ILUSTRÍSIMO SR, ALCALDE Y CORPORACIÓN MUNICIPAL DEL EXCMO.
AYUNTAMENTO DE LA CIUDAD DE GUÍA, SEÑORAS, SEÑORES Y AMIGOS TODOS
Ha sido para mi un honor que el Señor Alcalde, Don Fernando
Bañolas, me propusiera hacer de Pregonero de las Fiestas de la Ciudad de Santa
María de Guía. No es la primera vez que un salesiano ocupa este lugar, para
pregonar las Fiestas de Guía. Hace unos años lo hizo el cardenal venezolano José
Rosalío Castillo Lara, a la sazón Gobernador del Estado Vaticano, hoy jubilado
en tierras venezolanas. Pudieran estar aquí otros salesianos, de los que
trabajaron en el Colegio de "María Auxiliadora" de esta ciudad. Actualmente
somos siete. A todos ellos y a cuantos pisaron sus aulas, vaya nuestro recuerdo.
Me propongo hablar de un capítulo, de tiempos pasados,
perteneciente a la ciudad. Con sumo gusto he leído lo que figura en Internet
acerca de Guía, sus gentes, sus costumbres y sus tradiciones. Me he empapado un
poco de su historia, curiosa e interesante. He leído los estudios de Don Pedro
González Sosa, Cronista de la ciudad, elaborados con paciencia y sentido
científico. Pero he preferido plasmar mi regreso al pasado en tono
autobiográfico.
A todos los presentes, mi saludo cordial en esta noche en la
que se inicia el programa de festejos en honor de SANTA MARIA DE GUIA y de SAN
ROQUE. Un año más la buena convivencia y la grata diversión, van a unirse en
este mes de Agosto, dentro del calendario guiense.
En esta noche singular, quiero haceros partícipe de mi
testimonio de aquel año, en que, de modo anónimo, presencié los avatares de una
ciudad provinciana, silenciosa y recogida, a la que llegaron los Salesianos en
una mañana de verano. Trataré de re-crear el pasado recreando, al mismo tiempo,
al amable y paciente auditorio
1. LOS SALESIANOS LLEGAN A SANTA MARÍA DE GUIA
En el año 1954 el aumento de Salesianos provocó en Andalucía,
Extremadura y Canarias una división territorial de personas y obras. A mis
dieciocho años, me vi perteneciendo a la INSPECTORÍA SALESIANA DE CÓRDOBA., que
dirigía las Comunidades de Canarias. Al año siguiente, 1955, llega la primera
ampliación de Comunidades entre las que se encuentran los nuevos Centros Teror y
Guía.
La Crónica de la Comunidad, que se conserva en Las Palmas,
describe la primera jornada:
"Día 24 de Julio: En la mañana del día 24 de Julio de 1955
arribaron a Guía de Gran Canaria los primeros Salesianos: el Rvdo. Don Guillermo
Navarro González y el teólogo Don Manuel Rojas, en compañía de los Salesianos de
Teror con su Venerable Cura Párroco Don Antonio Socorro Lantigua y una
representación del Colegio de Las Palmas.
A las 11,00, en la Iglesia Parroquial de Santa María de Guía
se tuvo una función solemne en que cantó la Misa el Sr. Encargado, Don Guillermo
Navarro, ocupando la sagrada cátedra el Rvdo. Don Adolfo Martínez, Encargado de
la casa de Teror y en la que se interpretó la Misa de Pío X a cargo de teólogos
y clérigos salesianos.
A continuación se organizó una procesión con la imagen de San
Juan Bosco hasta el Colegio. Al llegar, el Venerable Sr. Cura párroco, Don Bruno
Quintana Quintana, dio la bienvenida a los Padres Salesianos contestándole el
Rvdo. Don Guillermo Navarro.
Al mediodía se comió en casa de la ilustre dama fundadora,
Doña Eusebia de Armas. En album "ad hoc" figura la crónica gráfica de tan
memorable jornada.
Por la tarde, a las 5,30 fue la toma de posesión del Colegio
de Teror."
