacio con una personalidad y un carácter propio.

Como pregonero de este año, sólo pediré que acudan a estas fiestas con el alma llena de alegría, de amistad, de cariño hacia las demás personas, pues son las ocasiones como ésta las que nos brindan la oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos.

Amigos y amigas, ¡¡ VIVA SAN PEDRO !!!

¡¡¡ VIVA LA ATALAYA ¡!!

Las Fiestas en Honor a San Pedro de este año 2006 han comenzado.

Que ustedes las disfruten con alegría y en paz.

Felicidades.

Nicolás Pérez Moreno

Concejal de Urbanismo y Hacienda del Ayto. de Guía

 

info@guiadegrancanaria.org

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