La semblanza e idiosincrasia del labrador o labriego de las medianías
de la zona norte de la isla de Gran Canaria, es recia y fuerte, pero a la
vez afectiva y cariñosa. Su único afán es labrar la tierra que heredaron
de sus antepasados y con ello obtener su sustento diario.
Las Fiestas en honor a la Santísima Virgen de las Marías, tiene –desde
mi punto de vista-, cuatro actores principales, la Virgen, los labradores,
la proscrita "cigarra" y la bendita lluvia que Nuestra Señora mando de
manera milagrosa allá por el año 1811, que acabo con tan aciaga plaga.
Desde entonces y cada tercer domingo del mes de septiembre Guía se viste
de gala para rendirle pleitesía y darle las gracias a su excelsa patrona
por aquel eminente milagro ocurrido hace 195 años.
Las islas orientales del archipiélago son muy proclives a las llegadas
de las langostas o cigarras que provenientes del desierto del Sahara y
aprovechando el viento del este, se constituyen en unas enormes pelotas
que atravesando el mar nos invaden, -este dato fue comprobado por mi "in
situ" allá por los años cincuenta del pasado siglo en Barranquillo
Moreno-, donde la gente del lugar se hizo fuerte quemándolas con
lanzallamas según se iban acercándo a la costa. Fue la ultima vez que ví
la llegada con intensidad de tal vulgar y voraz "bicho" a nuestra isla
especialmente al norte de la misma, era un domingo de otoño, y al
iniciarse la tarde llovió en abundancia incluso con aparato eléctrico y el
ruin insecto huyo, dejando atrás ruina y desolación especialmente en los
cultivos ordinarios de medianías y cumbres.
El nacimiento de tan extraordinario evento, tuvo lugar, posiblemente un
día del mes de septiembre del año 1811, en la Montaña o Lomo de Vergara,
que esta ubicado entre el Lomo Betancor y la Hoya de Pineda al noreste del
altiplano que configura la Montaña de Guía, donde con motivo de una
descomunal invasión de cigarras, se congregaron los habitantes de,
Barranco del Pinar, Saucillo, Lucena, Montaña Alta o Piedras de Molino,
Tres Cruces, Bascamao, Junquillo y Verdejo, Lomo del Palo, Los Palmitales,
Casas de Aguilar, Calabozo y Paso, Juncalillo, Caideros, etc., que de
manera muy humilde y a modo de un verdadero rosario de emotivas oraciones
y plegarias le rogaron a la Virgen, hiciera un milagros para que tan
voraces insectos se fueran de sus tierras las cuales estaban arruinando,
la excelsa patrona guíense les escucho e hizo que lloviera torrencialmente
y la cigarra desapareció.
Desde aquella memorable fecha hasta hoy, las fiestas de las Marías se
han constituido, por su contenido, posiblemente en la más ancestral en lo
que respecta a su tipología netamente canaria de cuantas existen en la
isla y quizás también del archipiélago. Desde la Montaña de Vergara los
peregrinos portando hermosas "ramas" de pinos, eucaliptos, brezos, etc.,
bellamente adornadas con variados frutos y productos de la tierra,
(zanahorias, manzanas, peras, ramos de uvas, y otros) bajan camino de la
iglesia donde les espera la venerada imagen, tocando caracolas, tambores,
cajas de guerra y otros instrumentos, que por su rusticidad recuerdan a
los empleados por los primeros "rameros" que tuvieron el privilegio y el
honor de iniciar tan gloriosa festividad. Que bajando por la Cuesta
Caráballo, arriban a los aledaños del Hospital de San Roque, allí les
esperan la Banda de Música y una gran multitud de fieles bailadores, y los
papagüevos, iniciándose así el tradicional "baile de la rama", al son de
los pasacalles que la citada banda interpreta y que con un gran ceremonial
se dirige hacia el templo parroquial donde la Santísima Virgen con el niño
en sus brazos –adornado con una cigarra de oro en unos de sus dedos-
vestidos con un hermoso y lujoso traje verde espera la llegada de sus
fieles devotos, para que como en antaño oírles una vez más el
agradecimiento inconmesurable en forma de rezo, oración y canto por el
gran milagro que le otorgo a sus antepasados.
Mientras esto sucede las calles de Guía se van llenando de gentes
procedentes de todos los lugares de la isla, incluso de turistas, deseosos
de presenciar tan grandilocuente evento. Por doquier se ven parrandas,
-con sus miembros perfectamente ataviados con la vestimenta típica
canaria- y en medio de esta algarabía, se escucha siempre la voz melosa de
algún guíense que interpreta, los aires de la tierra, malagueñas, isas y
folias. Pero lo mejor esta por llegar, cuando el reloj "lujanero" marca
las doce del mediodía, se inicia la gran función religiosa donde la
asistencia masiva de fieles es tal que la iglesia matriz con sus tres
naves, se hace pequeña para contener a tanta gente, que quieren ver y
tocar la sagrada imagen de la Virgen en su trono de plata y pedrería.
