Guía de Gran Canaria

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Los maestros mayores de obras

Por Juan Dávila-García

El arte de la construcción en Guía, siempre estuvo bien servida desde años inmemoríables, -hoy el aglutinamiento de constructores se ha disparado y su existencia en todo el norte y noroeste tiene una gran relevancia-. En aquellos tiempos se llamaban Maestros Mayores de Obras, y los trabajos que realizaban no tenían esas connotaciones de "reality show" que hoy detentan, donde destacan edificaciones de enormes bloques de viviendas con una masificación de cemento y hierro sin el respeto adecuado al medio ambiente y donde brilla de manera ostensible la especulación.

Es mi intención recordar a los más importantes profesionales que en aquellos tiempos residían en Guía y que verificaban todo tipo de obras desde las más rudimentarias hasta las más excelsas y complicadas, así los Maestros Manuel Rodríguez conocido por todos como Manuel Marina, -nominación esta que le venia de su esposa Marina González Álamo-, que tuvo los siguientes hijos Manuel, gran albañil y posteriormente residiendo en Las Palmas afamado constructor, Antonio, aparejador y alto jefe militar del Cuerpo de Artillería, y que tuvo el privilegio de ser el primer Gerente de la empresa de Ramón Beamonte del Río en Canarias, bajo cuyo auspicios se construyeron la fabrica de cemento y el muelle industrial de Arguineguín, Marcos todo un experto en radiotecnia y posiblemente el primero que en Guía llevo a cabo la construcción de un receptor de radio y María de Guía conocida como Mariaguia, Maestro José Bolaños cuya hija Nenusa se caso con Santiago Bañolas Reina, padres del actual alcalde Fernando Bañolas y Maestro Salvador Castellanos conocido por maestro Boro, que tuvo los siguientes hijos, Salvador, Paulino, Pepe, Carmela, Lolina, Ramón, Tino y la mujer de Alonso de la cual no recuerdo su nombre.

Es interesante hacer constar que estos constructores no contaban con los adelantos existentes hoy, por lo cual los desmontes de los terrenos, cimientos, sótanos, etc., se tenían que hacer a golpe de pico y pala. Incluso dentro de la obra el transporte de los materiales se hacían en carretillas o a hombros. La argamasa o mezcla del cemento con la grava, picón, arena etc., se hacía a mano con sachos y palas y eran servidos por los peones a los albañiles en unos recipientes que tenían formas de baldes que eran de plástico y goma. En el gremio de la construcción que yo recuerde no solían haber accidentes laborales, tan frecuentes hoy, los trabajadores eran muy respetuosos con las medidas de seguridad estipuladas en aquellos momentos, que por cierto no eran muchas pero los maestros mayores le exigían al personal las cumplieran a rajatabla.

Todavía en Guía existen muchos edificios, que fueron construidos por estos maestros. Hay uno que reviste una gran infraestructura por el rico contenido que se observa en su construcción, a pesar de los años pasados, me refiero a la casa de Fernando Máximo Guerra ubicado en la calle Medico Estévez, y que fue edificado por maestro Manuel Marina y sus hijos Manuel y Antonio como albañiles. Estos maestros mayores de obras citados tenían la virtud, de saber acondicionar en cualquier momento cualquier eventualidad que surgiera en la obra que estaban realizando, con total exactitud interpretaban los planos, trazaban escaleras, ubicaban las diferentes piezas utilizadas encajándolas perfectamente en los lugares adecuados, y todo esto lo hacían con unas técnicas bastantes rudimentarias pero altamente positivas.

Durante muchos años los maestros mayores de obras citados exhibieron su sabiduría, sus construcciones tenían una sobriedad extraordinaria y en sus interiores brillaban el buen quehacer sobre todo y especialmente en la conformación de los pisos donde a modo de "puzzles" iban ensamblando pieza a pieza los diferentes ladrillos o placas que le daban al mismo una exuberante belleza, otra labor destacada eran los estucados que hacían que solían ser coloreados o simplemente blancos, entre los cuales destacaban la rugosidad de las paredes tan bien conseguidas y lo mas relevante de este trabajo era que lo hacían a mano hoy se utilizan unas maquinas especiales para llevarlos a cabo. El picado de la cantería, hecho también a mano con la picareta revestía al edificio en su parte exterior de un color grisáceo, que le daba al mismo el elocuente punto de acabado tan añorado por sus propietarios que veían así finalizadas las obras del inmueble de sus sueños.

En fin que el trabajo de estos personajes y de sus trabajadores requerían una preparación manual de gran transcendencia y veces incluso de una fortaleza física fuera de lo común ya que no habían tractores, martillos eléctricos, amasadoras y otros artilugios que hacen hoy tan fácil el derrumbamiento y la construcción de un edificio y que debido a esta modernización se suelen finalizar en poco tiempo, cosa imposible en aquella época. Mi recuerdo para ellos, pioneros posiblemente de la nueva era de la construcción.

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Juan Dávila-García

jocdavila@yahoo.es

Septiembre 2006.

info@guiadegrancanaria.org

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