Eran los albores de los años cuarenta del pasado siglo, Guía brillaba
por su bullicio, y por su elocuente categoría social, debido a una serie
de circunstancias de alto standing constituyendo así el centro neurálgico
de toda la comarca noroeste de la isla. Existían ingentes cantidad de
comercios, restaurantes o bares como se le denominaban en aquella época,
médicos preclaros, colegios tales como el Santa María y el las Madres
Dominicas, etc. En la calle Luís Suárez Galván, casi lindando con San
Roque estaba ubicada la Escuela Publica, en la misma practicaba la
enseñanza un elocuente maestro, -hoy profesor-, llamado Nicolás Hernández
Cruz, muy versátil y competente, que además de ser un gran enseñante,
poseía la virtud de ser un gran músico y compositor. Fue gran amigo de mi
padre ya que les revestía a –ambos-, esa gran y elocuente profesión
musical, que ha sido durante muchos años blasón y emblema de mi pueblo, de
ella se dice "que une a los pueblos y amansa a las fieras", virtuosa
definición hecha por alguien a quien desconozco.
Pero el objeto fundamental de este articulo de opinión, es el de
recordar y hablar algo del extraordinario personaje que fue Nicolás
Hernández Cruz y de su estancia en Guía como profesor y musicólogo. En un
principio siempre creí que era oriundo de Agaete, pero hace unas noches su
hijo Colacho, me indico que su abuelo era de Valleseco y su abuela de
Telde, pero no me preciso su lugar de nacimiento. Nicolás Hernández, era
el
tipo de hombre que a tenor de la honorabilidad que le revestía, su
imagen reflejaba un aura muy especial, que le adorno hasta el final de su
vida terrenal, quizás en el más allá la misma le siga acompañando por su
exquisita proyección personal y profesional.
Residiendo en Guía compuso unos Cantos Canarios, cuya partitura esta
aparentemente desaparecida, -aunque sus hijos Lolina, Colacho, Pepe y Mari
Carmen, me han prometido por activa y por pasiva que me le van a
conseguir-, esperemos así sea. Insignes musicólogos de Las Palmas, a los
cuales les he hablado de la existencia de tales Cantos, caso de Lothar
Siemens, están muy interesados en que la misma aparezca, para mayor
enriquecimiento de nuestro folklore, y para ampliar la lista de los
grandes compositores que esta noble tierra ha tenido el orgullo de
producir.
La noche del domingo día 25 me lleve una gran alegría, me visitaron
Colacho y su esposa Carmela, esta ultima de origen onubense, muy
relacionada con mi pueblo ya que su abuelo apellidado Tercero Acosta fue
Juez de Instrucción del mismo, -posiblemente-, desde el 1900 al 1910 o
1911, habiendo nacido en Guía un tío suyo llamado Alejandro entre 1908 y
1910. El motivo de mi alegría lo constituyo el acto, -ceremonioso porque
no-, de la entrega a mi persona por parte de Colacho de unos legajos
formados por un gran número de partituras musicales manuscritas por su
padre y un compendio de fotografías, donde se acredita y se observa al
acreditado Don Nicolás formando parte de las mejores y más afamadas
orquestas del archipiélago, en tiempo y forma, como pianista: tales como
las de Mejías, Capitol, Montecasinó, Ondas, etc.
Aproximadamente en el año 1944, se celebro en Guía un concurso local de
Rondallas donde intervinieron la Guayarmina, la de los Clavellinos del
Callejón del Molino y la de la Atalaya, -esta ultima dirigida por mi
padre-, la pieza u obra obligada eran los Cantos Canarios de Nicolás
Hernández. Mi padre se desplazaba todas las noches hasta la Atalaya, -el
barrio más emblemático de Guía-, juntamente con varios compañeros a
ensayar, cosa que hacían en la Sociedad, yo siempre les acompañaba.
Nicolás Hernández acompañado del Alcalde Odón Máximo Guerra, en el coche
de este creo recordar que la marca del mismo era un Grand Paige, de dos
asientos techados y dos más descubiertos en la parte de atrás, visitaba
con gran frecuencia los ensayos de nuestra Rondalla, tal vez entusiasmado
por la elocuente sonoridad de la misma, y asintiendo alababa la categoría
musical de la misma, siempre me pregunte porque obraba así -¿por la
amistad que le unía a mi padre o porque realmente el conjunto musical
respondía con elocuencia a lo que el estimaba se estaba haciendo bien?-,
pienso que la verdadera realidad estimada por el, era lo segundo.
El concurso se celebro y como era de esperar, Nicolás Hernández, formo
parte del jurado que enjuicio las correspondientes actuaciones. Como el
había vaticinado, la Rondalla de la Atalaya con mi padre al frente, fue la
clara vencedora. Recordar la elocuente "perorata" que les dedico a la hora
de felicitarlos, me produce cierta emoción, no en vano mi querido padre
había echado el resto para conseguir tan significado triunfo, y con la
humildad que le revestía lo consiguió.
Nicolás Hernández, forma parte de la historia cultural y musical de
Guía, por su doble faceta, la de intelectual y la no menos apreciada
"musical". Le preguntaría a las autoridades de mi pueblo, ¿se merece
Nicolás Hernández Cruz el reconocimiento de Guía?, yo diría que si,
posiblemente gentes con mucha menos relevancia que este maestro, músico y
amigo tienen en su haber homenajes y distinciones, sin merecerlo tanto.
Por eso a los guienses que lo recuerden les solicitó apoyen este mi
criterio, que pienso es de todos los que le conocieron y llevemos adelante
algo tan merecido, que en el haber de este extraordinario ser y hoy de sus
hijos especialmente, estimo sería un homenaje aunque póstumo a una persona
que le dio a Guía honor y prestancia.
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