DOCUMENTOS DE INTERÉS PARA 

GUÍA DE GRAN CANARIA

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN AÑO 1991

por  SANTIAGO BETANCORT BRITO

             Antes que nada, mi homenaje  de gratitud a quienes, rebuscando en archivos, estudiando viejos papeles y fieles notarios de la historia y las leyendas transmitidas de generación en generación, han permitido que esa luz que empezó a brillar en la última década de 1.400, siga encendida e iluminando el camino y el prestigio de una ciudad que nunca puede renunciar a su aportación valiosa al engrandecimiento de Canarias, y que ha de seguir andante –sin precipitaciones- hacia aquel futuro que, a modo de compromiso, convirtió en profetas a quienes fueron sus fundadores.

             Néstor Álamo, Miguel Santiago, Pedro González Sosa, Juan Francisco Martín y otros muchos estudiosos anónimos y aparentemente desconocidos, cuyos testimonios han recuperado viejos legajos, noticias que corrieron de voz en voz y serias investigaciones, son personas que, a nuestro juicio –por derecho propio, por su dedicación y amor a Santa María de Guía y a la historia--; han de conceptuarse como protagonistas de un rescate valiosísimo de unos hechos qua a lo largo de cinco siglos, han sido trascendentales en el pasado, presente y futuro de esta ciudad. A ellos, sin duda alguna, nuestro reconocimiento.

 GUÍA: QUINIENTOS AÑOS DE HISTORIA

             Y también hemos de ser agradecidos ante quienes hoy, en el seno de las Casas Consistoriales, rigen los destinos de esta población. Nunca soñamos con ser tan protagonistas de un pregón, con connotaciones históricas y definitivas en el nacimiento de Santa María de Guía. Gracias a su invitación -señor alcalde y miembros de la Corporación Municipal y de la Comisión de Festejos- en estos momentos podemos señalar una efeméride que, quizá, algo olvidada, es fundamental para cuantos llevamos con orgullo el ser nacido en esta tierra.

             Hoy, siete de agosto de 1.991, es la víspera. Remontémonos quinientos años atrás y saquemos conclusiones. Siete de agosto de 1.941. Junto a la loma, y en el gran Valle de las Garzas, cercado por el hoy volcán extinguido de la Montaña de la Atalaya y la Tierra Blanca que encabeza la zona de medianías de nuestro término municipal, al Noroeste de la recién conquistada isa de Gran Canaria, se cumplen 4 años del asentamiento de Juan Bautista de Riverol, protagonista de la sonada escisión del que había sido poderoso reino aborigen de Gáldar. Testigos directos de aquella “rebelión” fueron Fernando de Montemayor, Marentes, Esteban Zambrano, Francisco López, Juan de Ceverio, el cronista Pedro de Argüello, Gonzalo de la Rojana, Francisco de Porras, Ruy González Verde, Rodrigo de Vara, Juan Rodríguez de la Caña, Gonzalo de Aguilar y, principalmente, Sancho de Vargas y Machuca, todos ellos radicados en el Valle tras los repartimientos de la Conquista. Si desde su Tierra Blanca – hoy, Ingenio Blanco-, los Riveroles extendieron la semilla de algo distinto de lo que entonces era ya el exreino de Guanarteme, que dominó todo el extremo-norte, fue Sancho de Vargas quién redondeó la iniciativa. Ocho días más tarde de aquel siete de agosto de 1.491 –como así puede desprenderse de las investigaciones realizadas hasta ahora-, el ilustre castellano levantaba una ermita bajo la advocación de Santa María de Guía, floreciendo pujante años más tarde nuestro municipio.

 DEFINIR LA FECHA DE 15 DE AGOSTO DE 1.491

         Paréntesis obligado, que trata de confirmar la fecha del quince de agosto de 1.491 como la del nacimiento de Santa María de Guía, no es sólo recordar la lápida que preside nuestro templo parroquial, colocada a principios de siglo. Néstor Álamo recoge, en una de sus innumerables investigaciones sobre el origen de nuestra ciudad, que en 1.494 –dos años más tarde de la efeméride que contamos- cuando el Adelantado Fernández de Lugo partió a la conquista de la isla de Tenerife, dejó fundada la ermita y villa de Santa María de Guía, instituyendo su fiesta el quince de agosto.

