Su nacimiento e infancia transcurre en Guía de Gran Canaria y
desde temprana edad ya empieza a destacar su marcado carácter de
“genio y figura”. Con tan sólo catorce años va a Cuba acompañando
a una de sus tías, que se había casado por poder, cosa muy
habitual en la época debido a la fuerte emigración canaria. De la
isla caribeña trajo una cantidad ingente de material que le sirvió
de inspiración musical, literaria...
También permaneció en Madrid algún tiempo becado por el propio
Ayuntamiento de Guía, al igual que otro insigne hijo del
municipio, D. Miguel Santiago, quien fuera Director de la
Biblioteca Nacional. En el caso de Néstor Álamo, fueron los
derroteros de la bohemia madrileña los que guiaron sus pasos
peninsulares.
En 1924, al mismo tiempo que realizaba el servicio militar, asiste
a clases con el canónigo Ramos, quien le encarga la tarea de
clasificar los archivos y biblioteca del Museo Canario, y
posteriormente el Archivo de la Inquisición, lo que le llevó a
tener los problemas de visión que sufrió. Conocida es la anécdota
de cuando un grupo de falangistas, con la orden militar en la
mano, pretenden hacerse con los archivos históricos de la
Inquisición en Canarias que se encontraban en el Museo Canario y
ante la solicitud de “¡Néstor!, venimos a que nos entregues las
obras que hablan de la Inquisición en Canarias”, nuestro
personaje contesta: “Por mí no hay inconveniente. Si tú las
encuentras antes que yo, te las puedes llevar”. El hecho fue que
“arrancaron la penca” ya que Néstor se había preocupado de
guardarlas ante la previsión de lo que se avecinaba.
Trabajador y autodidacta infatigable en las siguientes décadas
realizó una enorme producción no sólo como compositor musical
(quizás la más reconocida), sino como escritor. Fue fundador del
semanario La Voz del Norte y autor de varios libros que
merecerían una mayor atención, entre otros, El demonio y la
Virgen, Lola Guerra, El Obispo Verdugo y su
retrato, Thenesoya Vidina y más tradiciones, El
Almirante de la Mar Océana en Gran Canaria... De gran interés
fue la recopilación que realizó, prologó y costeó personalmente de
la conocida poeta popular Agustina González y Romero, más conocida
por La Perejila, obra que se ha editado y agotado en
varias ocasiones.
También es meritoria su colaboración y/o dirección artística de
muchas e importantes obras arquitectónicas en Gran Canaria: la
Casa de Colón, en colaboración del extraordinario pintor Santiago
Santana, y de la que él presumía hasta el punto de que uno de los
guacamayos, que allí moraban, aprendió a cantar el “¡Ay, Teror qué
lindo eres!”. Además Néstor dirigió la Casa Museo de León y
Castillo de Telde, la Casa de la Cultura de Tejeda o la
restauración del retablo mayor de la Iglesia de Santa María de
Guía, lo que supuso una conocida polémica con el párroco de la
época, Don Bruno Quintana.
En la década de los 50 y 60 ejerció como Director Conservador de
la Casa de Colón, Cronista Oficial de Gran Canaria, Director
Conservador de los Museos Insulares… También por el año 59, bajo
el auspicio del Presidente del Cabildo Insular, Don Matías Vega
Guerra, Néstor Álamo fue el creador y organizador de la Romería
Ofrenda a la Virgen del Pino, mientras también realizaba la
Dirección Artística de la plaza Teresa de Bolívar de Teror.
La relevancia artística y musical, como compositor, es quizás la
faceta más popular y significativa de Néstor Álamo; de ahí que
popularmente se le considere el “Padre de la Canción Canaria”, por
la gran calidad de sus composiciones, pese a no ser músico, y por
la ingente cantidad de temas que, ya hoy en día, forman parte del
Cancionero Popular de la Música Canaria.
Según la SGAE son 43 las canciones registradas por Néstor Álamo:
El Jacaranda, Santo Domingo, La Peregrina, Sombra del Nublo, El
cantar de la monja difunta, Petenera, Isla mía, Rubio y alto,
Adiós Canarias querida, El zagalejo, Tamadaba, Ay Teror qué lindo
eres, La alpispa, P’al Pino, Caminito de Teror, La sajorina,
Andrés repásate el motor, El cambullonero, Mariquilla La Perrera,
Tápate Pepa, La balada de Sabanda, Telarito, Tontón quítate de en
medio, Bendito Cristo de Telde, Hay un rubio majorero, Casar,
casar eso dicen, Folías lleva mi tierra, La molinera, Isa de la
primavera, Mis bueyes, Cuatro majoreros, Cabra loca, La fiesta
madre, Maspalomas y tú, El cuervo, La noche de Arguineguín, La
perla, Qué quieres que te merque, Anda y duerme, Seña Francisca y
el lego, Tata Mayarí, La balada de las viejas putas de La Habana
y Tiempos de Gran Canaria
Resultan curiosas algunas de las anécdotas en torno a sus
canciones. "Sombras del Nublo" fue una de sus primeras
composiciones musicales, creada de forma improvisada para
Encarnación López, la Argentinita, famosa cantante que se
encontraba en Gran Canaria invitada por el pintor Néstor Martín
Fernández de la Torre a través de un amigo común, el poeta
Federico García Lorca. "Sombras del Nublo" fue creada para que La
Argentinita no se sintiera defraudada por la música folclórica que
había oído en un espectáculo y que no le había gustado para
incorporarla a su repertorio. Ante tal desencanto Néstor se dedicó
a componer de forma diligente e inmejorable la que -se podría
decir- se ha convertido en el himno musical de Gran Canaria.
