Desde tiempos remotos los diferentes gremios integrados por los
artesanos especializados en diferentes oficios, tuvieron un preponderante
papel en la economía de una comarca, de una ciudad, pueblo o simplemente
de una villa. Eran muchas las profesiones que conformaban estos distintos
grupos e incluso existían calles donde radicaban exclusivamente los
prototipos de una determinada profesión y que eran conocidas más por el
nombre de estas que por el propio patronímico de las mismas.
Guía no fue una excepción, y en la misma abundaron grandes
profesionales especializados en múltiples materias, que tuvieron una gran
resonancia a nivel insular y regional y en algunos casos como el de la
"cuchillería" y "quesería", su fama ha tenido repercusiones de índole
internacional. Hoy quiero dedicarle este nuevo trabajo al gremio de los
zapateros, que en un momento determinado fue muy prolifero en nuestro
pueblo. Existiendo entre estos, grandes y extraordinarios realizadores y
constructores de todo tipo de calzado, quien destaco de manera elocuente y
que marco una época de ilustre catalogación en tan complicado menester.
Estos expertos artesanos iniciaban su trabajo partiendo de la demanda del
cliente, el cual le exponía, la forma y el material a utilizar en la
confección de lo que demandaban, el profesional tomaba las medidas
oportunas utilizando las plantillas y las hormas que estaban debidamente
homologadas con respecto a las medidas de cada pie fuera femenino o
masculino. Una vez terminada esta primera e indispensable fase, se
iniciaba la segunda que consistía en confeccionar el calzado demandado
usando para ello todas las herramientas precisas para que el acabado fuera
lo más perfecto posible.
Una de las facetas más importantes a llevar a cabo era la maceración de
las suelas para que cogiera mayor flexibilidad y consistencia, y que se
hacia utilizando una plantilla triangular de hierro plana en su anverso
donde el zapatero después de mojar adecuadamente con agua la suela la
golpeaba durante un buen periodo de tiempo con un martillo de cabeza
circular amplia conocido como "martilla". Otro ritual era el cosido de la
pieza, -los zapateros guienses tenían la virtud de confeccionar el calzado
cosido a mano-, solo utilizaban el tachéado en la botas que hacían cuyo
uso primordial tenían que ver con las faenas del campo. La liturgia para
llevar adelante el citado cosido era muy compleja, ya que la iniciación al
mismo se hacía preparando el hilo, el cual enredaban con la mano
utilizando como base parte de la pierna en el espacio comprendido entre la
rodilla y el muslo, una vez que el mismo adquiría la consistencia debida
lo enceraban con una cera especial e iniciaban el cosido a dos manos,
presionando con bastante fuerza para que el amarre fuera persistente. Todo
ello lo hacían con el material utilizado para la confección del zapato
dentro de la horma. Los materiales utilizados variaban según la petición
del cliente, así como el color, los más usados era el cuero en general, el
charol, las pieles de diferentes animales, que le daban un aspecto de
elocuente belleza al objeto fabricado. Muchos vecinos de mi pueblo se
hacían los zapatos por encargo, que solían tener unos precios elevados, ya
que los formatos pedidos requerían una dedicación por parte del
profesional bastante más comprometida y delicada.
Guía llego a tener de manera simultanea hasta diez o quince zapaterías,
donde además de la confección de los diferentes tipos de calzados se
hacían también las reparaciones de los mismos, -o remiendos-, consistente
en poner punteras, palas, tacones, tapas y tapillas y otras de menor
importancia.
Antes de finalizar este trabajo y a modo de reconocimiento quiero citar
algunos de estos profesionales, que le dieron a Guía una gran importancia
dada su dedicación y el gusto que empleaban para llevar adelante tan
brillante profesión. Muchos de los personajes que voy a citar quizás ya no
sean conocidos por la gente de mi pueblo, pero es de bien nacidos
reconocer su virtuosa labor, que de alguna forma engrandeció el devenir de
nuestro terruño. Voy a intentar hacerlo por orden de antigüedad en el
ejercicio de la profesión aunque la mayor parte de ellos fueron coetáneos.
Todos tienen la nominación de maestros por eso voy a obviar repetir esta
palabra cada vez que los vaya citando. Así tenemos a:
Mariano Calcines y su hijo Mariano, Pancho –padre del joyero Pantaleón
Suárez-, y Pedro Suárez, -padre de Yoyo y Pepe Suárez Ossorio platero y
joyero respectivamente este ultimo residente en Tenerife-, Pancho
–conocido por maestro Pancho el cartero- y Antonio Ossorio, Antonio Dávila
–mi abuelo paterno-, Pedro Estévez conocido por Porin, Pancho Castellanos,
José Vega conocido por Pepe el sordo, Faustino Suárez conocido por el
carro y su hijo Juan, Domingo en la calle Trasera, Salvador Bautista
conocido por el tunera, Bartolo Oliva, Marcelino Mendoza, Sebastián Martín
conocido por Chano el reinosá, Lito, los lecheros Pepe y Santiago, Manolo
Roque, Antonio Bautista y posiblemente muchos más.
A todos ellos mi reconocimiento más sincero y mi afectuoso saludo para
los que todavía viven.
---------------