Guía de Gran Canaria

 Revista digital sobre el municipio de Guía de Gran Canaria (ESPAÑA)    

PORTADA ACTUALIDAD HEMEROTECA

NOMBRES PROPIOS

CRÓNICA DE GUÍA

QUIENES SOMOS

 MAPA DEL WEB

 

LA MAL LLAMADA ARISTOCRACIA GUIENSE

Por Juan Dávila-García

Por conversaciones que le oí a mis mayores, y posteriormente comprobado "in situ" por mí desde muy pequeñito, en Guía siempre hubo gente rica, alguna desmesuradamente rica y otra no tanto. Pero el rancio abolengo que algunas se atribuían era un puro "cuento chino". No cabe duda de que había personajes que por sus cargos y desarrollo profesional adquirieron cierta categoría, pero nunca llegaron ha constituir, ni tan siquiera un peldaño, en lo relacionado con la nobleza e hidalguía que lustrosamente se arrogaban. Algunos que incluso vivían en precario o como arrendatarios de ilustres familias nobles, intentaron utilizar los escudos o blasones que figuraban en los frontis de los caserones que habitaban en beneficio propio, nada más absurdo y lejos de la realidad. La aristocracia guíense nunca existió, fue una palabra que ciertas y determinadas familias se arrogaron, pero sin que en ellas existiera el más mínimo atisbo del significado de tan elocuente palabra.

Pero lo más llamativo de algunas de estas familias, es que arribaron a Guía en calidad de titiriteros, exhibiendo osos y monos y tocando tambores, flautas y algún que otro instrumento. Los cuales, por sus compromisos y posteriores matrimonios, entroncaron con familias guienses que tenían cierta relevancia económica. Los aristócratas son unas personas que ostentan un linaje posiblemente heredado en forma de títulos nobiliarios, -además les reviste el aulicismo-, cuyo alcance tiene unas relevantes connotaciones a nivel local, provincial, regional y nacional, y que suelen poseer un patrimonio acorde con el titulo que ostentan; en algunos casos, estas ingentes propiedades se denominan latifundios por la enorme extensión de tales fincas.

En Guía, en aquella época producía hilaridad y hasta cierto punto era criticable, cuando algún personaje de cierta y determinada familia quería hacer ostentación, de algo tan alejado de las personas que integraban la misma, como era la nobleza acrisolada, por otorgamiento real o de manera graciable por el régimen que gobernaba nuestro país. Algunos estimaban que tener una propiedad más o menos extensa les otorgaba la gracia de constituirse en "aristócratas", nada más lejos de la realidad. Hoy se las llama la "jet set", otra falacia de connotaciones cachondistas, y que solo los iletrados son capaces de arrogarse, sin ningún mérito que justifique tan vulgar denominación. Según los ingleses la palabra "Jet" significa arrojar, echar, lanzar un chorro, ¿velocidad?, y "Set", detener, impedir, etc., también puede tener la significación de juego u otras similares.

Si nos ajustamos hacer la traducción más o menos, de tan significada palabra (en boca de quienes dicen ser practicantes de tan ridícula interpretación), llegamos a la siguiente deducción: detener o impedir echar un chorro, jugar arrojando un chorro, etc., nada tiene que ver con el significado tan venerable que estos seres de indolente irreverencia quieren darle a este juego de palabras de origen anglosajón, sin relación con la posición o adecuación de un personaje dentro de la sociedad y que quieren aparentar o lucir lo que no son.

En Guía habían algunos puntos de reunión donde una serie de señoras de normal condición social, hacían gala de su falta de sabiduría y de su constatada ingratitud hacía otras personas que de condición más humilde –en teoría-, sobresalían por meritos propios, y realizando éstos algún acto académico -conferencia, charla, etc.-, comentaban con insana maldad: saben, el hijo de fulanito de tal dio anoche una conferencia en el Gabinete Literario, que sabrá para así hacerlo, y otros comentarios muy abundantes en forma similar. Recuerdo que había una señora, que no era ni de Guía, pero que por casamiento residía en nuestro pueblo, que tenia un espíritu de grandeza de tres mil pares de puñetas, pero cuando se sentaba en la mesa de su casa a comer, no le alcanzaba ni para hacer unas acelgas cocidas (que te dejaban el estomago más frío que "la pata de un santo"), pero eso sí, la pomposa vestimenta que lucía, comprada a plazos en Quillet, la Americana u otro comercio de este tipo (en algunos casos sin cumplir con los pagos), la hacían parecer lo que no eran y así criaron a sus hijos. Todo era una falacia que ridiculizaba a estos personajes tan ávidos de creerse lo que no eran ni nunca serían unos acrisolados aristócratas y nunca pasaron de ser unos meros comparsas, algunos con dinero y otros no.