             Francisco Morales Padrón, da otra interesante pista que justifica la existencia de Guía en 1.492, cuando habla de la compañía que Fernández de Lugo formó, con Florentino Berardi y el genovés Francisco de Riverol, afincado en Guía, quién además cedió dinero a Cristóbal Colón para su cuarto viaje a las Indias.

             Estos dos datos, donde el Adelantado es el principal protagonista, coinciden también –y son fundamentales para determinar la fecha del nacimiento de la ciudad- con la aportación que hace el investigador Vicente Sánchez Araña, al referirse a un antiguo propietario de Guía, que vendió sus tierras para aportar dinero a Fernández de Lugo en su campaña de la conquista de Tenerife y le acompañó como capitán de una de sus compañías.

             Miguel
Santiago, en su trabajo “Como nació y prosperó un pueblo: Santa María de Guía”, mencionó también su origen, tras la escisión de un grupo de habitantes de Gáldar, a partir de 1.485, dos años después de la conquista de Gran Canaria. Y abunda en otros razonamientos, con documentos propios de una exhaustiva investigación periodística, nuestro entrañable colega y cronista oficial de la Ciudad, Pedro González-Sosa, que en uno de sus libros recoge varias noticias sobre la fundación, entre ellas el envío de madera desde Tenerife para terminar la ermita, precisamente cuando Fernández de Lugo realizaba allí su campaña, para concluir: “Esta y otras opiniones hacen aproximar la fecha de 1.500 a la de 1.491 –15 de agosto--, que aparece como la de la construcción” de la ermita que levantó Sancho de Vargas y Machuca, el fundador de la ciudad, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guía.

 EL VIEJO HOSPICIO Y SOR CATALINA DE SAN MATEO

         Quinientos años que enorgullecen y arrancan raíces vivas que aún pueden contemplarse en cualquier rincón de la ciudad. Medio milenio para una historia jalonada de personajes y hechos que hoy pretendemos cantar en estas sencillas líneas, a modo de invitación al recuerdo, a la conmemoración, a la fiesta y al reconocimiento.

             Y es que, cuando se palpa, está vivo. Están vivas estas viejas paredes del centenario Hospicio que sirvió de cuna a uno de los personajes más distinguidos que ha dado la ciudad. Huellas franciscanas en un sabroso edificio –relegado durante tiempos a almacén y cárcel-, donde nació Sor Catalina de San Mateo, cuyo proceso de beatificación quedó frustrado por una abúlica burocracia, lenta descuidada e inexplicable, que ya existía en aquella época.

             Cuentan los cronistas que reflejaron la vida de Sor Catalina de San Mateo –nació en 1.646 y murió en olor de santidad en 1.695- que tanta fue su fama, que llegó hasta la Cámara Real, o sirvió para vecinos de los altos de Guía, Moya y otros rincones de las medianías, como intercesora ante Dios, pues en aquellos tiempos llegaron a ofrecerse misas a la venerable Sor Catalina, pidiéndole fertilidad en los cultivos, salud para la familia y otros beneficio.

             El libro quinto de Cartas del Tribunal de la Inquisición de Canarias recoge una interesante versión de Fray Diego de Alfonso, natural de Los Palmitales y guardián del viejo y derruido Convento de San Francisco de la Vega de Gáldar, donde comenta que con ocasión de unas rogativas organizadas en la entonces villa de Santa María de Guía para que Dios diese sucesión al Rey, la religiosa, a través de una revelación, sabía que este hecho iba a producirse, que Su Majestad  iba a tener sucesión. “Y para que el príncipe se lograse –escribían los inquisidores en la narración de la revelación de Sor Catalina-, éste se habría de criar sin ostentación, con vestidos honestos y debajo de la tutela y protección de los Santos Mártires de Marruecos, que están en Portugal; que ese hijo era más de la gracia, que de la naturaleza; y que, luego se supiese que la Reina Nuestra Señora estuviera encinta, participare esto a los oidores, en nombre de dicha religiosa, para que lo pusieran en noticia a Su Majestad”.

             Quinientos años de historia y un viejo hospicio que redondeó la devoción mariana de Santa María de Guía, cerrado en 1.735, y que, sin duda, una vez restaurado, podrá servir como punto de partida para un fortalecimiento de la actividad cultural en la ciudad, de la que tan necesitadas están las nuevas generaciones.

