Guía de Gran Canaria

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Néstor Álamo, genialidad y centenario

Por Erasmo Quintana Ruiz

Concejal de Cultura y Patrimonio Histórico –  Guía de Gran Canaria

No nos cabe duda ninguna que las grandes acciones que han servido de motor para los importantes avances que han cambiado la faz de la Humanidad han sido realizadas por hombres cuya peripecia vital se ha balanceado casi siempre entre la normalidad y la patología. Todo genio tiene algo de chiflado, de arisco en el trato y, con toda seguridad, sus inevitables "rarezas" las lleva íntima y continuamente consigo. Ejemplos innumerables nos servirían, pero recordemos tan solo a Nietzsche, Van Gogh, Lenin, Dalí, Hitler, Mussolini...

Salvando las distancias lógicas de unas brillantes y desbordadas pulsiones que incidieron y determinaron ciertamente en los cambios profundos de nuestra civilización, traemos la figura de nuestro querido Néstor –genio al fin también- con motivo de centenario de su nacimiento (27-02-1906). Y nos interrogamos cómo ha sido, que alguien que no tuvo disciplina universitaria ninguna, ni tan solo académica, de manera totalmente personal, autodidacta, haya dejado un legado de investigación tan rico y variado sobre temas del mundo de la historia y la cultura de Canarias.

Profundo y vasto en efecto fue su quehacer, abarcando disciplinas que van desde la música al teatro, la historia, la archivística, la restauración arquitectónica y artística, todo lo cual –su clara inteligencia natural con escasos dieciocho años- pone pronto de manifiesto. Rica y dilatada es su obra ordenando y catalogando el archivo y biblioteca del Museo Canario a las órdenes de Agustín Millares Carló, y del lectoral José Feo Ramos en el Archivo de la Inquisición y Archivo Canario, tareas en las que emplea más de veinte años. Tuvo inquietudes periodísticas, llevándole a escribir cientos de artículos en prensa, lo que hizo que fundara en su ciudad natal (1931) el semanario "La Voz del Norte", donde ve la luz "Crónicas de Sedeño y Escudero"; "Del Juzgado y otros asuntos", sobre el controvertido traslado del Juzgado de Guía a Gáldar, y "Sátira", que versa sobre la obra del poeta guiense Rafael Bento y Travieso. Luego vendrían en sucesión ininterrumpida "El obispo Verdugo y su tiempo: el retrato que se atribuye a Goya"; Crónica de un Siglo: 1844-1944 "El Gabinete Literario"; Thenesoya Vidina y otras tradiciones; Un papelista canario del S. XIX; La Perejila; El Almirante de la Mar Océana en Gran Canaria, Mi pregón de San Pedro Mártir, en su calidad de cronista oficial de Gran Canaria,etc. Años más tarde el Gobierno de Canarias, atendiendo al fructífico legado del guiense, lo distinguió ex aequo junto a Alejandro Cioranescu con el Premio Canarias en la modalidad de Investigación. La soberbia supina del profesor de la ULL, que se creía a distancias siderales por encima de los méritos de nuestro paisano, lo llevó a dar un "corte de mangas" maleducado a aquella serenísima y respetable institución, dadora de los premios, y no asistir para recoger el suyo.

Importante es también el capítulo de sus obras arquitectónicas, entre las que cabe destacar el Hospital "Inés Chemida", Iglesia de Tara y Casa Museo de León y Castillo en Telde; Parque de Teresa Bolívar y Casa de Los Patronos de la Virgen del Pino en Teror; Casa Museo Pérez Galdós, Obras en la Iglesia de San Antonio Abad, Reforma de la Escuela de Maestría Industrial de la calle Canalejas y Casa de Colón en Las Palmas de Gran Canaria; Restauración del Camarín de la Virgen en Guía de Gran Canaria y Casa de la Cultura de Tejeda. Tuvo mucho que ver asimismo en el nacimiento del prestigioso Anuario de Estudios Atlánticos, junto a su gran amigo y paisano, el investigador Miguel Santiago -al que fervorosamente admiraba- y Antonio Rumeu de Armas, apoyados desde el Cabildo por su presidente Matías Vega Guerra.

Pero donde resulta más conocido Néstor Álamo Hernández es en su aportación a la canción canaria dentro del acervo Histórico-Artístico, logrando bellísimas melodías que pertenecen ya al alma del pueblo canario; así tenemos, para nuestras explosiones de alegría, La Alpispa; Tamadaba; Ay, Teror, qué lindo eres; Andrés, repásate el motor; Maspalomas y tú, y un largo etcétera que está en la memoria colectiva, así como la inconmensurable Sombras del Nublo, conceptuada por la opinión autorizada de muchos como el Himno de Gran Canaria, la cual, en interpretación del inigualable Alfredo Kraus y Los Sabandeños la hacen sublimemente irrepetible.

Dicho lo que antecede, también habremos de referirnos al desamor existente con Néstor en el solar donde vio la luz primera: Guía de Gran Canaria. Sus paisanos –tal vez con razón- le achacan que no tuvo siquiera una pobre inspiración para su Virgen de Guía, ni a su hermosa, límpido cielo y aireada ciudad, patria de sus mayores. Íntimas confesiones revelan que algo grave y extraño le tuvo que suceder con sus paisanos para que casi no quisiera saber nada y viviera a partir de entonces de espaldas a los avatares de aquel frágil rincón agrícola, laborioso y ganadero. Y en cuanto al problema de fondo, ya en otro lugar hemos dicho que es bueno olvidar lejanas y antiguas ofensas –si las hubo- y tratar de posibilitar la reconciliación de Néstor con sus paisanos y los hijos de Guía con Néstor. No queremos pensar que sea el tan conocido adagio popular que dice "nadie es profeta en su tierra", hija de la envidia, aquel malsano mirar con malos ojos de Antonio Salieri al gran Mozart, que –posiblemente- lo llevó a envenenarlo. Esta afición pueblerina es la que en tiempos de Unamuno y Ortega les llevó a afirmar lo de que "la envidia es el deporte nacional". En situaciones concretas de ahora mismo, de responsabilidades públicas, ésta siempre se halla presente: Si no haces, eres un inútil; si haces algo, es pura mierda; dándose el caso de que si no se atreven a espetártelo a la cara con todas las palabras y una media sonrisa, te lo dicen cantando.

Y es que, amigos que me leen, la envidia es la pasión que mejor retrata al ser humano.

 

 

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