Guía de Gran Canaria

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NÉSTOR ÁLAMO, LA CANCIÓN CANARIA

Por José ORIVE

El próximo 27 de febrero se cumplirá el centenario del nacimiento de Néstor Álamo Hernández (1906-1994), a quien se debe, en pleno siglo XX, la aparición de una canción canaria de nuevo cuño, arraigada al sentir popular. Y su gran mérito fue que lo consiguió desde el autodidactismo, por su tremenda intuición creativa, al igual que en otros terrenos donde dejó huella y con quien las islas mantienen una profunda deuda de agradecimiento. A él se debe, entre otras cosas, la catalogación de los archivos de la Inquisición en su etapa en el Museo Canario a finales de los años 20, así como varios trabajos de investigación de índole histórica, y la puesta en marcha, en los años 50, del proyecto de la Casa de Colón en Las Palmas, así como del semanario informativo La Voz del Norte en su ciudad natal. Fue un hombre que se entregó en cuerpo y alma a la isla de Gran Canaria, de la que fue cronista oficial, y a quien los romeros que peregrinan anualmente a Teror, deben que impulsara con música y bailes hace medio siglo un acto festivo tan singular como la ofrenda del Pino. Lo hizo a partir de 1952 para renovar unas fiestas que perdían fuelle a nivel popular y para las que compuso Ay Teror, que lindo eres, Caminito de Teror o P´al Pino. Entre otras cosas, también dio a conocer la obra de la poetisa popular Agustina González Romero "La Perejila" e incursionó el teatro con sus ensayos El demonio y la Virgen (1934) y Lola Guerra.

Néstor Álamo nació en Guía en un ámbito familiar vinculado al negocio agrícola. Con catorce años tuvo la oportunidad de viajar a Cuba acompañando a una tía suya que se había casado por poderes y contactó con otro ambiente, vitalista y farandulero que le hizo mella en su actividad posterior, especialmente la artística. Fueron apenas un par de años, pues su padre lo reclamó para atender el negocio, aunque Néstor, esquivo, lo que hizo fue trasladarse a Las Palmas a estudiar donde se relacionó con la Escuela Luján Pérez. Por los años 30, la capital grancanaria despertaba de su letargo cultural gracias a la aparición de la Sociedad de Amigos del Arte, núcleo que promovía diversas actividades. Por medio de ella, y la visita de La Argentinita de paso a América, entró Néstor Álamo en contacto con el trabajo efectuado en España por Lorca con el cancionero popular. A partir de ahí puede decirse que vislumbró una vía factible para sus ideas de regenerar la música canaria. En esos años se cantaban isas, folías y malagueñas, junto a un amplio repertorio sudamericano. Néstor decide hacer un nuevo tipo de canción, que fuera popular pero sin caer en lo vulgar y monótono. Así salieron sus primeros temas –Jacarandá, Santo Domingo y La Peregrina- partiendo de la música tradicional de las islas. De esa época es Sombra del Nublo (1936), aunque la idea rondara en su cabeza años antes tras quedarse extasiado con la visión de dicho monolito proyectado sobre un mar de nubes durante una excursión. Aquella impresión y las ideas que el Roque Nublo inspiraba a Fray Lesco, culminaron la canción que se ha convertido en una especie de himno de la isla. Dicha canción, armonizada por el violinista Agustín Conchs, alcanzó notoria popularidad nada más interpretarla Josefina de la Torre en la Fiesta Pascual organizada por su hermano en el Teatro Pérez Galdós. Inicialmente la canción la firmó con el seudónimo de Fulken, lo que hizo despertar alguna opinión de duda respecto a su paternidad. Néstor contaba que el no firmar con su nombre era práctica habitual en la época, ya que él componía para un grupo de amigos entre quienes se encontraba Paquita Mesa. Luego, al obtener popularidad sus canciones, empezó a firmar ya con su nombre. Para varios de sus estrenos contó con las voces de María Mérida, y en especial la de Mary Sánchez, cuya voz ha estado vinculada mucho tiempo a sus canciones. Escribió una treintena, la mayoría en la memoria colectiva de sus paisanos (Maspalomas y tu, Isla mía, Tamadaba -una de sus preferencias, aunque también llegó a confesar su predilección por una titulada Balada de las viejas putas de La Habana, que a punto estuvo de interpretar Maria Dolores Pradera-, El Zagalejo, Andrés repásate el motor, El Cuervo, Mis bueyes, Balada de Sabanda, Noches de Arguineguín, El Cambullonero, Adiós Canarias querida, Cabra loca…) interpretadas por numerosos cantantes y formaciones y presentes en cualquier romería. También escribió una rapsodia sinfónica, orquestada por el maestro Gabriel Rodó, Tiempo de Gran Canaria, convertida en ballet por Gelu Barbu. A poco de su muerte, Mestisay estrenó un espectáculo de multitudinario éxito dedicado a su figura con el título de Querido Néstor. Néstor Álamo, hombre inquieto, independiente, visceral en defensa de su isla y de lo canario en general –en sus últimos años mantuvo una huelga para que el Ayuntamiento no talara unas palmeras en la plazuela- , que incluso se edificó su propio mausoleo para dejar plasmado un elocuente epitafio, seguirá con sus canciones en el recuerdo de su pueblo.

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NOTA.- Artículo remitido por el autor y publicado en CANARIAS7 el 16 de febrero de 2006.

 

 

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