  LOS HOMBRES QUE DIERON PRESTIGIO

            Avanzamos en el tiempo. Guía había nacido y, de una forma increíble, cada paso en los años es una piedra más en los cimientos de una historia rica en personajes, que enorgullecen a la ciudad y que han sido sonados valedores del engrandecimiento de Gran Canaria. “Poetas, escritores, eclesiásticos, militares y otros guienses ilustres -escribía Sánchez Araña-, que hacen larga la lista de hombres a quienes la historia rinde homenaje de admiración.

             Y, esa misma admiración, ese reconocimiento y sincero homenaje, son cuestiones que, a modo de recordatorio –sólo con la intención de que la ciudad de Guía se decida de una vez perpetuar a los hombres que le dieron grandeza-, vamos a tratar de resumir en estas líneas de invitación, en la seguridad de que serán muchos los que se queden atrás –unos por suficientemente conocidos y otros por el lamentable olvido de quienes debieron dar a conocer la historia- y que han de recuperarse –estos últimos- a través de iniciativas generosas de la Corporación que preside el Municipio.

             Guía nace y crece con nombres y apellidos. Y si recordamos a Sancho de Vargas, bien patente quedó para la historia el gesto de Lope Hernández de la Guerra, que entregó al Adelantado Fernández de Lugo los 16.000 ducados que cobró por el traspaso del primer ingenio de azúcar de la zona –dinero que fue utilizado en la conquista de Tenerife –y se enroló en el Ejército domo capitán de armas, poniendo así un hito glorioso en los anales de esta ciudad.

             Militantes heroicos no pueden olvidarse en Melchor de Aguilar, que con milicianos guienses defendió con ejemplar comportamiento y bravura el Fuerte de Santa ana y el Cerro de San Francisco, cuando el pirata holandés Ban der Doez atacó la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con unas poderosas fuerzas integradas por 73 navíos y trece mil hombres, el 26 de junio de 1.599.

             Y olvidamos, sin perpetuarlo para futuras generaciones, a Adrián de Bethencourt y Franchi, del linaje del conquistador Juan de Bethencourt, conceptuado como uno de los héroes que ha dado la ciudad, quien a partir de 1.685 formó parte de los Tercios de Flandes y, algo más tarde, tras importantes proezas, en 1.706, llegó a capitán de la guardia de Su Majestad Felipe V.

             Martín de Zerpa, primer capellán de la ermita construida por el fundador Sancho de Vargas; Fernando Alonso de la Guardia, el primer alcalde de Guía; Gaspar de Quirós, que llevó la primera parroquia, o el sexto obispo de Canarias, Luis Cabeza de Vaca, quien obtuvo del emperador Carlos V un cáliz de plata como regalo para la nueva parroquia, que fue vendido a finales del pasado siglo junto a otras joyas de alto valor artístico e histórico, para pavimentar con mármol el templo parroquial, según cita en uno de sus trabajos el cronista oficial de Gran Canaria, Néstor Álamo, son personajes que no pueden dormir en el olvido de generación en generación. Y también es preciso perpetuar, porque es de bien nacidos ser agradecidos, la memoria del genovés Batista de Riverol, que se instaló en la zona que luego ocuparía Guía en 1.487 y cuya familia redondeó su protagonismo en la escisión de Gáldar, permitiendo que hoy podamos ver a nuestra patrona, la Virgen de Guía, representada en esa imagen que preside cuantos acontecimientos han transcurrido  a lo largo de los casi quinientos años de historia de la ciudad.

               El crecimiento de Guía a través de sus personajes, -salpicado por el gran estilo de quién ha sido primer imaginero de las islas –José Luján Pérez-, por la incómoda y crítica poesía de Rafael Bento y Travieso, o por las altas miras políticas del que llegó a ser presidente de las Cortes de Cádiz –Pedro José Gordillo y Ramos-, que combatió la abolición de los señoríos y ha sido el precursor del aún hoy polémico pacto social-, precisa arrancar de los herederos de tan importantes valores –insistimos—el reconocimiento y el recuerdo permanente como ejemplo a futuras generaciones.

