Hoy quiero recordar la triple vertiente de un emblemático hijo de Guía,
al cual le revistieron en su vida distintas facetas las cuales desarrollo
con extraordinaria elocuencia. Me refiero a Eugenio Abreu, conocido por
Geño Abreu, -valga la redundancia-. Carpintero-tallista, gran jugador de
fútbol –se dice que posiblemente el mejor y más completo que haya dado el
norte y noroeste de la isla, recordar que cuando Alfonso Silva se fue al
Atlético de Madrid, se incorporo al Real Club Victoria de Las Palmas (en
sustitución de este), que se sepa jamás, los seguidores de tan histórico
equipo echaron en falta al gran Silva-, y finalmente como Profesor del
Instituto Laboral en la materia de Formación Manual.
Ni que decir tiene que conocí bien a este extraordinario personaje por
las relaciones existentes entre nuestras familias, -mi abuelo Antonio y su
padre fueron grandes amigos y la comunicación reciproca de ambas con
relación a la gran amistad que les unía siempre destaco con elocuente
sinceridad-. Decir para que se sepa que Geño, jugaba de medio centro en el
mítico Tirma, junto a otros jugadores de catalogado talento futbolístico
en aquella época, me estoy refiriendo al primer quinquenio de los años 40
aproximadamente.
Geño Abreu, destaco desde muy joven en este denostado deporte –hoy-,
como fue el fútbol, dado que la idiosincrasia que siempre revistió al
mismo se ha visto embuida en una serie de detestables problemas y por las
absurdas polémicas, tan cacareadas por algunos periodistas ávidos de
poder, -y bien pagados por algunos clubes- en dar denominaciones
totalmente inconsecuentes a una serie de personas que son tan terrenales
como cualquiera de nosotros y no han arribado a los estadios procedentes
de otra galaxia. Geño hoy hubiera valido muchos millones de euros y a buen
seguro que jamás hubiera aceptado ser llamado galáctico, su preparación y
su clase no lo hubiera permitido.
Solía visitar el taller de carpintería que junto a su hermano Miguel,
-gran amigo de mi padre, al cual el mismo le llamaba el "gunga"-, tenían
en la calle Luís Suárez Galván muy cerca de San Roque. Un día de visita al
mismo estaba trabajando en un confesionario, creo que para la iglesia del
Colegio de las Hermanas Dominicas, lo recuerdo perfectamente pues debía
ser en el año 1948 y ya yo tenía 11, tal construcción constituía una
verdadera joya de la talla a mano, como ya he manifestado era un
extraordinario tallista. Geño, en su faceta de profesor del Instituto
ennobleció la enseñanza de la Formación Manual, en su rama, la carpintería
y me consta que sus enseñanzas dio opción a muchos jóvenes de Guía a
iniciarse en tan hermosa profesión, y que hoy destacan con elocuencia en
la misma.
Geño Abreu, fue un paradigma de constatada preparación, nunca fue
mediocre siempre sobresalió, por eso lo recuerdo con afecto y cariño.
Aprendí muchas cosas con el que todavía hoy suelo practicar. Cuando me
dispongo hacer algún trabajo utilizando la madera como materia prima,
-decir que soy muy torpón en este tipo de manualidades-, pero a veces los
intento y tal como el me indico lo primero que hago es bocetear la obra a
ejecutar personalmente o que voy a encargar a un profesional.
En Guía, conocí a sus hermanos, Domingo –enfermero del hospital de San
Roque y peluquero-, que vivía en la Atalaya, a Miguel ya citado, a sus
hermanas Juana y Pilar, -catedrática que fue de los siguientes centros
docentes, colegio Santa María e instituto de Guía, del Isabel de España,
Pérez Galdos y de la Escuela de Turismo de la Caja Insular de Ahorros en
Las Palmas de Gran Canaria. Creo que tenía otra hermana que residía fuera
de nuestro pueblo a la cual no conocí.
Mi buen amigo y recordado Geño Abreu, destaco siempre en cuantas cosas
hizo, pero con mayor incidencia en las tres facetas por mí citadas. En el
ejercicio de la docencia se comportaba más como un amigo que como un
profesor. Fue una excelente persona muy amante de su familia, su
fallecimiento me cogió fuera de la isla y sentí mucho no haber podido
asistir a su entierro. No obstante siempre lo recuerdo en alguna que otra
conversación que llevo a cabo con algún paisano, lo cito, como lo que fue
un personaje de elocuentes características de mi querido pueblo. No puedo
olvidar su actuación como entrenador de fútbol donde también sobresalió
por su gran honestidad y dignísima honradez.
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