Simultáneamente a cuanto esta aconteciendo, en la zona periférica del
casco de la ciudad, se acumulan las carretas perfectamente engalanadas y
rotuladas, tiros formados por bueyes y vacas, caballos hermosamentes
adornados, y de donde el agradable olor de los riquísimos manjares que en
las mismas –carretas- se preparan llenan el aire con un característico
sabor a fiesta y al jolgorio más sano y elocuente. Chuletas, chorizos,
sardinas, queso de Guía en sus diversas versiones, papas arrugadas, mojos,
huevos duros, etc., todo vale para que los moradores del municipio guíense
y los muchos visitantes que acuden a honrar a la Santísima Virgen,
degusten con gran satisfacción cuanto los romeros les ofrecen con humildad
y simpatía, que consisten en los variados platos propios de la rica
gastronomía isleña ya citada.
La gran Romería se ha iniciado, con los prolegómenos anteriormente
enunciados. La misma remata el desarrollo de los actos festeros de la
mañana. No obstante en cualquier rincón se contempla a grupo de gentes
degustando algún que otro sancocho, asadero o simplemente cantando y
tocando timples y guitarras y saboreando el pisco del buen ron canario o
de algún mejunje casero hecho para la ocasión. Ya en horas de la
tarde-noche se celebran otros eventos que riman perfectamente con el
desarrollo de esta festividad llamada en otros tiempos de los "ramos",
tales como una gran luchada-canaria y un festival folklórico, donde
intervienen agrupaciones procedentes de otras islas, otros municipios y
las del propio Guía. Esta extraordinaria "Romería", que a modo y manera de
las de San Benito, San Marcos, San Isidro y de la misma del Pino, ha
concitado –del latín concitare, de concierne, mover, excitar- entre
algunos personajes oscuros isleños de pueblos limítrofes, -de todo hay en
la villa del señor-, las más exacerbadas criticas, ya que cuestionan esta
honorable tradición, que arrancando con una rama de elocuente
ancestralidad, -la más antigua con diferencia de todo el archipiélago-, se
haya convertido por "mor" de la misma –la romería- en una de las fiestas
con más signos de canariedad de todas las que se celebran en el suelo
insular.
Guía es un hervidero de gentes, los más significados, contemplan desde
los balcones de sus casas hermosamente adornadas con, traperas, faroles,
azadas, arados, hoces y otros artilugios miniaturizados, el vaivén
constante de la marea humana que circulan por calles y plazas, mientras
que el sonar de caracolas, la música parrandera y el tronar de los
voladores hacen que el día grande dedicado a la Virgen María, se vaya
consumiendo paulatinamente, dejando a los moradores de mi -pueblo siempre
añorado- ese sabor agridulce, -de que lo bueno se acaba- y pensando ya en
las fiestas del próximo año.
Nunca tuve facilidad para hacer poesía, sin embargo me he atrevido,
-por el gran amor que le tengo a mi Virgen-, hacerle y dedicarles unas
"loas" que posiblemente ni rimen ni se ajusten a la métrica tradicional en
esta forma de expresar que tienen los ilustrados en tales temas, no
obstante y quizás con algo de atrevimiento, aquí las voy a plasmar, pues
estimo que algo de valor tendrán:
-" A la Virgen, de las Marías, mi amor y agradecimiento, porque en el
1811, y en ese momento, mandando la lluvia, las penas a los labradores
supo paliar, llenándolos de un
eterno amor hacia ella y su milagrosa majestuosidad"-
-"En el sacrosanto lugar, conocido por el Lomo de Vergara, los
labradores de las medianías de la comarca, le rogaron y le pidieron a la
Santísima Virgen, un milagro, sus cultivos agredidos por la implacable
cigarra, se estaban arruinando, la Virgen escuchando sus enternecidas
oraciones, hizo que lloviera en abundancia y las cigarras desaparecieran,
los agradecidos labradores le prometieron, recordar tal efeméride y así
desde hace 195 años, la Santísima Virgen, recibe en septiembre el
agradecimiento y la pleitesía del pueblo de Guía como prometieron sus
ancestros"-
-"Vergara fue el altar, y su ara la piedra filosofal, donde los
labradores con su emocionado rogar, consiguieron de la Virgen el donar,
con lluvia, tronar y relampaguear a la cigarra espantar"-
Es elocuente destacar, lo que con respecto a las Fiestas de la Marías o
de Ramos como así se la denomino en el siglo XIX, dijo el médico Domingo
Déniz Greck en su Resumen Histórico Descriptivo de las Islas Canarias:
"En 1811 arribo a las islas una inmensa plaga de langostas. Volaba
sobre ellas en espesos nublados que interceptaban los rayos del sol. Su
voracidad fue espantosa y exterminó los campos.