             Nombres como los citados, a los que podríamos añadir otros muchos, deben figurar con letras de oro en calles, plazas y rincones de este término municipal. Guía tiene deudas pendientes y debe recuperar aquellos viejos rótulos de sus vías sustituidos en las distintas etapas políticas que ha atravesado en su historia y que injustamente han sido utilizadas par borrar y olvidar a quienes han dejado un legado espiritual importante en la ciudad.     

            Un solo ejemplo bastaría como botón de muestra, si nos referimos al caso del Beneficiado Herrera, un dominico que abandonó la Orden para laborar a favor de la cultura de este municipio, que generosamente recibió el nombre de una calle, siendo sustituido por Franchy y Roca tras la República del 31, nombre éste último que también desapareció.

             Nombres como los de Manuel Pérez Rodríguez, fundador de la Escuela Normal de Magisterio de Las Palmas e impulsor del Hospital de San Roque; José de Aguilar, que también colaboró en la implantación de este centro sanitario junto a Santiago González Martín; José Blanco Hernández, cuya labor en la salud del municipio fue patente a través de intervenciones que fueron adelantadas de la medicina moderna; no pueden ser olvidados por quienes ahora podemos sentir con orgullo el haber nacido en esta tierra.

 LA SEMILLA DE LA ENSEÑANZA: EL “SANTA MARÍA”

            No fue casualidad que, hace unos días, llegara a mis manos el acta fundacional del Colegio Santa María de Guía, a mi juicio el principal reactivador de la formación de las actuales generaciones en la ciudad. A través del documento y las conversaciones mantenidas con algunos de los protagonistas de aquel importante logro para la enseñanza en la ciudad, hemos podido conocer el esfuerzo de más hombres que permanecen en el olvido y que precisan el reconocimiento público de los guienses por lo que el centro significó. 

            Nos van a permitir, porque consideramos que los datos merecen conocerse, que nos detengamos un poco en lo que, entre los años 38 y 39, representó para el pueblo de Guía de Gran Canaria una aventura jalonada por el esfuerzo de un pequeño grupo que luchó en todos los frentes hasta conseguir un centro de Enseñanza Media para la ciudad. Con los antecedentes y la tradición de una academia, entonces regentada por Bernardo Domínguez, un equipo integrado por el doctor José Blanco Hernández, Luis Pérez Silva, Elpidio Galván, Fortunato Estévez, el coadjutor José Rodríguez Rodríguez y Francisco Ayala –el flamante alcalde de la solapa bien llevada--, hicieron una primeras gestiones para traer a la ciudad una orden religiosa, dedicada a la docencia, estableciendo contactos con los hermanos de La Salle y los Jesuitas. Se sumaría a tan destacada comisión José Samsó, con la promesa de hacer gestiones en la Península con otras órdenes. El intento no dio resultado y, en una segunda comisión, Manuel Pérez Millán, Rafael Velásquez, Blas Betancort, José Quintano y José Rodríguez –este último, gran impulsor de la iniciativa--, hablan con varios licenciados tras encontrar un local y, finalmente, ofertan a Francisco Zumbado Espino hacerse cargo de la organización del centro, hasta tal punto que él sería el único que cobraría y, los restantes profesores de la localidad, laborarían gratuitamente.

             Las siete mil pesetas anuales que exigió el licenciado Zumbado abortaron este segundo intento. “Hecho el cálculo de los ingresos posibles –dice el acta fundacional, firmada el 26 de octubre de 1.939—se vino en conocimiento de que apenas daban escasamente para pagar al licenciado”. Sin embargo, no desfallecieron. Surgió la tercera y última etapa, tampoco exenta de complicaciones. Zumbado pedía un aval anticipado que le garantizara el cobro de las siete mil pesetas y nadie se comprometió a la firma. “Ante esta dificultad de orden insuperable –leemos en el acta—se estimó por todos, a excepción de Juan Izquier Monagas, la lamentable consecuencia de abandonar el asunto, quedando con ello desligados de todo compromiso anterior solidario y mutuo. Se dieron por culminadas unas gestiones comenzadas en julio de 1.938”.