2. UNA ILUSTRE DAMA: DOÑA EUSEBIA DE ARMAS Y ALMEIDA
¿Qué pretendían hacer los Salesianos en la ciudad de Sancho
de Vargas? ¿Quién era la persona que deseaba su presencia? La promotora era Doña
Eusebia de Armas y Almeida. Tan ilustre dama -a quien muchos de Vds.
conocieron-, era viuda de López Ogáyar, General de la Guardia Civil. En virtud
de un patrimonio familiar abundante, se encontró gozando de cuantiosos bienes
económicos. No tenía descendencia directa; por lo que se propuso, con el consejo
de personas entendidas, hacer una obra social en la ciudad de Guía. La
beneficencia que Don Alejandro Hidalgo había realizado con la compra y donación
a los Salesianos del Colegio de Las Palmas, llegó a sus oídos. En más de una
ocasión asistiría a los cultos y procesión de Maria Auxiliadora por las calles
de Ciudad Jardín y quedaría encantada del comportamiento de los alumnos
Decidida como era, puso manos a la obra, al final de los
cuarenta,. Su propósito era crear una institución llevada por religiosos,
preferentemente salesianos, que se ocupasen de enseñar artes y oficios a los
jóvenes de la zona, al mismo tiempo que recibieran educación cristiana.
Al servicio de esta idea puso sus bienes a disposición para
construir un Colegio, de pretensiones modestas, de calidad en espacios e
instalaciones. Hizo visitar muchos centros educativos para que el suyo fuera
modélico en aulas y talleres, además de un internado para alumnos pobres.
Contactó con los Salesianos. a través del Director de Las
Palmas. Las conversaciones se mantuvieron hasta que se hicieran cargo del
Colegio. Ella se comprometía a hacer un contrato con la Congregación, a fin de
dejar claro el funcionamiento del Centro de cara al futuro. Pero este contrato
nunca se llegó a hacer, porque el día 7 de Agosto de ese mismo año cayó enferma,
imposibilitada de habla y de escritura. La Crónica dice sencillamente lo
siguiente:
"En la mañana del Domingo 7 de Agosto, amaneció la ilustre
dama fundadora postrada por un ataque de hemiplejia con parálisis del lado
derecho, perdida el habla y el conocimiento."
Todo quedaba a merced de sus representantes legales, que
gestionaron su patrimonio hasta su muerte, de acuerdo con el Obispado de
Canarias, heredero universal de sus bienes. Su delicado estado se prolongaría
durante cinco años. Murió el 28 de Agosto de 1960 y fue enterrada en la cripta
que se había preparado debajo del altar mayor de la Iglesia de Maria
Auxiliadora, construida en el mismo Colegio..
Así describe la Crónica el día de su fallecimiento y
entierro:
"Día 28 de Agosto: Día de luto para el Colegio. Muere a las
3,30 de la tarde la Fundadora del Colegio, Excma. Sra. Doña Eusebia de Armas
Almeida. El Sr. Director estuvo toda la tarde velando su cadáver. Por la noche,
de 9,30 a 12,00 estuvo el resto de la Comunidad.
Día 29 de Agosto: El Rvdo Sr. Director dice la Misa en la
capilla ardiente y acompaña al cadáver hasta media mañana. Por la tarde, a las
5,00, es llevado el cadáver a la iglesia parroquial donde se tiene el funeral y,
a continuación, el entierro.
Asisten al sepelio el Excmo. Sr. Obispo, Don Antonio Socorro,
las Comunidades de Las Palmas y Teror, además de todas las autoridades locales y
las de la Guardia Civil de la provincia. A las 7,30 llegó el cortejo fúnebre al
Colegio; en la cripta los niños cantan un responso a su gran bienhechora.. Una
gran multitud acompañó al féretro y desfiló después por la cripta.
Descanse en paz esta gran dama benemérita en su labor y su
sacrificio, dignos de imitación. Su nombre quedará siempre vivo en el recuerdo
de cuantos pasen por este Colegio Salesiano."
Doña Eusebia siempre fue una mujer querida por salesianos y
alumnos. Con frecuencia el Director la visitaba, acompañado por algún hermano de
la comunidad. A los alumnos, en especial a los internos becarios, se les hablaba
de la Fundadora y se le dedicaba diariamente un recuerdo en la oración.