"Sombras del Nublo" ha sido cantada y grabada por una gran
cantidad de grupos folclóricos e interpretada por grandes voces de
la música, con trayectorias tan dispares como ejemplares; desde
María Mérida hasta Antonio Machín, pasando por el propio Alfredo
Krauss, Suso Mariatégui e incluso por la Orquesta de Instrumentos
Populares de la antigua URSS.
No ser un músico académico no fue óbice para componer las melodías
de sus canciones. Néstor decía que era: “un proceso mental; la
música sale cantando la letra y la letra junto a la música”.
La influencia de su estancia en Cuba impregnó de forma indeleble
algunas de sus canciones. Grabada en su memoria quedó "La Perla",
que Néstor registró bajo el seudónimo de Funkel. "Tatá
Mayarí" fue otra de esas canciones caribeñas, mezcla de habanera y
ritmos afrocubanos, que Néstor no le permitió cantar a Mary
Sánchez “hasta que fuera un poco mayor” porque la letra hacía
referencia a una prostituta cubana muy popular en la isla caribeña
por aquellos años.
Como cualquier padre, Néstor consideraba sus obras como un vínculo
paterno-filial, sin tener una obra preferida, pero siempre
reconoció su predilección por "Tamadaba", porque la consideraba
“la más melancólica y romántica, justamente los rasgos de mi
personalidad que yo pongo más empeño en ocultar”.
Son muchos los temas populares, creados por Néstor Álamo, que ya
forman parte del Patrimonio Musical de los canarios. Canciones
como "Andrés repásate el motor", "El Cambullonero", "La Alpispa",
"Maspalomas y tú", "Ay Teror qué lindo eres"… son frecuentemente
cantadas por los grupos folclóricos convirtiéndose en referentes
no sólo musicales, sino también vitales para muchos canarios que
hemos cantado o bailado en fiestas, romerías, asaderos, parrandas…
A pesar de ello, en muchas ocasiones Néstor no se sintió
satisfecho con algunos arreglos de sus temas, incluso, realizados
sin contar con su permiso u opinión. No obstante, él disfrutaba
oyendo a la gente parrandear con sus canciones. En este sentido,
es conocida la siguiente anécdota: Néstor entra al restaurante El
Herreño, en la vieja Vegueta, y atraído por los acordes y las
voces de sus canciones, se acerca a la parranda que se encontraba
al calor de los enyesques y vinos. Al verlo llegar, los músicos se
callaron y fue entonces cuando Néstor empieza diciendo: “Esta es
la parranda que va pa’ la fiesta (...)”, lo que supuso un nuevo y
mejor “arranque” para la parranda que continuó el tenderete, más
animados que nunca con el apoyo de Néstor.
El reconocimiento de las composiciones musicales de Néstor Álamo,
“Padre de la Canción Canaria”, vino de la mano de la
extraordinaria voz de María Mérida a quien se le considera “La
Dama de la Canción Canaria”. En el año 1947 María Mérida fue quien
primero grabó los temas de Néstor (Adiós Canarias querida, Isla
mía, Rubio y alto y El zagalejo) cuando aún no eran conocidos y ya
ella triunfaba fuera de Canarias como persona, artista y
compositora. Esta última es su faceta más desconocida, pero con
canciones populares tras de sí como “Palmero sube a La Palma”, que
no sólo llegó a componer musicalmente, sino que además fue la
autora de su letra. El cariño y la admiración fue mutua, de ahí
que María Mérida dijera, en más de una ocasión, que “(...) la
música de Néstor Álamo es sagrada (...)“.
Si la extraordinaria contralto herreña, María Mérida, fue la
primera voz que grabó y paseó las canciones de Néstor por todo el
mundo, la voz y la personalidad de Mary Sánchez fue su referente
musical, el diamante en bruto que Néstor supo pulir de tal forma
que, en determinados momentos, éste llegara a decir: “Mary Sánchez
ha constituido para mí una seguridad, para mi obra musical y
canción canaria (...)” , “(...) yo la creé para el espíritu de la
canción popular (...)” .
El 24 de Marzo de 1994 murió Néstor Álamo, y una vez más, los
canarios no supimos reconocer las luces de una extraordinaria
trayectoria artística que dejó tras de sí un brillante legado al
Patrimonio de la Cultura Canaria, y tristemente sólo consideramos
las sombras de su fuerte personalidad, pero que en la intimidad,
confianza y amistad Néstor supo reconocer. Sin ese carácter
controvertido, sin esa fuerte personalidad, que a veces le
traicionó, Néstor Álamo no hubiera sido “genio y figura” y los
canarios no disfrutaríamos de la dicha de sus tesoros artísticos,
que ya son leyendas de nuestro acervo cultural.
En alguna ocasión Jesús Gómez resumió, de manera muy acertada, la
trayectoria de Néstor Álamo reconociendo que era difícil repasar
una vida tan intensa como extensa porque Néstor era “un hombre
polifacético y autodidacta que sólo trabajaba con la memoria”.
Han sido muchos los reconocimientos y homenajes de los que Néstor
Álamo ha sido objeto, en vida y tras su muerte; pero será el paso
del viento y el sol del tiempo el que nos quite sus sombras (que
todos tenemos) y nos deje ver las luces de su obra.
El autor de este artículo aprovecha para agradecer la
información y citas obtenidas en el libro Mis tardes con
Néstor Álamo de Luis Armando Doreste, a los autores o dueños
de las imágenes aportadas, así como a los amigos de Guía y
familiares de Néstor, que dedicaron parte de su tiempo a comentar
la vida y obra de su indiscutible figura.
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