             Pero el colegio nació, Izquier Monagas propuso al coadjutor José Rodríguez que, aunque no recibiera ni un céntimo de remuneración, o hubiera que poner dinero, con tal de que la ciudad pudiera tener, al fin, un colegio, él asumiría personalmente la firma del aval y el pago al licenciado, a lo que se unió posteriormente José Quintano. Desde ese instante, los tres citados toman s su cargo y responsabilidad organizar unas clases particulares de Enseñanza Media y de Primera Enseñanza. Más tarde, junto a Vicente Barea Mota, el colegio Santa María de Guía iniciaba su gran andadura, hasta que en septiembre del 54 pasaba a depender del Ayuntamiento y, algo después, fundado el Instituto Laboral –ahora convertido en Instituto Nacional (ostra gran aspiración por la que se luchó desde los años 30)--, desaparecería.

             Por sus aulas pasaron notorios estudiantes, hoy grandes profesionales distribuidos por toda la Región y fuera de nuestras fronteras. Hacia todos ellos, el recuerdo de quien tuvo la oportunidad de formar parte de la última promoción del centro.

 

            Sin embargo, no hemos podido sustraernos, en el momento de hablar del Colegio Santa María de Guía, de dar a conocer dos detalles muy divergentes y que, en justicia, deben quedar hoy claros en este pregón que no es más que una reveindicación sobre nuestros personajes.

             Lo curioso y anecdótico: quienes fueron primeros alumnos del centro. Pidiendo disculpas a quienes no mencionemos, porque la lista es numerosa, reconocemos entre ellos a Victoriano Fernández Oliva, los hermanos Rodríguez Quintana, el exalcalde José Carlos González Ruiz, los también hermanos Flora y Bonifacio Rodríguez Rodríguez, Fernando Saavedra Galván, José Díaz Calcines, el procurador Julio Ayala, los hermanos Augusto, Honorio y Alberto Hernández Rodríguez, Blanca Padrón León, José Sosa Falcón, Rosario León Russo o Juan Blanco Hernández. Nacía el Santa María con vocación de atender a la zona –se reconocen nombres de vecinos de distintos términos municipales—y así se mantuvo hasta su extinción.

             Es, si cabe, la pequeña anécdota. La reivindicación, la exigencia a nuestras autoridades, es el reconocimiento a quienes, con su esfuerzo personal, lograron que Guía fuera pionera en la Enseñanza Media en el interior de la isla de Gran Canaria.

 UNA CRISIS QUE TIENE MUCHOS PRECEDENTES

            Estamos en 1.991, quinientos años después. Atrás quedan hechos que engrandecieron a Santa María de Guía. Quedaron esos personajes que destacaron en todos los ámbitos sociales y convirtieron la ciudad en la antesala de la cultura y progreso canarios. Sin duda, no es el momento de dar la espalda a la historia y la ocasión es propicia para tomarla como ejemplo, para soñar con ella y recordar a un pueblo que, venciendo todas las dificultades, emergió pujante desde su nacimiento gracias al esfuerzo y tesón de quienes aportaron sus conocimientos para mantener el prestigio y ese lema de Estrella y Guía de Gran Canaria que bien se lee en su escudo heráldico.

            Guía siempre ha estado luchando. Repasar los siglos de su historia arroja páginas plagadas de hechos significativos. Sin embargo, como bien decía en el año 71 el investigador Miguel Santiago –aun están sin recuperar para la ciudad sus valiosísimos trabajos en poder del Cabildo Insular de Gran Canaria—“parece como si hubiese dormido en los laureles y se haya quedado estática y sin deseos de mejor progreso”.

             La que ahora padece no es la primera crisis, ni tan siquiera la más importante. A lo largo de los siglos, la ciudad ha alternado su engrandecimiento con continuos embates que, conocidos, hacen que la miremos con la cruda realidad del presente y esperanzas de cara a un futuro. Fue pionera con las mejores viñas de la isla y los ingenios de azúcar, que cayeron, dieron paso a la cochinilla y luego a las plataneras, para en la actualidad debatirse nuestra agricultura entre una sequía que no es nueva y la incertidumbre de los cultivos alternativos.

             Como auténticas plagas, Guía recibió los azotes del “vómito negro”, en 1.750; la viruela, años 1.758 y 1.780: el cólera morbo, en 1.851; o la fiebre amarilla, responsable del 68’9 por ciento de los fallecimientos entre la población en el año 1.811.