Las cosas no fueron fáciles desde su muerte. Al ser heredera
universal de sus bienes la Diócesis de Canarias, ésta se hizo responsable de la
administración. Pero nunca llegaron a concretarse con el Sr Obispo unas bases
fundacionales.
Las dificultades de funcionamiento fueron complicándose, por
lo que, sin esperanza de que se cumpliera con autonomía y libertad su proyecto
educativo, los Salesianos entregaron las llaves el 31 de Julio de 1971. Se
cerraba el capítulo de la historia de Santa María de Guía. En silencio, sin pena
ni gloria, salieron dieciséis años más tarde. Por motivos semejantes, tres años
antes se habían retirado de Teror.
3. MI SILENCIOSA PRESENCIA EN GUÍA: LA MIRADA DE UN
ESPECTADOR.
En 1956 comencé mi servicio educativo salesiano en el Colegio
de Córdoba. Al terminar el curso el Provincial, Don José Mª Doblado, me hizo la
propuesta de venir a Guía, donde estaba mi pariente Don Angel Carretero, como
Director. Acepté el nuevo destino y tiré de mi maleta para Cádiz llegando a Las
Palmas el 25 de Septiembre de 1957, tras haber terminado los exámenes de
Magisterio.
Las impresiones me parecieron excelentes: el viaje en barco,
el mar, la navegación, la despedida de las costas de Cádiz... Cambiaba un
Colegio y Comunidad enormes, por un colegio y una comunidad reducida. Me salió a
recibir a Las Palmas Don Angel. A Guía llegamos por la tarde, en un coche que
llamaban "pirata". Tardamos cerca de hora y media en llegar, pues la carretera
subía y bajaba por Tamaraceite, Tenoya, Arucas, Bañaderos... y había vueltas y
revueltas por la Cuesta de Silva, el mejor acceso al Noroeste de la Isla. La
radio del taxi cantaba, mientras admiraba los planatales en la bajada de Arucas,
San Andrés, el barranco de Moya y San Felipe. Era un paisaje agreste y
encantador.
En el horizonte aparecía la montaña de la Atalaya, símbolo de
la tierra canaria.. Tras algunas vueltas, después del Cenobio de Valerón,
enfilamos por el Albercón de la Virgen hacia el Colegio en la carretera de La
Atalaya. Rodeado de plataneras por los cuatro costados, era esbelto y elegante.
Mi sorpresa fue grande cuando al mirar a poniente contemplé al sol en su caída
sobre de Tenerife. Los rayos, entre las nubes y el fondo gris del Teide,
ofrecían un espectáculo maravilloso, que muchas veces en el año tendría ocasión
de disfrutar. Eran atardeceres de ensueño, por su colorido y por los celajes de
nubes entre los que se filtraban los rayos del sol.
En frente, la ciudad de Guía, recostada en una gran ladera,
semejaba, con el fondo de áridas montañas, una postal de los Andes peruanos. En
medio destacaba un torreón en forma de cubo, donde estaba el Ayuntamiento. La
Iglesia Parroquial, con sus dos torres, sobresalía entre los edificios, dando
entidad al panorama ciudadano. Algunos árboles de laurisilva, una araucaria en
el horizonte y un moderado silencio, eran los primeros impactos para el nuevo
espectador.
4. LA VIDA SALESIANA DE TODO UN AÑO
Mi vida empezó al día siguiente. Me asignaron la clase 4ª,
con alumnos más altos que yo y con una edad cercana a la mía. Eran alumnos que
se preparaban, mediante una cultura general, al mundo del trabajo. Había,
además, una veintena de internos, beneficiarios de la fundación, objeto de mis
cuidados.
Con los alumnos, internos y externos, unos 180 en aquel
curso, organizábamos los jueves (día vacacional, por la tarde) las famosas
excursiones al pico de La Atalaya, a la fuente agria de San Antonio, al Llano
Alegre, al Tenis, a Roque Prieto, a las Cuevas del Cenobio de Valerón, a la cima
del Monte Gallego...