En esta ocasión los vecinos de la Villa de Guía de Gran Canaria,
ofrecieron a su patrona Nuestra Señora de Guía, celebrarla anualmente, por
la total extinción de esta plaga asoladora. Desde entonces viene la
fiesta de los ramos, que tiene lugar en uno de los domingos del mes de
septiembre, en el que la gentes bajan del campo llenas de alborozo
armados de ramas de árboles, y reuniéndose a la entrada
del pueblo salen luego para la plaza y entran en bullicioso júbilo en
la Iglesia Parroquial, ostentando sus alegres y lozana ofrenda, cuyo acto
acaba de solemnizarse con una función religiosa".
La información aportada por el Dr. Déniz Grekc es muy importante ya que
este nació en 1808, siendo por lo tanto contemporáneo a los hechos que
describe.
También la encontramos así denominada, el periódico "El Ómnibus"
del día 24 de septiembre de 1856: "De la Villa de Guía nos dicen lo
siguiente: Celebrándose en el día 28 del corriente la fiesta que aquí
llaman de las Marías o de los Ramos…."-
Recordar siempre alguna anécdota relacionada con algo que se pueda
considerar importante, relacionado con tan elocuente festividad, tiene
cierto morbo, por eso estimo manifestar en esa forma literal, la arribada
a Guía, con un "ramo" de enormes dimensiones, el día de las Marías, de un
hombre de nuestras medianías llamado Santos, -entradito en años ya por
aquella época-, su ramo era además un compendio de elocuente belleza, ya
que el mismo estaba recubierto por toda clase de frutas que brillaban
tersas y apetecibles. Recuerdo que la pandilla de la que formaba parte,
estábamos siempre muy cerca de el, con el fin de quitarles las frutas a
tan noble ramo, pero jamás lo conseguimos, el viejo siempre vigilante nos
tenia perfectamente controlados y por mucho que le distrajésemos nunca
hubo forma de hacernos con parte de aquella riqueza frutal que su ramo
mostraba.
La Fiesta de las Marías de Guía de Gran Canaria, siempre estuvo
patrocinada por un conjunto de vecinos que de manera desinteresada
trabajaban por el buen desarrollo de la misma, denominados "mayordomos"
que hacían de tal evento, la fiesta más transcendental de cuantas se
celebraban y se celebran en mi querido y añorado pueblo. Desde los
primeros momentos del inicio de la misma han velado con verdadera
elocuencia para que así fuera, y con la intercesión de Nuestra Señora, a
fe mía, que a pesar de los años pasados, cada año la misma reluce con
mayor esplendor, de ahí que sea para mi un honor y un placer, citar al
menos algunos de estos personajes que constituyeron y constituyen tal
"mayordomía", y que contribuyen para que esta fiesta sigan manteniendo su
tradición ancestral y la atracción que ejerce en cuantos participamos en
ella, aunque sea como meros espectadores. Así tenemos a: Fernandito León,
Faustino Suárez, conocido por el "carro" de San Juan, Juan Arencibia Sosa,
Blas Saavedra Galván, Gregorio Miranda Santiago, Luís-Miguel Arencibia
León y otros, que en la actualidad le dan el arraigo y la elocuencia que
esta festividad representa por sus axiomáticas connotaciones, en lo
referido a su simbología canaria por excelencia. Guía y la Santísima
Virgen tiene con estos personajes el comprometido reconocimiento a tan
grandilocuente y loable labor.
Es una aportación o quizás una simple reflexión, manifestarles a los
que ahora conforman la representación institucional en el organigrama de
tan emocionante festividad, que en la misma cabe, y en forma de concurso,
un evento folklórico, de tipología netamente canaria, donde dándole el
carácter de local, insular o regional, en los que respecta a la
participación en el mismo, otorgándose unos premios que pueden ser en
metálico o reconocidos en simples diplomas, a los que intervengan en el
citado concurso, sean agrupaciones o solistas, que a buen seguro le darían
a la Fiesta una mayor transcendencia, que indudablemente elevaría de
manera ostensible el copyright que ya por merecimientos propios tiene
nuestra Fiesta de las Marías.
Simplemente decir para concluir, que cuanto aquí expongo, es la
realidad palpable de una festividad que cada año, -la gente es el
principal testigo-, reviste una notoria aceptación por parte de todos los
guienses y por los foráneos que se acercan a Guía a celebrar tan
encumbrada festividad por las mejoras que en ella se observan.
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