             No se libró de la langosta, en los años 1.757, 1.782, 1.811 y también en nuestro siglo, recogiéndose en las crónicas que fue en 1.757 cuando la población ofrecía “misas, pláticas y exorcismos” para ahuyentar de sus tierras el devorador insecto africano. (Sería interesante que, los investigadores, ahondaran mucho más en las crónicas de entonces, a fin de lograr el verdadero origen de las Fiestas de las Marías, sobre el que aún hoy no terminan de ponerse de acuerdo).

             La sequía, los fuertes calores del verano y las plagas de cigarras, arruinaron muchas veces los campos guienses, recuperados muchas veces gracias al sacrificio de nuestros agricultores y ala generosidad del cielo que allá por el año 1.808, dio uno de los mejores inviernos que vivió la zona, “con abundantes lluvias, vientos, nieves y tempestades”, como señalaban las crónicas de entonces.

            La emigración, que saltó con fuerza allá por el año 1.755, fue el reflejo de las crisis que sufrió la ciudad a lo largo de su historia. Mucho más insistente, con puntos de destino generalmente a Cuba y luego, a Venezuela, entre los años 1.849 y 1.860. El Archivo municipal recoge detalles concretos y contabiliza, en aquella época 493 emigrantes de Guía, de los que 331 habían abandonado la localidad en familias. Si tenemos en cuenta que las cifras descritas se refieren exclusivamente a quienes dejaron la isla con todos los permisos oficiales, habrá que pensar en un número más elevado de emigrantes de Guía en aquella época, optando por la clandestinidad como otros muchos canarios.

 UN SUEÑO, UNA VISIÓN Y UN FUTURO

            Quisiéramos soñar un poco y empezar ese sueño con una visión, totalmente personal –que, a lo mejor, no es objetiva—sobre lo que para nosotros debe ser Santa María de Guía y lo que, además, consideramos es el impulso fundamental que ha de servir de nuevo arranque para un futuro más próspero que el que actualmente tenemos.

            Hablar del presente y del futuro de Santa María de Guía es observar el reciente pasado, aunque retomando enseñanzas que fueron positivas, algunas de las cuales siguen sin lograrse por la apatía, el desinterés u otra serie de circunstancias que en estos momentos, no vienen al caso. Quizás no coincidan nuestras apreciaciones con lo que, para muchos, sería lo ideal para este municipio. No lo pretendemos, aunque el derecho a opinar –y también a discrepar por quienes no estén de acuerdo con ello—es una de las virtudes fundamentales traídas por la reciente democracia.

             Los recuerdos de los sesenta van a ser fundamentales para entroncarnos en este presente. Escudados en una zona, en el Noroeste grancanario, grupos de vecinos lanzaron a los vientos el  ¡ya está bien! Contra la marginación a que habían sometido a la comarca, llevaron a las altas instancias la necesidad de que los municipios del extremo-norte recibieran más atención, tuvieran mejores comunicaciones y fueran atendidos como proyectos de futuro, que lanzaran calas y costas hacia un turismo naciente que, en aquellos tiempos, empezaba a incrustar fuertes raíces en la zona sur de Gran Canaria.

             Los sueños se convirtieron en realidad. La ilusión y la unión desembocan en iniciativas que fueron altamente beneficiosas para todos los habitantes, cayendo otras por tenaz oposición de grupos ajenos a la zona, siempre dispuestos a que no saliera de su letargo. Pero nace la Variante de Silva, construyendo la Variante del Rincón y está en obras la tercera Variante, la de Guanarteme, que acercará más a Santa María de Guía del resto de la isla.

             Se rompió así una antigua “frontera” que nos aislaba del resto de Gran Canaria, aunque lamentablemente todo ello no haya ido acompañado de unas bases sólidas que permitan la recuperación de la ciudad y su entronque cara a un futuro que ofrezca mejores perspectivas para las futuras generaciones.

             Seguimos perdiendo una gran oportunidad. Hay proyectos, estudios e iniciativas que, de vez en cuando, saltan a los medios de comunicación. Sien embargo, la realidad continúa siendo la de las dos últimas décadas, azotada por el paro, la emigración a la capital y a otras zonas de servicio o, por citar un tercer ejemplo, investida de una forma agrícola en franca crisis y sin esos cultivos alternativos –sólo ligeros intentos—que puedan devolver la riqueza.   