En aquel curso, 1957-58, se hizo por primera vez la novena,
fiesta y procesión de María Auxiliadora, con todo el entusiasmo popular. La
devoción a la Virgen de Don Bosco era una realidad. No estaba aun la Iglesia
construida; pero la gente acudía con entusiasmo a nuestras celebraciones
marianas.
Aquellos chicos son hoy personas de renombre y prestigio
social. Algunos han escalado puestos en la docencia, en la política o en su
profesión. Por recordar algunos, sin ánimo dejar a nadie fuera, he podido
saludar en estos años a Santiago Betancor, a Marino Alduán, a Amado Moreno, a
Agustín Bautista, a José Alemán, a Juan Manuel González Padrón y los alumnos de
la Clase 4ª, cuya foto aun conservo..
El legado salesiano de Guía es difícil de calibrar. Se sembró
lo que se pudo y el fruto ha llegado a granar en la medida de cada cual. Pero sí
nos llevamos el aprecio de la gente, el buen recuerdo de los alumnos, la piedad
mariana de nuestra Auxiliadora y la añoranza de lo que pudo ser y no fue.
Hay dos ex-alumnos, sin embargo, que quiero mencionar, que
siguieron el camino vocacional en la Congregación Salesiana. El mismo día que yo
llegué a Guía, partía para la península GILBERTO GONZÁLEZ DÍAZ. Tenía catorce
años y manifestaba indicios vocacionales. En Montilla (Córdoba) inicia su
andadura en la vida salesiana. Más tarde llega al Noviciado y emite sus votos
como salesiano. Estudia Teología en la U.P. de Salamanca y dedica algunos años
al trabajo educativo en el Colegio de Las Palmas. Hoy lleva más de veinticinco
años en tierras del Paraguay, trabajando con gente pobre de aquel país
sudamericano.
El otro es LUCAS CAMINO NAVARRO. Procedente de Tejeda llega
al Colegio como interno y vive con intensidad la vida colegial. Pronto
manifiesta sus deseos vocacionales. Estudia el bachillerato y al terminar el
cuarto curso decide marchar a la península e ingresar en el Noviciado Salesiano.
De buena inteligencia, hace sus estudios de Teología en Granada y los de
Ingeniero en Málaga. Desde hace veinte años trabaja en Africa, como sacerdote,
primero en Togo y después en Senegal.
5. UNA CIUDAD DISTINGUIDA
Trataré de describir aquellos tiempos desde el mirador del
Colegio. En los primeros años de la llegada de los Salesianos, Guía era un
pueblo tradicional. Vivía a tope las singladuras franquistas, desde las
celebraciones joseantonianas hasta el funcionamiento del Hogar de Juventudes.
Era una ciudad localista, con mucho silencio en sus calles y con cierto empaque
de añorada grandeza. De hecho, a juzgar por los estudios consultados, desde sus
orígenes, con la ermita creada por Don Sancho de Vargas y su segregación como
ayuntamiento, fue una ciudad de abolengo, de señorío y de gran cultura.
Los jalones de su vida anterior se adivinaban. En lo
económico la prosperidad agrícola, centrada principalmente en la platanera, era
continuadora de la producción de la caña de azúcar (s.XVIII) que contó con
abundantes ingenios para su elaboración, y suplantada por la vid en el siglo XIX,
como atestigua aun el Llano de las Parras. Ahora había dejado paso al cultivo
bananero, con una rica y amplia extensión de plantaciones, en la zona del mar y
en los barrancos que limitan el núcleo poblacional. La zona de medianías -como
se dice en estas tierras- era también próspera, con núcleos de población
diseminada. Se cultivaban papas, millo y productos de huerta. En los altos había
buena ganadería, razón por la cual era ya famoso el queso de flor.
La ciudad había tenido personajes de interés político,
religioso o social. En la política había nacido en ella el Canónigo Gordillo,
"genio de la discordia" , diputado y presidente en las Cortes de Cádiz y
destacado arcediano en la catedral de La Habana. En el mundo artístico, el genio
de Luján Pérez había paseado el nombre de Guía, su cuna, por todo el
archipiélago, con especial notoriedad en la isla de Gran Canaria. La Catedral de
Las Palmas y Iglesia Parroquial le deben las obras de su mejor imaginería.
