Hoy quiero recordar a los cueteros –pirotécnicos- de Guía, que
encabezados por maestro Manuel Aguíar y su hijo Roberto, desarrollaron
esta hermosa y peligrosa profesión con estimulantes resultados en nuestro
pueblo. Durante muchos años fueron los encargados de la confección y el
mantenimiento de todas las demostraciones pirotécnicas que se
desarrollaban en Guía, colaboraba con ellos un pariente conocido por
Antonio "el papi". En aquellos tiempos nuestro pueblo por medio de estos
personajes tenían la relevante exclusiva de confeccionar todos los
"fueguillos", cohetes, -de distinto calibre-, bombas, morteros, etc.,
utilizados en todos los eventos festeros que se llevaban a cabo en toda la
comarca. La alta cualificación de estos seres en crear verdaderas
maravillas dentro de la cuetería, -como se le llamaba entonces-, tenían
unas connotaciones de extraordinaria belleza, recibiendo siempre efusivas
felicitaciones al termino de cualquier exhibición de estas características
así como la correspondiente salva de aplausos promovida por todos los
asistentes a la finalización de la misma.
Tenían el taller en la trasera de su casa en la calle Real,
confeccionando allí toda clase de encargos que recibían de los
innumerables pueblos de la isla. Como artesanos cueteros no tenían nada
que envidiarle a los –zaragozanos-, que se pusieron de moda más tarde y
que hizo que se cerrara este negocio familiar que tan lucrosos beneficios
les habían dejado mientras fueron los pirotécnicos más destacados de la
isla. Hoy se han impuesto con una clara efervescencia las cueterias de
Teror y Valsequillo, que abastecen a todas las fiestas de las islas. Estas
ultimas cuentan con unas infraestructuras tecnológicas que por aquellos
años no existían, los cueteros de Guía hacían todos sus trabajos a mano,
hasta la pólvora que escaseaba la fabricaban ellos mismos, creo recordar y
según me comentaba maestro Manuel, amasando azufre, alcohol y polvo de
carbón piedra, la pasta que generaba tal amasijo la ponían a secar y
posteriormente ya totalmente desmenuzada la pasaban por un tamiz y así
obtenían la tan necesaria materia prima para la confección de cuanto
hacían relacionado con su profesión. Un día en el colegio por curiosidad
le pedí información a un profesor de química al respecto, manifestándole
la forma que tenían los citados cueteros de obtener la pólvora, el cual me
indico que tanto el azufre como el alcohol eran altamente inflamables y
que mezclados bien empaquetados y fuertemente comprimidos podían
constituir en
un explosivo de grandes proporciones, variando su acción en función de
la cantidad de los elementos utilizados.
Realizaban trabajos cuya importancia pirotécnica ya coloreada tenía una
gran repercusión en cuantas fiestas participaban. Sus grandes obras
cueteras, se exhibían en todos los pueblos y pagos del norte y noroeste de
la isla tales como en Guía, Agaete, Moya, Bañaderos, Caideros, Juncalillo,
Fontanales, Montaña Alta, Valle de Agaete, Firgas, etc. Tanto maestro
Manuel como su hijo compartían la profesión de la cuetería con la de
herreros, ya que también eran profesionales de esta especialidad y como
tales desarrollaban su labor en la herrería de Juan Pina en la calle Pérez
Galdós en un gran solar ubicado frente a la casa de Florencio Galván, muy
cerca de San Roque. Durante muchos años mantuvieron la hegemonía de tan
hermosa profesión, -como me decía el viejo-, en toda la zona, la llegada
de los fuegos zaragozanos les resto gran cantidad de trabajo, lo que
genero la desaparición de la pequeña industria familiar.
Es interesante resaltar que la pirotecnia zaragozana, -al menos en
Guía- y en sus primeros momentos ocasiono más de un grave accidente, así
recordar que en los fuegos de San Roque del año 1953, una señora de
nuestro pueblo llamada Carmelina, se vio envuelta en llamas por el fallo
en cadena de una serie de explosivos, la cual no sufrió por suerte heridas
graves pero si quedo aquejada de una fuerte depresión que tardo algunos
años en curarse. En las exhibiciones pirotécnicas que pude ver en mi
juventud referidas a las zaragozanas, -luego se perfeccionaron hasta hoy-,
solían haber muchos fallos especialmente al final de la misma donde los
voladores surgían de los cajones correspondientes de una manera bastante
desordenada generando carreras y desbandadas entre el publico asistentes
al evento.
Los cueteros de Guía a partir de la llegada de la pirotecnia
zaragozana, desaparecieron después de un largo periplo de muchos años en
la practica de la misma, hoy esta profesión esta muy arraigada en los
municipios de Teror y Valsequillo donde existen grandes y modernas
industrias con unas supertecnologías que hacen que se mantengan en primera
línea entre las más punteras de España. Que yo sepa jamás Guía ha tenido
un recuerdo cariñoso para los cueteros que tanta fama le dieron a nuestro
pueblo.
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