Recuerdo que algún intelectual de la época le hacía chistes y hasta le tomaba el pelo por su forma de comportarse. Algunos de estos seres de pretendidas apetencias aristocráticas solo les faltaba morder, pues malamente sabían hablar, pero eran los esposos de unas señoras que tenían dinero y por consiguiente a los humildes les tocaba otorgar. No es ético nominar aquí quienes constituían esas familias que pretendían acrisolarse, pero es seguro que la gente mayor de nuestro pueblo las recuerda con total nitidez. No eran muy numerosas, apenas unas tres o cuatro, a las cuales su potencia económica, debido a la bonanza de la agricultura -especialmente de la platanera- las había aupado a un estado inusual. Sin embargo, los verdaderos terratenientes de Guía nunca manifestaron estas apetencias, les bastaba su bienestar y el de las personas que andaban a su alrededor. Pero los infelices a los que me refiero, y la cohorte de adulones que siempre estaban a su alrededor, gente ésta con verdaderos problemas financieros, con sus halagos las hacían encumbrarse aun más, celebrando fiestas en el Casino, donde incluso algunos socios les estaba vetado asistir.

En el año 1970 (aproximadamente), actuaron en Guía Los Gofiones, debió ser con motivo de las fiestas patronales. Al finalizar la actuación les dieron un refrigerio en los locales del Casino, yo estaba acompañando a dos miembros del grupo amigos de toda la vida, Manolo y Juan Falcón Quevedo, y juntamente con ellos me dirigí hacia la Sociedad de Recreo, el presidente de turno, descendiente de una de las familias apetentes a entrar en la Corte -aunque por aquellos tiempos no existía-, intentó cortarme el paso, siendo socio como era, y de verdad que tuvimos sus más y sus menos y si no llegamos a las manos fue por la intervención de estos dos buenos amigos. Quiero hacer constar que Manolo y Juan Falcón, abogado el primero e ingeniero el segundo, siendo como eran de Guía se avergonzaron de serlo ante tan extravagante comportamiento del mencionado presidente. Él se creía un personaje sin serlo y yo hijo de un barbero al menos honesto, y que llevaba siempre lo suficiente a su casa para poder vivir desahogadamente, posiblemente el no pudiera decir lo mismo en este aspecto, pero ostentar la presidencia del Casino vestía, revestía y daba cierta categoría, creía él.

En Guía habitaban personas muy relevantes de todos conocidas, pero si algunas merecieron la denominación de áulicas, éstas fueron sin lugar a dudas doña Eusebia de Armas-Almeida y doña Dolores de Sosa, distinguidas señoras merecedoras en todo momento de ser nominadas con algún titulo nobiliario, por el gran mecenazgo que practicaron en nuestro pueblo y por la indudable clase y categoría que atesoraban. Entre el resto de nuestros vecinos, unos con más dinero que otros, todos teníamos el mismo rango y la misma solvencia social. Quizás entre los más humildes hubiera más cultura y más sapiencia. Recordare siempre unas elocuentes palabras pronunciadas delante de mi por Don José Pérez -sacerdote-, conocido por el cura Macho, que decía "que el estudio y el conocimiento de la música culturizaba al hombre". Este insigne personaje fue un gran organista y clarinetista.

En Guía nunca hubo aristocracia, todo fue un invento de las personas pudientes -aunque no todas lo eran-, para agrandar su posicionamiento social, pero sus apetencias jamás rebasaron las fronteras guienses. Es posible que este trabajo me traiga algún quebradero de cabeza, o alguien intente polemizar, pero les puedo asegurar que si así fuera, liándome la manta a la cabeza haría otro dando nombres y pistas de estos seres, que queriendo ser grandes nunca lo fueron y que estimo es mejor dejarlos descansar. Solo he tratado de revelar una parte de la historia de Guía, donde alguien intentó dar celebridad y honores a personas que nunca la merecieron, convirtiendo tal actitud en una verdadera falacia y vulgaridad.

---------------

Juan Dávila-García

jocdavila@yahoo.es

Octubre 2006.

 

info@guiadegrancanaria.org

REGRESAR A LA PORTADA