El mundo musical había estado marcado por la presencia del
compositor francés Camilo Saint Saëns, en la "Villa Melpómene", con nombre de
Musa griega. El influyó en la compra y en la inauguración del órgano, el 14 de
Enero de 1900, con un concierto, que fue un acontecimiento musical en la isla. Y
siguiendo el hilo musical, suenan a nuestros oídos las melodías del paisano Don
Néstor Alamo, compositor de prestigio en el escenario musical de Canarias, con
piezas muy conocidas y valoradas.
Un sencillo paseo por las calles principales, nos manifestaba
el gusto por el equilibrio en sus edificaciones señoriales, como la casa de
Quintana, la de los Valdeses, la de los Sánchez-Ochando y muchas otras. Con
razón este conjunto ha sido declarado posteriormente "Monumento
artístico-nacional".
Formaba parte importante del conjunto la arquitectura
popular: casas sencillas, de una sola planta, de teja roja con verodes, de
ventanas estrechas, fábrica interior de madera y estancias apropiadas a las
faenas agrícolas y aperos de labranza. Así eran las de la parte alta, en los
alrededores de San Roque, y muchas otras cercanas a la población, junto a las
plataneras, y en las zonas rurales.
La geografía municipal, que alcanza hasta las cotas de 1500
ms., era y es rica en atractivos para conocer y visitar. Los espacios naturales
del Palmital, el Brezal y Santa Cristina, el remanso de paz de Montaña Alta, con
sus cultivos de media altura. Las amplias zonas de pinar escalan casi las
cumbres. Cercanos a la población nos sorprendían el Monte Gallego, con su
Tagoror en la cima y las Cuevas Guanches del Cenobio de Valerón, refugio, lugar
sagrado, fortificación o granero, del mundo aborigen.
El término municipal recorre la costa desde el núcleo de San
Felipe, enlaza por el acantilado, frente a un mar embravecido y rocoso, y llega
hasta las piscinas naturales de Roque Prieto, más allá del populoso núcleo de La
Atalaya. En esta área poblacional vivía gente sencilla, en casas de estructura
típica, coronadas en la falda de la montaña con magníficas cuevas-viviendas,
excavadas en la tierra volcánica, verdaderas mansiones, limpias y aseadas,
relucientes con la cal, frescas en el estío y confortables en los meses
rigurosos. La Atalaya y Becerril, miraban a la ciudad y en ella convergían,
dándose de la mano con las primeras casas de Gáldar.
Era llamativo el carácter festivo y la riqueza cultural de
sus manifestaciones: el amplio folclore musical en piezas típicas, bailes y
danzas autóctonos, la variedad de los trajes típicos, la expresión colorista de
las romerías y los cantos, la preparación esmerada de las carrozas. los
voladores y los fuegos artificiales... Nunca faltaban los gigantes y cabezudos,
que los niños llamaban "papagüevos", que al son de la banda de cornetas y
tambores subían y bajaban, acompañados por la chiquillería.
En Guía había fiestas de verdadera categoría. De ellas nos
hablaban los alumnos y nos invitaban a participar de las alegrías callejeras. La
primera y principal era la de la Virgen de Agosto, que dio origen al núcleo
primitivo en el año 1526 y que hoy sigue dando el nombre a la ciudad: SANTA
MARÍA DE GUÍA. En la fiesta patronal lucía la Virgen su magnífico trono y era
enaltecida en la Parroquia el día 15 de Agosto. Momento culminante era la
procesión por las calles principales, para fervor y acción de gracias de las
personas devotas. En estas fiestas entrañables el gozo, el encanto y la belleza
de los actos organizados, se superaban cada año, como momento de encuentro
veraniego y manifestación de la unidad de un pueblo que sabe vivir y disfrutar
del ambiente festivo.
Los actos se sucedían, en honor de San Roque alrededor de su
Ermita. Juegos de los chavales, carreras de sacos, competiciones varias, feria
infantil... Gallardetes y cadenetas de colores rodeaban la ermita. Puestos de
turrón y golosinas.. eran la guardia permanente del Santo a quien celebraba Guía
desde tiempo inmemorial.