LOS TRES PILARES BÁSICOS 

            Sobre tres pilares básicos –servicios, agricultura y turismo—está nuestro futuro. Rota la vieja frontera, Guía podría contar con una importante área de servicio en la futura Variante hacia Agaete, aunque también es urgente seguir combatiéndola vieja desidia que, por egoísmos particulares, trata de arrancarnos unos servicios asistenciales sanitarios que, por derecho propio, la ciudad exige.

             No está muerta la agricultura, aunque si agonizante. Y se puede recuperar. Hay que diversificar los cultivos y exigir fuertes apoyos para la reconversión. Tras la construcción de la potabilizadora, lograr que el agua de la tierra sea para el campo,  buscando iniciativas que paren esa desertización que poco a poco nos va estrangulando.  Hay que recuperar nuestros cultivos de costa e incentivar, también, los de medianías, creando cooperativas –de las que Guía fue pionera—que permitan a los pequeños agricultores luchar unidos. La supervivencia exige, decididamente, la construcción del viejo y polémico trasvase entre la Cuenca de Tejeda y la Cuenca de Agaete, pues no podemos seguir permitiendo que el agua se vaya al mar en una zona que exigió, hace tiempo, la solidaridad de toda la isla, mientras en ésta padecemos los precios más abusivos que se registran en toda la geografía insular. Una política hidráulica con realidad, relanzaría el futuro de este municipio.

             No es utópico hablar de turismo cuando, en la actualidad, se padece una crisis profunda en el sur de Gran Canaria. Si desempolvamos viejos proyectos y se incentiva la iniciativa, esta ciudad podría ser un destino apetecido para un turismo interior –e, incluso, extranjero--, falto de lugares de esparcimiento y de espacios abiertos al mar cercanos a la capital. La recuperación de la Playa de San Felipe, la puesta en marcha del antiguo proyecto del Mirador de la Montaña de la Atalaya –sin dañar su desafiante imagen--, el acondicionamiento del Brezal y Santa Cristina como zona de recreo o aquella ideada carretera que, iniciándose en Llano Alegre, recorra puntos potencialmente turísticos como El Río, Pasopalos, Barranquillo Moreno, Roque Prieto o Caleta, uniéndose posteriormente al resto del litoral de los otros dos municipios de la zona; son iniciativas que, junto a otras que ya se levantan en este municipio, Gáldar y Agaete, podrían aportar al Noroeste una gran ruta turística, atrayente y con grandes beneficios en el futuro.

             Somos de los que pensamos y creemos en el turismo como medio de vida de Santa María de Guía. Y aún sin calificarnos de ecologistas, consideramos también que, siendo tarde, es el mejor momento para acometer una serie de actuaciones en esta parcela, tomando ejemplos serios que complementen las bellezas que nos ha dado la naturaleza y repudiando aquellos otros que, en los últimos años, se denuncian día a día en otras zonas grancanarias, sin respuestas contundentes por parte de los organismos responsables. Y, para ello, se tiene que empezar ya. Atractivos sobran.

             Sobre estos tres pilares fundamentales, a los que se une la cultura, está el porvenir de Santa María de Guía. Lo contrario sería continuar en el olvido, con muchas ilusiones en un pasado, un pobre presente y sin futuro.

 FIESTAS DE AGOSTO, FIESTAS DE LA VIRGEN

            Como bien dicen unos versos presentados a los Juegos Florales celebrados en esta ciudad el pasado año

             Al fondo de la historia

            de cada hombre y cada pueblo

             siempre estará vivificándolos

            la lumínica sombra de una Madre.

            Sombra de paz y de amor, confortadora

            sombra que es luz y guía

            para el largo camino,

            para la negra incertidumbre...

             Santa María de Guía inicia, un año más, sus fiestas de la Virgen. Cuando el quince de agosto la imagen de nuestra Patrona se pasee por las calles de la ciudad, quinientos años de historia quedarán atrás. Pero sobrevivirán, en estas fiestas, la hospitalidad hacia cuantos en estas jornadas seseen compartir la conmemoración con nosotros, el saber estar de los guienses y el cariño que todo un pueblo siente por su Virgen –Santa María de Guía--, hermosa luz que siempre nos ha ayudado a vencer dificultades y a seguir soñando en un futuro venturoso para la ciudad. -

 

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