La música canaria desde siempre ha brillado con un
esplendor extraordinario. Nuestra tierra ha sido un vivero de grandes
músicos y esplendidos cantadores, especialmente la isla de Tenerife donde
la imagen del folclorismo ha tenido a través de los tiempos la grandeza
incontenida en cuanto a la interpretación de nuestros más hermosos aires,
tan elocuentemente interpretados por los innumerables cantadores que en la
citada isla han tenido el orgullo de nacer. Además ha tenido el privilegio
de contar con extraordinarias agrupaciones y rondallas que han destacado y
siguen destacando por la especial forma que tienen de ejecutar con
perfecta armonía todos los ritmos y aires de nuestro extenso acervo
musical. Sin menospreciar a las existentes en el resto de las islas que
también tienen en su haber una extraordinaria relevancia, acreditada
especialmente en las que existieron en Guía de Gran Canaria hace algunos
años, como fueron la Tirma-Guíense y la Princesa Guayarmina, galardonadas
en muchas ocasiones con importantes premios a nivel provincial, regional,
nacional e internacional y a otros grupos que siguen en la palestra
acreditando una gran categoría interpretativa.
Desde tiempos inmemoríables, las diferentes plazas y
parques laguneros han sido escenarios de extraordinarios eventos
musicales, donde han destacado las inigualables formas de cantar de José
Martín conocido por Pepe Cartaya, Sebastián Ramos el Puntero, Domingo
Berengüela, Joseito, Africa Alonso, Olga la morita, y otros que con el
paso del tiempo han entregado el testigo a otra generación más reciente
donde destaca por encima de todo el virtuosismo de Dacio Ferreras, -desde
mi punto de vista el mejor cantador canario de todos los tiempos-, y
otros/as que iré citando.
Canarias tiene hoy el don de la investigación,
orientada a desentrañar aires y ritmos que estando en nuestras mentes nos
eran totalmente desconocidos, gracias a estos folkloristas investigadores,
nuestro panorama musical ha crecido y se ha enriquecido con nuevas obras,
algunas de las cuales tienen unas connotaciones ancestrales, y otras que
importadas especialmente del continente americano su han sumado a nuestro
ya amplio patrimonio musical. Ciotis, berlinas, polcas, mazurcas, cantos
de trabajo, etc., han resurgido, cuyos hermosos contenidos se suelen oír
ahora con bastante profusión en las actuaciones de los grupos musicales
canarios. Sin embargo en las manifestaciones más significativas de la
música canaria, -léase Tenderete o la Bodega de Julían-, se adulteran
nuestros principios más representativos, -así lo estimo como conocedor del
folklore canario-, donde algunos grupos participantes en tales programas
televisivos, solo interpretan música mejicana que desde mi punto de vista
no tiene ningún paralelismo con nuestra música autóctona, lo que le quita
cierto encanto a los citados programas que se definen como pregoneros de
la música canaria, originando cierto desinterés en los oyentes, como es el
caso de muchas personas que los vemos con la única finalidad de oír con
verdadero placer la música típica de nuestra tierra. Sin embargo no pasa
lo mismo con la procedente de otras latitudes americanas bastante más
afines con nuestra idiosincrasia y que arribaron a nuestras islas de la
mano de muchos emigrantes retornados, como puedan ser los puntos cubanos,
joropos, danzones, aires de Lima originarios del Perú, y que en Canarias
se le han dado una acomodación inusual pero aceptable como propios de
algunos municipios.
Nuestra música de siempre han sido las isas, folias,
malagueñas, seguidillas, saltonas, el sirinoque palmero, el sorondongo,
tajaraste y otras de hermoso contenido muy arraigadas en todas las islas y
que se ejecutan con sabia maestría, pero una vez más digo que nuestro rico
folklore no puede mezclarse, con rancheras, pasodobles mejicanos y otro
tipo de música que no se identifiquen con la nuestra. En cualquier
exhibición que se precie de contenido y color canario, toda esta música
adultera la misma.
Canarias ha dado y sigue dando insignes cantadores/as,
es un vivero en constante crecimiento, y a aquellos grandes interpretes de
antaño algunos ya citados, les ha sucedido una nueva generación cuya valía
no tiene precedentes, así recordar y citar a algunos de los que fueron más
celebres y también de los que hoy tenemos en el candelero; Mariano
Chirivella, -insigne cantador de la malagueña-, Espiridio Santana, Carmelo
Suárez Quintana, Jesús González Moreno, El chele, Israel Arbelo y su
madre, Juan Quintana el claca, Carmen Estévez todos naturales de Guía,
Pacuco Samper, Nano Doreste, Pedro González Lino, -todavía en activo-,
José Manuel Pérez el patillas, Heriberto Cerpa, Manolo Morales, -de la
parranda Cuasquias-, de Las Palmas, Manolo Estupiñán y Marivi Cabo de
Ingenio y Telde respectivamente, Ico Arocha, de Lanzarote, Blanca Casañas,
María del Carmen Encinoso, Isabel González, Candelaria González, Calaya
Rodríguez, Melquíades, Chago Melian, y otros de Tenerife, el palmero Luís
Morera y muchos más que harían esta lista interminable, que de manera
extraordinaria han colocado a nuestro folklore en unas cotas jamás
igualadas. La música canaria tiene un esplendor casi mítico, no
adulteremos su hermoso desarrollo mezclándola con otras que siendo muy
bellas, -nadie lo discute-, le resta el enorme protagonismo que la
reviste. Néstor Álamo, guíense ilustre ha sido el icono más prolifero que
ha dado las islas en su faceta de inigualable compositor de las más bellas
canciones que se escuchan desde hace mucho tiempo en todos los eventos
musicales de orientación canaria, supo combinar la poesía de sus letras
con unas impecables melodías nacidas desde lo más hondo de su ser y que
los grandes musicologos de la época escribieron con total exactitud en el
papel pentagramado para gloria de su variopinta exquisitez intelectual.
Mestisay esta haciendo una gran labor para mantener intacta la memoria de
este gran personaje, controvertido, pero evidentemente acreditado como el
más grande de todos los compositores canarios.
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