No menos importante es la fiesta de LAS MARÍAS, celebrada en
el tercer fin de semana de Septiembre. Dicen que allá por 1811 una plaga de
langostas invadía la campiña. La buena gente acudió a la intercesión de la
Virgen de Guía a fin de que cesara el desastre y, con las plegarias a la Virgen,
remitió la plaga. Los campesinos hicieron la promesa de hacer una ofrenda todos
los años. Como romeros, al son de tambores y caracolas, bajan desde las
medianías hasta la puerta de la Iglesia, donde depositan sus ramas verdes. La
fiesta continuaba con el bullicio de los romeros en la batalla de flores y en el
baile típico.
Una ciudad sosegada y pacífica. Un ambiente entre tradicional
e inquieto. Eso era Guía cuando viví entre sus habitantes, desde el mirador que
era el Colegio Salesiano, donde la gente nos identificaba con nuestra negra
sotana, por la forma de andar en aquellas galerías, coronadas por María
Auxiliadora y el Sagrado Corazón, vigías nocturnos frente la ciudad.
6. CUARENTA AÑOS DESPUÉS : UNA VISITA ANÓNIMA
Desde la primera estancia en la ciudad de Guía siempre me
había atraído el paisaje y las gentes del Noroeste de Gran Canaria. Antes de
volver a la península, me esperaba otro año en La Orotava. En silencio, sin
despedirme de mis alumnos, me marché un día de Septiembre, para pasarlo a la
sombra del Teide, en la vecina isla de Tenerife.
Hace diez años, en 1993, otra vez desde Córdoba, fui
destinado a Las Palmas. Ya aposentado, un día cualquiera, nos pusimos en marcha
dos compañeros hacia la autovía del Norte. La primera sorpresa fue la media hora
que tardamos en llegar de Las Palmas a Santa María de Guía. Las fincas de
plataneras casi habían desaparecido; las revueltas de Cuesta de Silva era tan
sólo un camino antiguo para turistas sin prisas. En lo alto las Cuevas de
Valerón habían entrado en el marketing del turismo integradas en el patrimonio
histórico-cultural.
Llegamos a Guía, por la carretera nueva, entre túneles y
campos abiertos, con gran disminución de plataneras y algunas edificaciones
comerciales, como anuncio del extrarradio urbano: ITV, Gasolineras, Fábricas..
Se notaba mucho movimiento de circulación. Al llegar a la desviación hacia La
Atalaya, giramos a la derecha. Allí estaba el Colegio con su torre esbelta y su
buena planta. La carretera era más amplia; ya no se veía encajonada por las
antiguas paredes defensoras de las plataneras..
Tímidamente nos acercamos a la entrada, donde un conserje nos
recibe. Me presenté como un salesiano, que desea echar un vistazo a las
galerías. Con amabilidad nos deja entrar el buen señor.. El Colegio no ha
cambiado. Es una jaula vacía; tan sólo unas oficinas municipales emplean algunos
locales. El resto está cerrado. No hay más deterioro que el supone la falta de
uso. Como recuerdo permanente, la fachada luce un azulejo de María Auxiliadora
con su hornacina que Doña Eusebia mandó colocar.
Desde el Colegio contemplamos la ciudad, cuarenta años
después. Es idéntico el paisaje; pero el conjunto es muy distinto. Hay edificios
y calles nuevas, tanto en las laderas del casco urbano como en la carretera
general del Norte. La ampliación natural de Guía va hacia el valle, con bloques
de pisos, negocios de todo tipo y centros docentes, que permiten la quietud en
el centro urbano.
La desaparición de las plataneras lleva emparejada una nueva
visión del paisaje con los invernaderos, que invaden las mejores zonas . Se
adivinan, bajo los toldos de plástico, los cultivos intensivos, como las flores,
el tomate, las papas ...Aun quedan algunas zonas de platanera.
De la quietud de años atrás, se ha pasado a un movimiento
ciudadano, con talleres, zonas comerciales y lugares de ocio, como una ciudad
más. Su Hogar de Juventudes se ha convertido en un estupendo albergue, con zona
deportiva y piscinas, que forman un conjunto envidiable en el antiguo barranco.
Damos una vuelta por la zona antigua hasta la ermita de San Roque. Nadie nos ha
conocido, aunque alguien se queda mirando, cuando nos paramos ante las casas
monumentales o la lectura de inscripciones como la de Luján Pérez.
También entramos en la Iglesia Parroquial, templo de buena
planta, que yo creía de mayores dimensiones. La belleza y el colorido, así como
las líneas del estilo típicamente colonial, ponen de relieve el esplendor y
señorío de un pueblo, de una cultura popular y de una historia que ha hecho de
Guía, una estrella fulgente en el cielo de Gran Canaria.
7. A SOÑAR CON REALIDADES
Más veces he visitado la ciudad en estos últimos diez años.
Casi siempre en el anonimato, salvo en una ocasión. Unos buenos amigos y
antiguos alumnos, casi al azar, se presentaron en el Colegio de Las Palmas,
donde era Director. Con un pie en el estribo para Granada, me comprometieron a
venir a Santa María de Guía, antes de emprender el vuelo. Era a principios de
Agosto de 1997.
Fue un feliz encuentro de los alumnos con su profesor y
amigo. Visitamos la Iglesia de María Auxiliadora y el Colegio; impusimos la
insignia de Antiguos Alumnos; nos paseamos por la galería del medio, echando una
ojeada a las aulas que fueron templo del saber de entonces y hasta sacamos
algunas fotos en la entrada del Colegio. Un homenaje a los salesianos, en la
persona del que os habla, fue el culmen de esta jornada que terminó con una
comida fraterna.
Quedamos en repetir el acontecimiento y también el
ofrecimiento de que algún día fuera el pregonero de las FIESTAS DE SANTA MARÍA
DE GUÍA Y DE SAN ROQUE, cosa que se ha cumplido en el día de hoy. Desde esta
palestra oficial, con el mejor afecto del corazón, me llena de alegría el que
uno de los veintitantos salesianos que pasaron por la Comunidad, haya vuelto sin
complejos de ningún tipo a brindar con ustedes por la prosperidad de nuestra
ciudad y por el bienestar y armonía entre sus habitantes. En el escudo de la
ciudad se lee: ESTRELLA Y GUÍA DE GRAN CANARIA. Título ambicioso, que todos los
habitantes deben asumir como propio. Mejor es ser "estrella con luz propia" que
fugaz cometa o planeta o satélite de nadie. Mejor es soñar con realidades que
vivir de simples ilusiones.
Es cierto que en la tarta del turismo canario a Santa María
de Guía le ha correspondido poco, dentro del ámbito insular. Pero sus gentes,
con voluntad de caminar en el siglo XXI, van dando cauce a las iniciativas que
harán posible la prosperidad de una ciudad con historia propia, con personajes
de relieve y con recursos humanos y naturales, que se abre camino hacia un
futuro mejor. El orgullo y la habilidad de sus gentes, hará de SANTA MARÍA DE
GUÍA un centro propulsor, cuyo nombre ya está, con carta de naturaleza, en la
industria del queso de flor, en los clásicos cuchillos, en los invernaderos de
flores y en muchos otros servicios que han de generar bienestar y desarrollo
para cuantos viven en esta ciudad.
Y, para terminar, como recuerdo de este solemne acto, quiero
expresar, en sencillas estrofas, mis sentimientos. No soy poeta, aunque me
agrada la poesía. Tan sólo me aproximo a la versificación.
El primero quiero dedicarlo a DOÑA EUSEBIA DE ARMAS, bajo el
título "Un corazón generoso". Son cuatro décimas, estrofas solemnes, para
grandes ocasiones.
El segundo, en forma de romance, sencillo y gracioso, quiero
dedicarlo al copatrono, bajo el título "El perro de San Roque".
En tercer lugar, quiero recordar las peripecias de los
internos de aquel singular colegio. Era tanto el tiempo que pasábamos juntos,
como el pastor y ovejas, que llegaba a formarse verdadera familiaridad, al
estilo salesiano, con las actividades que realizábamos juntos.
Por último, dedico un soneto a Santa María de Guía, la Virgen
que espera siempre y es GUÍA Y SENDERO en los andares de nuestra vida y nos hace
retornar.